El peligroso juego de Erdogan y tres escenarios para la lira turca en 2022

Noemí Jansana de Bolsamanía analizó la situación económica en Turquía e informó: "Golpeada por el temor a una espiral inflacionista, que ya se ha disparado al 21%, la lira turca ha perdido un 55% de su valor este año, y un 37% en los últimos 30 días."

La lira turca lleva meses en caída libre, vapuleada por el peligroso experimento político del presidente turco Recep Tayyip Erdogan que representa un “enorme riesgo para la estabilidad de la economía turca”, aseguran los analistas de Danske Bank. Golpeada por el temor a una espiral inflacionista, que ya se ha disparado al 21%, la moneda ha perdido un 55% de su valor este año, y un 37% en los últimos 30 días. Y no hay señales de un cambio de política, por lo que los analistas internacionales creen que el IPC alcanzará el 40% en 2022. Con todo, este martes acumula una apreciación del 37% en 48 días por las medidas introducidas por Erdogan, quien ha ofrecido efectivamente un suelo para los depósitos en liras con un rendimiento 0%.

“A menos que Erdogan sea disuadido por la amenaza de una huída de capitales bancarios o unas elecciones anticipadas, creemos que los tipos reales más bajos, el debilitamiento de los fundamentales y el endurecimiento de las condiciones financieras mundiales harán que la lira siga bajando”, prevén desde la entidad danesa. Pase lo que pase, “la lira se mantendrá bajo presión”, declaran y dibujan tres escenarios de cara a los próximos 3 a 6 meses.

En primer lugar, con un 50% de posibilidades, los economistas del banco de inversión danés creen que el gobierno turco mantendrá el timón, por lo que no habrá más cambios de política monetaria. Después del ciclo de recortes de tasas desde septiembre en 500 puntos básicos, en su declaración de diciembre, el Banco Central de Turquía (CBRT) dijo que había decidido “utilizar el espacio limitado” para la flexibilización de la política. “Consideramos que esto es una señal de que, en ausencia de nuevas presiones por parte de Erdogan, el CBRT ha terminado de recortar los tipos por ahora”, indican desde Danske Bank.

“En este escenario, es probable que el CBRT continúe con intervenciones ocasionales en intentos desesperados por frenar la depreciación, pero se abstenga de medidas más extremas”, agregan. Además, el gobierno turco podría imponer controles de precios en un esfuerzo por sujetar la inflación. El impacto económico y social podría ser devastador, ya que el suministro de varios productos importados y la escasez aguda de bienes interrumpiría la actividad comercial y la vida cotidiana, y los hogares más vulnerables se verían de nuevo afectados.

En segundo lugar, creen que un cambio de política es el único factor que ayudaría a estabilizar la lira. Consideran que este escenario menos probable que el del statu quo a corto plazo (sólo el 30% de opciones), ya que “Erdogan parece muy persistente esta vez, y todavía disfruta de cierto apoyo entre funcionarios públicos afines”. Eso sí, la probabilidad de que virara la política monetaria aumentaría si Erdogan se encontrara con la oposición de la comunidad empresarial y bancaria; si hubiera señales de una gran huída de fondos o de una crisis bancaria; o si existiera el riesgo de unas elecciones anticipadas.

Por último, con un 20% de posibilidades, exponen desde el banco de inversión de Dinamarca que se pueden dar “nuevas bajadas de tipos acompañadas de medidas políticas extremas, como controles de capital”. Teniendo en cuenta la imprevisibilidad de las decisiones de Erdogan y el posible debilitamiento de la economía en el primer semestre de 2022, “es posible que se produzcan nuevos recortes”, argumentan. “Creemos que la lira se vería sometida a una enorme presión de depreciación masiva en este escenario, lo que llevaría a una inflación disparada, obligando al CBRT a recurrir a medidas políticas más extremas”.

Los controles de capital blandos, como el aumento de las tasas para de los residentes en las transacciones de cambio de divisas, son una posibilidad. Y esto aumentaría el peligro de una huída de fondos bancarios.

FUENTE: Noemí Jansana / Bolsamanía