Tijda: Una revolucionaria, desde Anatolia y Holanda a las montañas de Zagros

La guerrillera Tijda Ekecik, decidió unirse al movimiento de liberación de Kurdistán tras el asesinato en París, a manos del MIT, de las tres revolucionarias: Sakine Cansiz, Fidan Dogan y Leyla Saylemez.

La guerrillera Tijda Ekecik nació en 1996 con el nombre de Fatma Yagmur en la aldea de Çekiçler, situada en las faldas del Monte Ekecik, en la provincia central de Anatolia Askaray. La historia de su familia está caracterizada por la emigración constante. Hace siglos, sus antepasados vivían en la provincia kurda de Amed (Diyarbakair), Xarpêt (Elazığ) y Agirî (Ağrı), antes de migrar hacia Aksaray. Cuando Tijda tenía siete años su familia se vio obligada a emigrar a Europa. Una vez ahí, mantuvieron sus raíces e identidad kurda y Tijda creció con consciencia de su cultura y su pueblo. Conoció el movimiento de liberación kurda a una edad temprana y ya como adolescente trabajó en instituciones kurdas. Debido a que no culminó ese trabajo, en 2013 decidió marcharse de Holanda para volver a Kurdistán.


Tijda pasó tres años en las montañas de Kurdistán. En septiembre de 2016, perdió su vida junto a otros compañeros en un ataque del ejército turco en las montañas de Zagros. Antes de morir pudo hablar de su vida y sus motivaciones: “Nací en Aksaray y me crié ahí hasta los 7 años. Entonces, mi familia emigró a Europa y yo fui con ellos. A mi familia le iba bien económicamente. Éramos tres hijos, mis dos hermanos y yo. Fui a la escuela durante once años. A través de mi padre pude conocer la organización kurda. Mi familia habla el dialecto kurdo Dimîlkî y mantiene su identidad kurda. No he podido encontrar un lugar en el sistema para mí, y mi vida parecía no tener sentido”.

Cuando las tres revolucionarias kurdas, Sakine Cansiz, Fidan Dogan y Leyla Saylemez, fueron asesinadas por un agente del MIT el 9 de enero de 2013 en París, Tijda decidió unirse al movimiento de liberación kurdo: “Para mí, fue la culminación de mi sueño más grande. La vida aquí en las montañas ha sido como encontrar algo que había perdido hace mucho tiempo. Existe una conexión especial cuando sabes que en cada camino que andas y cada lugar en el que te sientas, un mártir ha corrido o se ha sentado también.  Cuando llegué a las montañas primero fui a la Academia Leyla Saylemez. Gracias a la educación que recibí aquí, he podido otorgar un nuevo significado al presidente y a los caídos. Toda la juventud kurda de Europa tiene el sueño de unirse al PKK. Lo se de primera mano. Querría decirles a mis jóvenes compañeros que no esperen más para cumplir sus sueños. Somos los que mantenemos la esperanza de los caídos viva. Quiero ayudar a liberar al presidente y alcanzar los objetivos de los caídos. La victoria será nuestras”.