Resistir a Erdogan
“Cómo perder un país. Los siete pasos que van de la democracia a la dictadura” es el título del aclamado ensayo de la periodista turca Ece Temelkuran.
“Cómo perder un país. Los siete pasos que van de la democracia a la dictadura” es el título del aclamado ensayo de la periodista turca Ece Temelkuran.
Ece Temelkuran, la autora del ensayo “Cómo perder un país. Los siete pasos que van de la democracia a la dictadura”, desgrana los mecanismos a través de los que una democracia puede ser vaciada de contenido hasta convertirse en una merca carcasa.
Hungría y Turquía se han convertido en los dos casos paradigmáticos de eso que ahora llamamos regímenes “iliberales”. En el caso turco no es la primera vez que el autoritarismo asoma la pata en la República fundada hace ahora 100 años por Mustafa Kemal Atatürk. En 1980 un golpe de Estado militar instauró una dictadura que encarceló a miles de personas. Entre ellas estaba Hilal Ünlu, militante de un partido de izquierdas. Tenía 21 años cuando fue detenida.
“Acabamos en una cárcel militar donde nos torturaban a diario”, recuerda esta profesora de inglés, militante del Partido del Trabajo, una de las formaciones que integran el Congreso Democrático de los Pueblos. “Las presas políticas logramos organizarnos dentro de la cárcel y plantar cara a los carceleros”, rememora sobre una dura lucha que no terminó con la excarcelación. “Me vetaron en la educación pública y no me dejaban trabajar. Viví varios años semiclandestina, trabajando de manera irregular, escapando de la policía y cambiando de domicilio”. Ironías de la vida, Hilal terminó dando a clases al hijo de uno de sus antiguos carceleros, un niño con dificultades y que idolatraba a su profesora.
Pareja de un activista asturiano que reparte su tiempo entre Asturia y Turquía, Hilal participa este fin de semana (por el fin de semana pasado)en el encuentro “Hermanas de lucha” organizado por Soldepaz-Pachakuti. En Xixón la acompaña su hermana de lucha Elif Akgül. Ambas compartieron militancia en el sindicato de la enseñanza y en el Partido Democrático de los Pueblos (HDP).
Akgül, profesora de física, pertenece a la minoría kurda, el 18% de la población de Turquía. Su militancia en el movimiento kurdo le llevó en 2014 a la alcaldía de Siirt, ciudad del sureste de Turquía con una población de unos 120.000 habitantes kurdos, turcos y árabes.
Akgül duraría muy poco como co-alcaldesa de Siirt. La tímida liberalización del país se rompería en 2015 con un regreso a los tiempos de la mano dura. El pretexto de la lucha contra la guerrilla del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) serviría a Erdogan para lanzar una ofensiva contra el Partido Democrático de los Pueblos, que había logrado el 13% de los votos, y destituir a sus alcaldes y demás cargos. Miles de militantes acabaron en prisión acusados de colaboración con el terrorismo, y la actividad del partido quedó seriamente condicionada por la represión, si bien el gobierno no ha podido ilegalizarlo.
Akgül fue encarcelada hasta que en 2017 pudo exiliarse en Alemania: “Llevo seis años en Fránkfurt trabajando en el movimiento de mujeres kurdas en Alemania. El movimiento feminista kurdo es ahora mismo muy fuerte”. Aunque formalmente Turquía es una República laica, desde el triunfo de Erdogan en 2014, el país vive un proceso de reislamización que tiene a las mujeres como grandes perdedoras. “Las bodas de niñas o la poligamia se están normalizando aunque sean ilegales”, apunta Hilal.
La mayoría del movimiento kurdo ha evolucionado del independentismo a la defensa de una autonomía basada en el municipalismo, el ecosocialismo, el feminismo y la democracia de base. Ese proyecto autonomista podría ser compatible con un estado turco democrático, laico y plurinacional. Algo que todavía está muy lejos. “Hay gente kurda que no sabe hablar turco y que puede acabar juzgada en una lengua en la que no puede defenderse”, explica Akgül.
La izquierda kurda y la izquierda turca han confluido en el Partido Democrático de los Pueblos, una organización que también defiende a la comunidad LGTBI y a otras minorías culturales del estado turco como los armenios, asirios, azerbaiyanos y circasianos. En las elecciones generales de 2018 lograron el 8,5% de los votos y la tercera posición. Hilal y Elif, que han vuelto a coincidir en Xixón después de bastante tiempo sin verse saben que el camino para la democratización de Turquía es difícil, pero a pesar de todo no tiran la toalla: “Tenemos esperanza en el futuro”.
FUENTE: Diego Díaz Alonso / Nortes