Se advierte de una reacción en cadena y de una conflagración en la región. Con más de 30.000 civiles muertos en Gaza como consecuencia de los ataques genocidas del ejército israelí, aumentan los llamamientos para que se ponga fin a la guerra de Gaza y diversos actores regionales e internacionales presentan planes para una paz sostenible en Oriente Próximo. Sin embargo, apenas se tienen en cuenta las realidades históricas y sociales de la región. La advertencia del principal teórico y líder del Movimiento Kurdo por la Libertad, Abdullah Öcalan, de que “la mayor catástrofe para una sociedad es perder el poder de pensar sobre sí misma y de actuar con independencia” (1) es especialmente pertinente a la vista de los últimos acontecimientos y debates en torno a la guerra de Gaza. Para las sociedades de Oriente Medio, la última escalada es la continuación de una guerra y un conflicto que vienen de lejos. En Kurdistán y Palestina, en particular, ha habido una guerra ininterrumpida durante cien años.
Oriente Próximo como centro de la Tercera Guerra Mundial
Las crisis y guerras actuales, especialmente en Oriente Próximo, pero también a escala internacional, son categorizadas por el Movimiento Kurdo por la Libertad dentro del marco conceptual y teórico de la “Tercera Guerra Mundial”: “Si rompemos el paradigma orientalista, vemos que el final de la Guerra Fría para Oriente Próximo equivale al salto de la guerra caliente a un nivel superior. El hecho de que la Guerra del Golfo tuviera lugar en 1991, un año después del final de la Guerra Fría, confirma esta opinión”. (2) En esta guerra, la priorización de las zonas geográficas cambia, pero la guerra se libra de diversas formas en muchas regiones simultáneamente. A veces la diplomacia (poder blando) ocupa el primer plano, a veces la violencia (poder duro). La guerra de Ucrania, que dura desde 2022, también encaja en este panorama. Con el ataque de Rusia a Ucrania, la Tercera Guerra Mundial ha salido por primera vez de las fronteras de Oriente Próximo. Sin embargo, los últimos acontecimientos en Gaza-Israel indican que el centro de la guerra volverá a ser Oriente Próximo. Esta Tercera Guerra Mundial, que dura ya casi 35 años, puede definirse también como un proceso de reorganización global en curso desde el colapso de la Unión Soviética. En este marco, estrategias como el “Proyecto Gran Oriente Medio” (GME) se basan principalmente en limpiar Oriente Medio de posibles amenazas para Estados Unidos y Occidente, controlar los recursos energéticos y los corredores de energía, y garantizar la seguridad de Israel.
La Tercera Guerra Mundial puede dividirse en cuatro fases, en las que influyeron y siguen influyendo distintos intereses y actores. En consonancia con los objetivos mencionados, Estados Unidos la inició con la Guerra del Golfo en 1991 y la expansión de su poder militar y político mediante el envío de decenas de miles de soldados a la región. En la segunda fase, Estados Unidos y sus aliados intervinieron en Afganistán e Irak. El complot internacional (3) contra el líder del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), Abdullah Öcalan, también tuvo lugar durante este periodo. Este complot pretendía debilitar la influencia del Movimiento Kurdo por la Libertad en Oriente Próximo. Esto sustenta el importante papel geopolítico y geoestratégico de Kurdistán en esta guerra. La tercera fase se inició con la llamada “Primavera Árabe”, en el curso de la cual los pueblos de Oriente Medio entraron en la escena política como sujeto central por primera vez en la era moderna. Este levantamiento social, que comenzó en Túnez el 17 de diciembre de 2010, provocó un cambio radical en el equilibrio de poder en la región. Desde entonces, las estructuras de seguridad, económicas y políticas existentes en la región han experimentado un proceso irreversible de cambio. Las intervenciones externas de las potencias mundiales en los conflictos y luchas políticas surgidos tras la Primavera Árabe han complicado aún más las ya complejas relaciones regionales. En Siria, Yemen, Irak y Libia, en particular, continúa la encarnizada lucha entre las potencias locales, mientras que, por otro lado, potencias mundiales como Estados Unidos, China y Rusia participan simultáneamente en una encarnizada lucha de poder en la región. Estas luchas de poder entre numerosos actores complican mucho el proceso. Por otra parte, la cuarta fase de la Tercera Guerra Mundial se caracteriza sobre todo por las disputas por el dominio de los recursos energéticos y los corredores de energía. La actual guerra entre Hamás y el Estado israelí también puede considerarse parte directa de la Tercera Guerra Mundial.
Guerras energéticas en Oriente Próximo
En el contexto del proceso de reorganización mundial, la hegemonía estadounidense se desmorona y crece la influencia de Estados como China, Rusia, India, etc., y de comunidades de Estados como los BRICS. En el desarrollo de un orden mundial multipolar, las rutas comerciales y los corredores energéticos también se están reorganizando y los países de Oriente Próximo quieren formar parte de este proceso de negociación de nuevas rutas comerciales principales y corredores energéticos entre Asia y Europa. De este modo, Oriente Medio se ha convertido de nuevo en un campo de competencia entre los principales actores del sistema mundial, a saber, China, Estados Unidos y Rusia. A diferencia de las primeras fases de la Tercera Guerra Mundial, no podemos hablar (todavía) de una tendencia militar. En Estados Unidos, observamos una tendencia a la retirada de las tropas estadounidenses y a la creación de mecanismos de defensa a través de actores locales. El conflicto se desarrolla, por tanto, en el plano de la competencia económica. La cuestión clave para los actores internacionales es saber si China o India serán los principales protagonistas de este comercio. Actualmente, Estados Unidos pretende asegurar el flujo de bienes y servicios hacia Occidente a través de India frente a China y reforzar a India con este fin. China, por su parte, que ha mostrado poco interés en Oriente Medio en el pasado, se ha convertido recientemente en un actor creciente en la región. Además de las iniciativas políticas, China ha realizado importantes inversiones económicas en amplias zonas de Oriente Medio, desde Egipto hasta Siria y los Estados del Golfo. La seguridad energética ha cobrado gran importancia para China, que en la última década se ha convertido en el segundo importador mundial de petróleo. Por ello, la competencia entre China y Estados Unidos por el control de los recursos energéticos mundiales y las rutas de tránsito es cada vez más evidente. La batalla por los recursos energéticos y las rutas de tránsito entre China y Estados Unidos no sólo tiene lugar en Oriente Medio, sino también en Asia Central, el Cáucaso, África y Sudamérica.
Una expresión concreta de esta competencia por Oriente Medio es el intento de minimizar el impacto del proyecto chino de una moderna Ruta de la Seda en la competencia mundial. Así lo anunciaron en la última cumbre del G20, celebrada los días 9 y 10 de septiembre de 2023 en la capital india, Nueva Delhi, los países participantes en el Corredor Económico India-Oriente Próximo-Europa (IMEC) (4). El proyecto discurrirá desde Bombay, en la India, pasando por los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Arabia Saudí y Jordania, hasta el puerto israelí de Haifa; después, a través del sur de Chipre, hasta el continente europeo, hasta el puerto griego de El Pireo, y desde allí, a través de Europa del Este, hasta el puerto alemán de Hamburgo. India, Arabia Saudí, EUA, Italia, Francia, Alemania, Estados Unidos y la UE (Unión Europea) -las partes de este acuerdo- han puesto en marcha el proyecto mediante la firma de un Memorando de Entendimiento. Este proyecto disminuye la importancia geopolítica de Turquía y ha llevado a representantes del Estado turco a proferir amenazas abiertamente, diciendo: “Puede que Turquía no cambie las reglas del juego en la región, ¡pero puede perturbarlas!”. Por tanto, detrás de conflictos como la guerra de Nagorno-Karabaj también se esconden los esfuerzos del gobierno turco por abrir nuevas rutas comerciales a través de Turquía y Asia Central.
La desesperanza del Estado-nación
Aunque estos conflictos y guerras interestatales se centran en la búsqueda hegemónica de poder para asegurarse corredores energéticos y recursos, son las sociedades de la región las que sufren. Para poder desarrollar soluciones democráticas, los responsables de este cementerio de culturas y pueblos deben, ante todo, ser nombrados y rendir cuentas. Para Öcalan, está claro que la fuente de la desesperanza son los propios Estados nacionales: “No podemos hablar lo suficiente de la imposición del estado-nación, que está cercenando la cultura de Oriente Próximo como con un cuchillo. Pues el más incurable de los traumas sufridos fue desencadenado por este cuchillo (…) La herida sigue sangrando. Veamos el conflicto cotidiano entre hindúes y musulmanes en India, la matanza en Cachemira, en la región uigur de China, en Afganistán y Pakistán, la sangrienta lucha de los chechenos y otros en Rusia, los combates en Israel/Palestina, Líbano y todos los países árabes, los conflictos de kurdos con turcos, árabes y persas, las luchas sectarias en Irán, las matanzas étnicas en los Balcanes, el exterminio de armenios, griegos y siríacos en Anatolia. ¿Se puede negar que los innumerables conflictos y guerras en curso, y completamente desregulados como estos, son un producto de la búsqueda capitalista de la hegemonía?”. (5)
La realidad cultural de la región choca con el modelo de estado-nación importado de Occidente. El punto de partida de este orden de Estados-nación es el Acuerdo Sykes-Picot firmado hace más de cien años, el 16 de mayo de 1916, entre Gran Bretaña y Francia sobre la división del Imperio Otomano tras la Primera Guerra Mundial. Fueron las fuerzas de la modernidad capitalista las que diseñaron Oriente Próximo sobre la base de Estados-nación, sin tener en cuenta los intereses y preocupaciones de los pueblos de la región. Al trazar las fronteras, Gran Bretaña y Francia tuvieron en cuenta sobre todo los ricos recursos hídricos y petrolíferos de la región y descuidaron la diversidad de los pueblos. Así, el orden establecido en Kurdistán y Palestina es una expresión de esta intervención operativa de la modernidad capitalista. El orden establecido en Oriente Medio se basa en la negación del derecho a la autodeterminación de ambos pueblos. Por lo tanto, tanto los acontecimientos positivos como los negativos en Kurdistán y Palestina repercuten en toda la región. La lucha de ambos pueblos por conquistas democráticas y de libertad sacude hasta la médula el orden genocida y colonialista de Oriente Próximo. La fundación del Estado de Israel, que condujo a una escalada del histórico conflicto árabe-judío y a la aparición de la cuestión palestina, está estrechamente vinculada a la política de Oriente Próximo de las fuerzas de la modernidad capitalista. Al fin y al cabo, una de las piedras angulares del orden establecido en Oriente Próximo es la existencia y la seguridad del Estado de Israel. La aparición de la cuestión kurda y el hecho de que siga sin resolverse es también resultado del enfoque del Estado-nación. Otros problemas, como el conflicto de Nagorno-Karabaj y el genocidio armenio, también se basan en el enfoque del Estado-nación.
Si no se superan los planteamientos de estado-nación en Oriente Medio, no será posible resolver estos problemas de forma sostenible. Los últimos acontecimientos en Gaza demuestran que los problemas sin resolver podrían sumir a toda la región en una guerra en cualquier momento. Lo mismo puede decirse de la llamada cuestión kurda. La mentalidad de estado-nación y las políticas del Estado turco contra la sociedad y el movimiento de libertad kurdos provocan tensiones, conflictos y guerras permanentes. A diferencia del conflicto palestino-israelí, la dimensión de este conflicto es aún más compleja. Öcalan advirtió: “Si la corriente nacionalista-estatista se impone en Kurdistán, no sólo habrá un nuevo conflicto Israel-Palestina, sino cuatro de ellos”. Estas contradicciones en la región se comportan como un volcán activo a punto de entrar en erupción. Los nacionalismos en Oriente Próximo han conducido a un callejón sin salida y han causado mucha sangre y sufrimiento.
La “Confederación Democrática de Oriente Medio”
La solución del problema árabe-israelí, al igual que la de la cuestión kurda, depende en gran medida de la paz y la democratización de la región. El hecho de que los problemas no puedan ser resueltos por el Estado-nación, sino que, por el contrario, se vean exacerbados por él, se ilustra mejor con el conflicto árabe-judío. Mientras el islam y el judaísmo no se liberen del contexto del poder y del Estado, no podrán reconciliarse. Mientras insistan en ser fuerzas del poder y del Estado, ambas fuerzas encontrarán su existencia en destruirse mutuamente, como han hecho a lo largo de la historia. Según Öcalan, cualquier sistema que quiera aprovechar la oportunidad de ofrecer una solución en Oriente Medio debe, por tanto, llevar a cabo primero una confrontación ideológica exitosa con el nacionalismo, el sexismo, el fundamentalismo religioso y el positivismo. Lo que se necesita es el desarrollo de diversas actividades sociales no orientadas al Estado, democráticas y de liberación del individualismo, que está centrado en el poder y la cultura estatal. Más allá de los planteamientos orientados al Estado y al poder, Öcalan ve la solución en una “confederación de naciones democráticas” (6), en la que todas las identidades culturales lleven una vida pacífica como miembros de una sociedad igualitaria, libre y democrática.
Esta “Confederación Democrática de Oriente Medio” no se entiende como una utopía o un programa político para el futuro, sino como un proyecto que debe construirse paso a paso en todos los ámbitos. Tiene una sólida base social, y la dinámica de la fase política también ofrece posibilidades de despertar democrático. El hecho de que los movimientos democráticos y las fuerzas sociales organizadas con rasgos pequeños y eficaces puedan construir en poco tiempo algo que determine el futuro a largo plazo queda demostrado por el desarrollo del confederalismo democrático en Kurdistán y el nuevo orden social establecido desde hace más de diez años en el autogobierno democrático de la región del norte y este de Siria (Rojava).
El Contrato Social: un nuevo hito en la región
El 12 de diciembre de 2023 se ratificó allí un nuevo contrato social (7). Con ello se pretende hacer justicia a la evolución de los últimos once años y se da un paso importante hacia la consolidación del modelo democrático de sociedad en Rojava. El contrato social tiene en cuenta todas las identidades étnicas, religiones, confesiones, lenguas, culturas y visiones del mundo. Mientras que los enfoques nacionalistas-estatistas propagan la solución de la separación y la división, el enfoque confederal democrático ha vuelto a unir a los pueblos para acordar una vida común basada en la “unidad en la diversidad”. Este despertar democrático en curso en el norte y este de Siria no sólo representa una perspectiva concreta para resolver los problemas sociales de Siria y una inspiración para las sociedades resistentes de toda la región. Para los Estados nacionales de la región y los actores internacionales que insisten en el orden establecido, esta perspectiva también representa un peligro, ya que muestra de lo que son capaces las sociedades que tienen la fuerza de pensar en sí mismas y actuar de forma independiente. Por eso no es de extrañar que los crímenes de guerra cometidos por el ejército turco caigan en saco roto a nivel internacional. Y ello a pesar de que el ex jefe de los servicios de inteligencia turcos y actual ministro de Asuntos Exteriores, Hakan Fidan, anunció abiertamente a principios de octubre del año pasado que toda la infraestructura del norte y este de Siria era un “objetivo legítimo” de las fuerzas de seguridad, el ejército y los servicios de inteligencia.
Los crímenes de guerra como paradigma de política exterior
Los últimos ataques del Estado turco en diversas partes de Kurdistán forman parte de una crónica de violencia que venimos observando especialmente desde 2015, es decir, desde la derrota electoral del gobierno del AKP y la cancelación unilateral de las conversaciones de paz con el PKK. El gobierno turco puso fin a todas las negociaciones con Öcalan y el movimiento kurdo en 2015 y desde entonces aplica una política de aniquilación militar. Con la decisión del gobierno de Erdoğan de ir a la guerra, entró en vigor el plan “Çökertme” (“plan de descomposición”), es decir, la ofensiva político-militar para aplastar al movimiento kurdo por la libertad. En este contexto, la cuestión kurda no se ha tratado como un problema social, sino como una cuestión de seguridad. Después de que en otoño de 2016 el Estado turco lograra adquirir tecnología de drones con la ayuda de varios países de la OTAN, el exministro del Interior Soylu declaró en abril de 2017 que en un futuro próximo nadie hablaría del PKK.
Con este telón de fondo, el Estado turco lanzó una guerra en varios frentes simultáneamente, que continúa hasta el día de hoy. En Kurdistán septentrional, el terrorismo de Estado turco se ensaña con la sociedad kurda y sus instituciones políticas, especialmente con el Partido del Pueblo, la Igualdad y la Democracia (DEM Parti). Más de diez mil activistas, políticos, defensores de los derechos de las mujeres y periodistas se encuentran en prisión política. Sin embargo, la política de guerra del Estado turco contra el movimiento kurdo por la libertad no se limita a Kurdistán del Norte y a Turquía. Una dimensión central del “plan de descomposición” es la nueva doctrina de política exterior de Turquía de hacer la guerra principalmente fuera de su propio territorio estatal. Además de Kurdistán del Norte, el gobierno bajo el liderazgo de Erdoğan está intensificando la guerra en Kurdistán del Sur (norte de Irak) y en Rojava. En los últimos nueve años, miles de civiles kurdos y miembros de las fuerzas de autodefensa han sido víctimas de estos ataques, que los militares turcos justifican con el discurso del “terrorismo”. Las operaciones militares que violan el derecho internacional y los crímenes de guerra se han convertido en el paradigma de la política exterior de Turquía en Kurdistán.
El aislamiento de la política kurda
Otra dimensión de la estrategia del Estado turco, en curso desde 2015, es el aislamiento de la política kurda a todos los niveles. Se inició con el aislamiento total de Öcalan en la isla prisión de Imrali. Desde el 25 de marzo de 2021, se le ha negado el acceso a todos los medios de comunicación y contacto con el mundo exterior, incluidos sus abogados y su familia. Desde hace casi tres años, esta forma de detención es practicada por el Estado turco como detención ilegal en régimen de incomunicación (8) y simboliza políticamente, entre otras cosas, el rechazo de un proceso de paz y la insistencia en la aniquilación y la negación de la existencia kurda. A partir de Imrali, este aislamiento se aplica a todas las prisiones y ámbitos de la vida política de Turquía. La política exterior de Turquía también pretende aislar las zonas de Kurdistán que se organizan según el paradigma del confederalismo democrático. Ya sea el embargo en curso contra la revolución en Rojava, el cerco del campo de refugiados autoadministrado de Makhmur en Kurdistán del Sur y la continua amenaza a la principal zona de asentamiento yezidí de Shengal; en todas estas zonas, la gente está tratando de hacer realidad los principios de la democracia radical, la liberación de la mujer y la ecología. El aislamiento pretende sofocar estos ejemplos de organización social de base y aislarlos del mundo exterior.
Exitosa autodefensa contra el segundo mayor ejército de la OTAN
Aunque Turquía intensificó sus ataques contra el Movimiento Kurdo por la Libertad utilizando todos los medios de un Estado de la OTAN, crímenes de guerra y métodos de guerra especial, no ha conseguido doblegar a la guerrilla kurda ni incapacitarla para la acción. El sistema de unidades especiales acuarteladas, redes de inteligencia, fuerzas paramilitares y una densa red de bases del ejército tampoco ha logrado recuperar el control de las Zonas de Defensa de Medya, en Kurdistán meridional, controladas por el movimiento kurdo por la libertad. Sigue en manos del Movimiento Kurdo por la Libertad. Varias operaciones militares propagandísticas han fracasado y ahora es el propio ejército turco el que está cercado y sufriendo grandes pérdidas. Gracias a las innovaciones técnicas y tácticas de la guerra de guerrillas, el Movimiento Kurdo por la Libertad ha sabido adaptarse al armamento que la OTAN ha proporcionado al ejército turco con drones y nuevos helicópteros. Las elevadas pérdidas sufridas por el ejército turco en operaciones de guerrilla a finales de diciembre de 2023 y principios de 2024 ya no pudieron ser ocultadas ni siquiera por el Estado turco y desencadenaron un debate sobre el significado y la finalidad de las operaciones militares transfronterizas de Turquía.
Las estructuras políticas de las distintas partes de Kurdistán también siguen siendo capaces de establecer su propia agenda a pesar de la fuerte represión y, con la ayuda de la cohesión social, resisten los bombardeos regulares del ejército turco, el embargo y otras formas de guerra.
El paralelismo entre la situación de Öcalan y la sociedad kurda
En este contexto, la campaña “Libertad para Öcalan. Solución política a la cuestión kurda”, iniciada el 9 de octubre de 2023, es una continuación de la resistencia permanente de la sociedad kurda a la política de aislamiento y destrucción de Turquía. Es un objetivo estratégico de la política kurda en medio de la Tercera Guerra Mundial en Oriente Medio, porque la situación de Öcalan está estrechamente vinculada a la solución de la cuestión kurda y a la situación de la sociedad kurda. Es el fundador y líder de pensamiento del movimiento político kurdo y un representante de 50 años de historia política de Kurdistán. Por lo tanto, la cuestión de su libertad incluye no sólo aspectos jurídicos y de derechos humanos, sino sobre todo políticos. El aislamiento de Imrali es el punto de partida de la política estatal turca hacia la sociedad kurda. El Estado turco también es consciente de esta realidad y adapta arbitrariamente la situación de Imrali a la situación política y a los acontecimientos actuales. Estos paralelismos entre la situación de Öcalan en Imrali y la situación de la sociedad kurda existen desde el comienzo de sus 25 años de encarcelamiento. El endurecimiento del aislamiento de Imrali era y es sinónimo de una intensificación de la guerra en Kurdistán. Las fases de diálogo y negociación con Öcalan también tienen un impacto positivo en la vida de la sociedad kurda. Por lo tanto, en la medida en que pueda reducirse el aislamiento de Imrali, las sociedades de Kurdistán tendrán también un mayor respiro y podrá acercarse una solución política a la cuestión kurda.
Además, la libertad del arquitecto que inició el movimiento de base democrático radical, multiétnico y políticamente abierto más fuerte de Oriente Próximo y fundó la filosofía política del Confederalismo Democrático será también un paso significativo hacia una Confederación Democrática de Oriente Próximo.
Notas:
(1) Abdullah Öcalan, Manifesto of Democratic Civilization (Fourth Volume), Democratic Civilization: Ways Out of the Civilization Crisis in the Middle East
(2) ibid.
(3) Illegal kidnapping of Abdullah Öcalan in Kenya on February 15, 1999 and his imprisonment on the Turkish prison island of Imrali, which continues to this day.
(4) https://en.majalla.com/node/303536/politics/all-you-need-know-about-india-middle-east-europe-economic-corridor
(5) Abdullah Öcalan, Manifesto of Democratic Civilization (Fourth Volume), Democratic Civilization: Ways Out of the Civilization Crisis in the Middle East
(6) Abdullah Öcalan, Manifesto of Democratic Civilization (Fourth Volume), Democratic Civilization: Ways Out of the Civilization Crisis in the Middle East
(7) https://nordundostsyrien.de/wp-content/uploads/2024/01/The-Social-Contract-of-the-Democratic-Autonomous-Administration-of-the-North-and0AEast-Syria-Region.pdf
(8) Abdullah Öcalan, Manifesto of Democratic Civilization (Fourth Volume), Democratic Civilization: Ways Out of the Civilization Crisis in the Middle East
FUENTE: Academia de Modernidad Democrática