Los cuerpos de 23 guerrilleros no han sido entregados a sus familias desde hace meses

Las sospechas sobre el uso de armas químicas por parte de las familias son grandes debido al estado en el que se encontraban los cuerpos, a los que se han tenido que practicar pruebas de ADN para tratar de identificarlos.

Tras los enfrentamientos y bombardeos por medio de vehículos aéreos no tripulados en las montañas de Amanos cerca de la ciudad portuaria de Iskenderun, que están teniendo lugar desde el mes de marzo, cerca de 30 cuerpos han sido trasladados al Instituto de Medicina Forense en la provincia de Adana. 7 cuerpos han sido identificados tras las pruebas de ADN y entregados a sus familias. Los restos de estas personas yacen ya en sus pueblos natales.

Los otros 23 cuerpos han sido enterrados en el Cementerio de los Sin Nombre en la provincia de Adan por orden de las autoridades turcas. La mayoría de estos cuerpos fueron identificados correctamente, sin embargo, no fueron entregados a sus familias.

El ejército turco, aparentemente, ha vuelto a usar armas químicas prohibidas en los ataques aéreos. Los familiares de los caídos de las HPG han informado de la mala condición en la que se encuentran los cuerpos debido a la destrucción y las quemaduras que han los cuerpos de sus allegados, haciendo imposible la identificación de los cuerpos a simple vista.

Los entierros en el Cementerio de los Sin Nombre es una señal más de que las autoridades turcas están tratando de encubrir el uso de armas químicas, según las familias. Las familias entregaron una muestra de sangre para poder practicar una prueba de ADN y verificar las identidades de los cuerpos hace meses. Sin embargo, una y otra vez y a requerimiento de los familiares, el Instituto de Medicina Forense en Adana afirmaba que  los resultados de los análisis no estaban disponibles. Las familias no han obtenido respuesta sobre sus hijos caídos, ni siquiera de los fiscales de Osmaniye y Dörtyol a los que fueron referidos para más información.

“Queremos a nuestros muertos”

Mehmet Kılıç, padre del guerrillero de las HPG, Süleyman Kılıç, ha explicado que el “4 de abril, recibí una llamada de la Comisaría de la Gendarmería del Distrito de Arsuz. Se me preguntó si tenía un hijo con el nombre de Süleyman. Cuando respondí que sí, me dijeron ‘tu hijo ha muerto en combate en Arsuz. Puedes recoger su cuerpo en el Instituto de Medicina Forense de Adana.’ Al día siguiente fui hasta a Adana y me enseñaron el cuerpo. No pude identificarlo debido a que estaba deformado y quemado. Entonces entregué una muestra sangre para poder hacer la prueba del ADN. Todavía estoy esperando los resultados. Las autoridades deberían por fin entregarnos a nuestros muertos.”

En su inhumana guerra contra el Movimiento de Liberación de Kurdistán, el ejército turco usa una y otra vez armas prohibidas, al igual que hacen en su guerra de agresión contra el Cantón de Afrin en Norte de Siria.