El libro perdido de la historia de Kurdistán

El libro perdido de la historia de Kurdistán es una investigación realizada por la historiadora rusa Elena Vasilyeva sobre dos manuscritos relativos a la historia de Kurdistán.

CULTURA

El libro perdido de la historia de Kurdistán es una investigación realizada por la historiadora rusa Elena Vasilyeva sobre dos manuscritos relativos a la historia de Kurdistán: el manuscrito del mulá Mahmud al-Bayezidi, titulado “La nueva historia de Kurdistán”, y el manuscrito “El jardín Nasiri”, de Mirza Ali Akbar Kurdistani. La traducción del ruso al kurdo (sorani) corrió a cargo de Mansour Sedki, y el libro es una de las publicaciones de la Academia Kurda de la Región de Kurdistán, en el año 2023, y consta de 241 páginas en formato mediano.

Esta obra presenta una visión general del manuscrito del mulá Mahmud al-Bayezidi escrito entre 1857 y 1858, titulado “La nueva historia de Kurdistán”. El 30 de marzo de 1867, el orientalista y kurdólogo polaco August Gaba escribió a la Academia Científica para informarle de su contenido. Recibió tanto la aprobación de la Academia como los elogios del historiador ruso Lerch, quien señaló que se trataba de un manuscrito digno de ulteriores investigaciones. El 13 de junio de 1867, Gaba envió una versión traducida de la introducción del libro, de 50 páginas, acompañada de sus propios comentarios.

Elena Vasilyeva investigó e indagó en este manuscrito, dando como resultado este ensayo, que sirve como examen de la introducción a la obra del mulá Mahmud al-Bayezidi. Por desgracia, no pudo encontrar un ejemplar completo del libro en la biblioteca de August Gaba. Por ello, tituló este ensayo El libro perdido de la historia de Kurdistán. La traducción al kurdo en alfabeto árabe se incluyó en la edición dershi de la traducción de Bayezidi del “Sharafnama”, y más tarde fue reeditada en alfabeto latino por Jean Dost y Avgi en “Tratado sobre las costumbres y tradiciones de los kurdos”.

Además de hablar de los acontecimientos que el mulá Mahmud vivió mientras documentaba este manuscrito, la autora se basa en el “Sharafnama” de Sharaf Khan al-Badilisi para conectar estos acontecimientos, extendiendo la narración más allá del periodo cubierto en el “Sharafnama”. Al-Bayezidi señala en la introducción que el manuscrito está dividido en once capítulos, que abarcan el periodo comprendido entre 1785 y 1858 (fecha en la que se escribió el manuscrito), lo que significa que aborda la época posterior a la finalización del “Sharafnama” de al-Badilisi.

Resumen del contenido

Los once capítulos tratan secuencialmente los sucesos acaecidos en Erzurum entre 1785 y 1857, los acontecimientos en el bastión de la Alianza Ruzki en las regiones de Mosh y Bedlis, los sucesos en las zonas mahmudi centradas alrededor de Khushab, los sucesos en la región de Wan, la región de Gülmerk/Hakkari, la región de Rawanduz, así como en las regiones de Badinan y Amedi. Además, los capítulos cubren sucesos en la región de Botan y Jazira, acontecimientos en Silvan, en la región de Bayezid, y sucesos en Fars relacionados con la ocupación rusa, junto con sucesos en Azerbaiyán, Khoy, Tabriz, Ereván, Urmia y Maku.

Vida política

Una observación crítica que hace al-Bayezidi sobre la realidad kurda es la ausencia de un gobernante kurdo capaz de gestionar los conflictos de la época. Se produjeron continuas guerras entre los sultanes mongoles, los sultanes selyúcidas, los shahs safávidas y los zares rusos. Estos conflictos se desarrollaron en las regiones fronterizas de las actuales Turquía, Irán e Irak, situando siempre a los territorios kurdos en la línea de conflicto. Los kurdos a menudo ofrecían sus servicios a uno u otro bando a cambio de recompensas marginales. Uno de los logros más significativos para los kurdos se produjo cuando los aghas y príncipes kurdos se aliaron con el sultán Solimán, el Magnífico, en su guerra contra los safávidas, lo que llevó al sultán a concederles el gobierno hereditario de sus respectivas regiones (p. 34).

En este contexto, destaca el relato de una conversación entre el sultán Solimán, el Magnífico, y su madre:

Madre del Sultán: Hijo mío, ¿por qué regresaste y dejaste la región a los georgianos y a los qizilbash?

Sultán: Establecí una fuerte barrera a lo largo de las fronteras entre el Imperio Otomano, el Estado Safávida y Georgia, de tal manera que nadie puede cruzarla.

Madre del Sultán: ¿Cómo lograste esto a través de una frontera tan vasta, y con qué la construiste?

Sultán: Construí el muro con carne y hueso; confié las fronteras a las tribus kurdas desde Georgia hasta Bagdad y Basora, colocando una línea de estas tribus para que nadie pudiera cruzar las fronteras y amenazar al Estado del Islam (manuscrito p. 59 / libro traducido p. 35).

El manuscrito ofrece una visión de las características generales de las tribus kurdas, señalando que honran a sus líderes, prometen lealtad, no cuestionan las decisiones y se abstienen de luchar entre sí en presencia de enemigos externos. Curiosamente, los kurdos no suelen unirse bajo el mando de uno de los suyos, sino que a menudo aceptan seguir a un líder de otra etnia. Por ejemplo, un armenio puede convertirse en su líder sin encontrar oposición.

Dentro de cada tribu existe una élite combatiente conocida como “shurkish” (combatientes), que actúa bajo la dirección del clan y lo defiende frente a otros clanes o fuerzas exteriores, al tiempo que gestiona la paz y la guerra con los demás (pp. 55-57). Los kurdos son conocidos por su experiencia en combate, sobre todo en operaciones nocturnas, ya que sus tierras han sido perpetuamente campos de batalla. Además, las mujeres kurdas participan activamente en el combate junto a los hombres en tiempos de guerra (pp. 64-65).

Al igual que muchos pensadores kurdos, Al-Bayezidi sugiere que si hubiera habido unidad entre los kurdos, podrían haber establecido su propio Estado (p. 66).

Distribución lingüística en Kurdistán

Al-Bayezidi nos informa, basándose en sus experiencias y observaciones en las zonas que visitó para documentar la distribución de los dialectos kurdos (p. 36), de que la lengua escrita y leída por los kurdos es uniforme; las palabras y el alfabeto son los mismos. Sin embargo, en las conversaciones habladas surgen diferencias notables, que se clasifican de la siguiente manera:

Dialecto ruandan: hablado por los kurdos de Galdiran (Galdir), así como los de Kars, Bayezid, Mardin, Wan, los kurdos de Kharbut, Amed/Diyarbakir y los alrededores de Erzurum, incluidos los kurdos nómadas.

Dialectos de la región de Gulmarg/Hakkari, Bhutan, Khizan, Mukes y Zebari: este dialecto no difiere significativamente del dialecto ruandan.

Dialecto de Sulaymaniyah y Shahrzur: este dialecto muestra distinciones respecto a los anteriores.

Dialecto zaza: hablado por los kurdos de Erzurum, Dersim y el monte Aja, este dialecto, conocido como dudjook, durdjuk o dujik, difiere notablemente de los demás. Se reconoce como la lengua antigua de los kurdos. Aunque escriben en el dialecto de Hakkari, conversan en el suyo propio, y es raro encontrar a un hablante culto de zaza (p. 38).

Al-Bayezidi señala que, a pesar de la existencia de estos cuatro dialectos y sus respectivas poblaciones de hablantes, la comprensión mutua entre ellos es factible debido a la base común de los dialectos. Añade que las diferencias radican principalmente en la ortografía y en parte del vocabulario. Cabe destacar que los eruditos más reputados entre los hablantes suelen ser los que utilizan el dialecto hakkari, mientras que los niveles de alfabetización entre los kurdos nómadas son comparativamente bajos (p. 39).

Estructura social

Al-Bayezidi describe la jerarquía social entre los kurdos y menciona que los kurdos asentados tenían títulos como “mir” (emir), “pasha” y “agha”, y estaban asociados a varios sanjaks, como Gulmarg/Hakkari, Amed/Diyarbakir, Wan, Mosh, Badinan, Sharzur y Bayezid. En cambio, el resto de las zonas estaban gobernadas por quienes ostentaban el título de “bey”. Entre los nómadas kurdos no había bey, sino “agha”. En particular, solo Tamur Pasha al-Mulli, el líder de las tribus nómadas mulliya, recibió el título de “Iskan Pasha”, ya que los mulliya desempeñaron un papel crucial en el reasentamiento de las tribus nómadas en la región de Raqqa (p. 40).

Se dice que las tribus nómadas de Azerbaiyán proceden de la región de Lorestán, y muchas tribus que se encuentran en Sivas y Mardin son restos de las tribus rashwan y mullah. Además, Al-Bayezidi señala que los orígenes de las tribus maliya incluyen clanes yazidíes que se convirtieron al islam en diversos momentos de la historia (p. 41).

Las tribus de Dersim se adhieren al islam alauita, lo que las distingue de los qizilbash. Por su parte, las tribus de Mosul, Sharzor y Bagdad practican el islam shafi’i (p. 42). Entre los kurdos, la bebida y el juego son poco frecuentes; sin embargo, los que tienen conexiones con los turcos pueden incurrir a veces en comportamientos desagradables (p. 65).

Al-Bayezidi también menciona que los habitantes de las regiones de Mosh y Bedlis, así como los de Hakkari -sean urbanos o nómadas-, reciben el nombre de “Ruzki”. En la región de Hakkari y Jazira, se les conoce como “Koçer”, mientras que a los habitantes de las zonas de Amedi y Akre se les llama “Badinan” (p. 44).

En cuanto a la historia más reciente, Al-Bayezidi explica con detalle el periodo en el que la tribu salifani, dirigida por Badri Bey -que remonta su linaje a los marwaníes, gobernantes de Miyafarin-, se hizo con el control de la región de Bayezid, un poder concedido por el sultán Murad. Mulla Mahmoud señala que, en el “Sharafnama”, la ciudad se denominaba Alashkert. En la época en que se escribió el “Sharafnama”, la ciudad estaba bajo el control de la tribu bazuki, pero durante la era de mulla Mahmoud, el gobierno pasó a manos de las tribus jalalian y haydaran.

Mulla Mahmoud describe que las tribus kurdas bajo dominio otomano se clasificaban en tres secciones principales: Milli, Zili y Sipki. Estos grupos se dividen a su vez en varios clanes y tribus que tienen nombres específicos. Por el contrario, las tribus kurdas bajo dominio safávida se denominan Goran y se subdividen en otras facciones, como Afshar, Bayat y Haideri, que hablan turco a pesar de ser tribus kurdas (p. 46).

En la región de Hakkari hay tres grandes tribus nómadas, cada una de ellas formada por unas 15.000 familias: Artushi, Banyanshi y Khani. En la isla de Botnan hay cinco clanes importantes: Dershoi, Haji Ali, Miri, Alagi y Dodiri. En Amedi, hay tres clanes destacados: Zebari, Mazuri y Harki. En Diyarbakir se mencionan los clanes Malilla, Qarjawi y Silvani. En Wan existen los clanes Shekaki y Shekafti, mientras que en Mosh y Bedlis se encuentran los clanes Hasanli y Jabranli. Aunque no hay tribus kurdas en la región de Erzurum, los kurdos de otras regiones residen esporádicamente en pueblos de esa zona.

En Kurdistán viven unas 70.000 familias armenias, 15.000 nestorianas y 200 judías (p. 49). Estas comunidades hablan kurdo kurmanji y disfrutan de una vida de libertad y paz; también son conocidos por su feroz espíritu guerrero (p. 50). El manuscrito original detalla las tribus yazidíes, señalando sus ubicaciones y nombres, y las distingue de los yazidíes de Shengal (Sinjar) y Mosul, refiriéndose a estos últimos como “Yazidkhan”.

Sin embargo, a pesar de que el mula Mahmoud se basa en el “Sharafnama”, sus observaciones divergen significativamente de las presentadas en esa obra. Mientras que el “Sharafnama” retrata a los yazidíes de forma positiva, el mulá Mahmoud expresa sentimientos negativos hacia ellos y plantea la alarmante idea de que, a ojos de los musulmanes, matar yazidíes es legítimo. Esta perspectiva puede tener su origen en las fatwas emitidas contra los yazidíes en el periodo posterior a la redacción del “Sharafnama”. Por consiguiente, esta distinción pone de relieve el contraste entre las opiniones del mulá Mahmoud y las de Al-Badilisi, el autor de “Sharafnama”.

De la información presentada en la introducción se desprende que el mulá Mahmud al-Bayezidi ofrece una obra histórica distintiva, rica en detalles sobre los kurdos y la vida política, social, cultural y económica de sus diversas comunidades. Según [Basil] Nikitin, el célebre orientalista ruso Vladimir Minorsky consiguió recuperar varias obras inéditas de Jaba (como se indica en el original), que se daban por perdidas, tras haber recibido de los descendientes de Jaba todos los documentos y notas lingüísticas restantes. Sin embargo, parece ser que no pudo publicar ninguno de estos materiales.

Si este es realmente el caso, queda la esperanza de que algún día pueda descubrirse un relato moderno de la historia de Al-Bayezidi. La localización de este manuscrito aclararía considerablemente la historia kurda, sobre todo en el periodo posterior al colapso de los emiratos kurdos y el ascenso de la clase burocrática kurda, de la que el mulá Muhammad al-Bayezidi fue un miembro destacado, como se indica en la biografía. Sin duda, este libro desempeñará un papel crucial en la comprensión del surgimiento del pensamiento nacionalista kurdo.

FUENTE: Mohammed Shamdin / The Kurdish Center for Studies / Fecha de publicación original: 9 de febrero de 2025 / Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid