El guerrillero Şoreş Mardin dedicó su vida a luchar por un futuro libre

Şoreş Mardin fue un guerrillero que llevó su energía y coraje de un extremo a otro del Kurdistán.

Şoreş* era una persona revolucionaria, como su nombre indica. Un guerrillero de la libertad que se alimentaba de la esencia de la revolución. Un buscador de la libertad que considera que detenerse, esperar un momento, era una traición. Lleno de energía, adoptó el principio de estar en primera línea en todas partes, y nunca permitió que el corazón y la mente se quedaran atrás y permanecieran pasivos. En los primeros años de su juventud, fue a las montañas de la libertad con su corazón inquieto, se convirtió en un valiente guerrillero, y más tarde llegó a ser comandante.

Fue un guerrillero que vivió su vida al máximo, cuyos pasos, corazón y emociones han estado en todas partes de un extremo a otro del Kurdistán. Perseguir sus sueños era el código de la vida para él.

Pensaba que no podría vivir si renunciaba a sus sueños. No dudó en arriesgarlo todo para conseguir un pedazo de tierra libre, un futuro igualitario, justo y democrático. Allí donde había personas privadas de libertad o sometidas a la opresión, luchaba por alcanzar un futuro libre y feliz para ellas con todo su corazón y su alma.

Su historia de guerrillero comenzó en Dersim y llegó a todas las partes del Kurdistán del Sur, luego volvió de nuevo a Dersim y después fue al Mar Negro. Sabía que a un guerrillero, cuya mente y corazón están llenos de amor por la libertad, ningún lugar le resultaría inalcanzable.

Revolución de Rojava

En su segunda fase como guerrillero, se unió a la lucha revolucionaria de Rojava. No pudo resistirse a ver los ataques lanzados por el ISIS, no pudo esperar y corrió a los campos de batalla.

Luchó durante casi un año contra el grupo más reaccionario del mundo, de posición en posición, de frente en frente, de calle en calle, de ciudad en ciudad, protegiendo a la humanidad. Después de una explosión quedó inconsciente, pensó que había perdido la vida, pero entonces se levantó con su voluntad y determinación revolucionaria de no morir fácilmente y decidió continuar desde donde lo había dejado.

A consecuencia de la herida sufrida perdió un ojo y le quedó metralla esparcida por todo el cuerpo. Sabía que, aunque sus ojos y su cuerpo mejoraban día a día, ya no le responderían como antes. Pero su mente y su corazón permanecían en el campo de batalla. No podía esperar a recuperarse.

El hecho de que le dijeran que su ojo y su cuerpo no estaban bien y que perdería el otro ojo si no recibía tratamiento le impulsó a buscarlo. En ese momento, el pueblo de Italia, que siempre estuvo con los kurdos, le abrazó. Se quedó allí y se curó. Pero lo que realmente curaría sus heridas era volver al campo de batalla.

Pensaba en el día en que volvería incluso antes de ir a Europa. Para él, las principales zonas de lucha eran las montañas de su país. Así que regresó. No podía permanecer más tiempo lejos de las montañas. Nadie podía retenerlo en Europa. La falta de un ojo no era un obstáculo para que luchara. Sobre todo, no podía soportar que le llamaran veterano. No se veía a sí mismo como un veterano, y seguía pensando que podía quedarse en las montañas y luchar como guerrillero con la emoción del primer día. Con este pensamiento y sentimiento volvió a su país.

Şoreş, la Revolución. Vivió con plenitud y rapidez, llevando la emoción y la moral allá donde iba. Pasó su vida aferrándose obstinadamente a la revolución. No se separó ni un segundo de su esperanza y su entusiasmo guerrillero.

* Şoreş Mardin (Hakim Acar) cayó mártir a consecuencia del ataque lanzado por las fuerzas del KDP en Xelîfan mientras intentaba cruzar de Kandil a Behdinan con sus 6 amigos en la noche del 28 al 29 de agosto. Este artículo fue escrito por sus amigos en las montañas de Dersim.