El robo de combustible pone a prueba al gobierno mexicano

Durante la explosión y posterior incendio de una sección del oleoducto, al menos 96 personas murieron y más de 200 resultaron heridas

La extensa operación policial y militar contra las mafias que operan el robo de combustible, que comenzó el viernes pasado, fue sacudida por la explosión que se produjo el amanecer del sábado en un oleoducto cerca de la ciudad de Tlahuelilpan, en el estado de Guerrero, a menos de 100 kms de la capital.

Durante la explosión y posterior incendio del oleoducto, al menos 96 personas murieron y más de 200 resultaron heridas, muchas de ellas con quemaduras.

Las impactantes imágenes del momento del suceso, que mostraban a decenas de personas heridas y las obras de llamas, han conmocionado a la sociedad mexicana.

El presidente mexicano, Antonio Manuel López Obrador, reaccionó rápidamente y en un discurso oficial, muy temprano el domingo por la mañana, dio a conocer las medidas de apoyo inmediato, una investigación en curso y la aplicación de un programa especial, de carácter social y económico para las localidades donde el robo de combustible se ha convertido en una actividad masiva, siendo el único medio para sobrevivir a la marginalidad y la pobreza extrema.

Mientras que la operación contra el robo de combustible, conocida en México como "huachicoleo", está dirigida a las grandes mafias que controlan este lucrativo negocio, la explosión ha mostrado como muchos pueblos empbrecidos de los alrededores también se benefician. 

La periodista y escritora Ana Lidia Pérez, autora de cuatro libros sobre el tema, dijo en una entrevista, en referencia a quienes controlan el negocio: "El huachicolero vino a reemplazar al narcotraficante. En muchos casos es la misma persona".

Pérez consideró que la actitud del presidente, que atendió a las características sociales y esconómicas, fue muy positiva.

La oficina del fiscal mexicano dijo que está investigando la explosión como un posible acto intencional, mientras que varios medios de comunicación han criticado a las fuerzas militares, cuyo deber era proteger el oleoducto pero que, incapaces e contener a los cientos de personas que participaron en el asalto, los dejaron pasar.