Ante un peligroso silencio internacional, el domingo 17 de abril, el gobierno turco anunció la Operación Garra Cerrada contra la región kurda de Irak (Bashur), en el norte del país. La nueva incursión ordenada por el presidente Recep Tayyip Erdogan es, según la mayoría de las organizaciones políticas, militares y sociales kurdas, una invasión abierta que tiene como mínimo dos objetivos.
Los ataques masivos de Turquía por aire y con tropas terrestres se suman al sinfín de bombardeos que lanza desde hace años contra Bashur. Una de las razones es golpear a las Fuerzas de Defensa Popular (HPG) y a las Unidades de Mujeres Libres (YJA-Star), que conforman la insurgencia del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK). Ambas organizaciones controlan la denominada Zona de Defensa de Medya, en las extensas montañas de Qandil. A su vez, el Estado turco busca imponer puestos militares en el territorio que, con el paso del tiempo, le permitan anexar varias zonas.
Para cometer estas violaciones a las leyes internacionales, Turquía cuenta con el apoyo del Gobierno Regional de Kurdistán (GRK), surgido en 2003 y controlado desde entonces por el Partido Democrático de Kurdistán (PDK), comandando por el poderoso clan de la familia Barzani. Al mismo tiempo, el gobierno de Erdogan se apoya en la impunidad que le brindan Estados Unidos y la Unión Europea (UE), bloques de poder con los cuales tiene fuertes vínculos, más allá de las tensiones públicas que se conocen desde hace algunos años. Al ser el segundo ejército más grande dentro de la OTAN, Turquía se mueve a sus anchas para atacar países o respaldar de forma abierta a grupos terroristas, como sucede en Siria.
Para desentrañar este nuevo conflicto que sacude a Medio Oriente –pero que, curiosamente, tiene una escasa cobertura mediática-, en La tinta hablamos con el periodista kurdo Ferda Çetin, que analizó en profundidad la situación en Bashur, explicó los planes de expansión turcos y recordó que, en la larga historia del pueblo kurdo, la resistencia fue siempre su mejor aliada.
Imagen: Ferda Çetin, periodista kurdo.
—¿Por qué Turquía realiza estos ataques contra Bashur sin que casi no se critique al gobierno de Erdogan?
—Turquía sigue, desde hace años, una política de eliminación contra el pueblo kurdo, en un sentido físico y cultural. Erdogan no acepta que a los kurdos se les garantice algún derecho. Esta es la razón principal de la existencia y continuación de esta guerra. Erdogan es quien ha agudizado la guerra interna y externa en todos los aspectos, no solo por los ataques que está realizando contra la guerrilla kurda en el norte de Irak. Al mismo tiempo, está atacando municipios de la oposición kurda en Turquía, cuyos alcaldes han sido elegidos democráticamente. Lleva a cabo políticas patriarcales y de violencia contra las mujeres, la mayoría de las activistas kurdas que se le opusieron han sido encarceladas, sus ataques también van dirigidos a las y los estudiantes: todas las personas que se ponen del lado de los kurdos y por los derechos del pueblo kurdo son brutalmente reprimidas.
El pueblo kurdo en Turquía no tiene derechos. Frente a eso, el PKK siempre ha luchado por la libertad de los kurdos, en convivencia con otros pueblos, para poner fin a las políticas turcas de masacres y de guerra. El principal objetivo de Erdogan es eliminar a la guerrilla. El motivo de sus ataques en el norte de Irak es debilitar las fuerzas de resistencia guerrillera.
—¿Qué otras razones tiene Turquía para estos nuevos ataques?
—El objetivo estratégico que quiere alcanzar, retomando la historia imperial anterior a la creación de la República en Turquía, es invadir, ocupar y, así, anexar Irak y Siria. Ambos países formaban parte de la antigua configuración del Imperio Otomano antes de la actual República turca. En 2023, expiran los 100 años de vigencia del Tratado de Lausana (1923), que sancionó las actuales fronteras de Turquía. Erdogan quiere aprovechar este plazo para restablecer la antigua configuración del Imperio Otomano invadiendo Siria e Irak. Lo que Erdogan quiere, sobre todo, es apropiarse en Irak del gas y el petróleo que proviene de las ciudades de Mosul y Kirkuk.
El gobierno iraquí aparece débil y dividido a los ojos de Erdogan, con Turquía como miembro de la OTAN, con un ejército muy organizado. Por eso, quiere crear el caos y aprovechar la confusión existente para ocupar Irak y establecerse allí de forma permanente. En este sentido, Turquía tiene experiencias previas de guerras de ocupación: en 1963, invadió militarmente la isla de Chipre y hasta ahora está allí, con su autoproclamada República Turca del Norte de Chipre (RTCN), que ocupa el tercio de la isla al norte del país y solo es reconocida por la propia Turquía. En la actualidad, la situación aún no se ha resuelto y ha llevado a la partición de facto de la isla entre la República grecochipriota de Chipre, reconocida internacionalmente como miembro de la Unión Europea, frente a la dominación divisiva de Turquía. Lo que quiere hacer en Irak, siguiendo el caso de Chipre, es dividir, invadir, ocupar hasta conformarse con su dominio. Para ello, quiere marginar al Movimiento de Liberación Kurdo del PKK y aprovechar el caos y los problemas de Medio Oriente.
—¿La crisis económica y política dentro de Turquía influye para que Erdogan ordene este nuevo intento de invasión?
—Turquía está experimentando grandes problemas políticos y económicos, y quiere aprovechar los problemas que están experimentando Irán, Irak y Siria, desestabilizando estas áreas, violando la soberanía territorial. No hay una perspectiva social en las acciones de Turquía: quiere invadir y puede actuar en esta dirección porque confía en el apoyo y en el silencio cómplice de la Unión Europea, de Estados Unidos y de la OTAN, que no criticarán ni actuarán sobre sus operaciones. Por esto, se puede permitir que esta guerra continúe sin ser perturbada. Cuando Rusia ocupó Ucrania, hubo condenas en todo el mundo a la guerra. Pero mientras Turquía hace la guerra ocupando Irak y Siria, hay un silencio cómplice. Turquía sabe que puede actuar sin ser molestada y utiliza esta situación para aumentar sus políticas de ataque y expansión. Ahora está atacando aldeas civiles en el norte de Irak con bombardeos, quiere evacuarlas de los civiles del sur Kurdistán (Bashur) para poner allí a sus soldados para ocupar el territorio y anexar Irak, hasta Mosul y Kirkuk.
—¿Cómo ves a la población de Bashur con respecto a esta nueva invasión?
—El 14 de abril fue el día real del inicio de esta operación de bombardeos en Irak y, en solo cuatro días, hasta el 18 de abril, los ataques aumentaron considerablemente. En el sur de Kurdistán, todos los partidos políticos, excepto el PDK, denunciaron la invasión de Irak para que todos en el Parlamento pudieran mostrar su oposición y rechazo a la operación: UPK (Unión Patriótica de Kurdistán) y Goran condenaron la invasión de Turquía en Irak. La población en Bashur se ha manifestado todos los días contra los ataques y en apoyo a las guerrillas del Movimiento de Liberación Kurdo.
Imagen: Protestas recientes en Sulaymaniyah, Bashur, contra los ataques turcos / ANF
Dado que el PDK está apoyando a Turquía, la gente denuncia esta colaboración, diciendo que el PDK está traicionando al pueblo kurdo y que, por lo tanto, debe poner fin a su alianza con el Estado turco, el cual debe retirarse inmediatamente del Kurdistán iraquí. Al mismo tiempo, junto a las protestas populares, el gobierno iraquí en Bagdad denunció la invasión de Turquía y la violación de la soberanía nacional del país. También advirtió a Turquía que pusiera fin de inmediato a la operación militar.
En general, en Bashur, la población, los partidos políticos, las organizaciones y los movimientos sociales están en contra de la invasión de Turquía. Solo el PDK ayuda y toma partido a favor de esta invasión, pero, fuera del PDK, todos están en contra de esta guerra y ocupación, y a favor del PKK.
—Si bien Turquía tiene superioridad militar frente a la guerrilla, ¿cuáles son las ventajas que tienen los kurdos para resistir esta nueva avanzada bélica?
—Siempre debemos tener en cuenta que la mayor ventaja de la resistencia es que quienes ocupan, como fuerza de invasión extranjera, no conocen bien el territorio que atacan desde el punto de vista geográfico, pero también desde el punto de vista sociológico, político y hasta psicológico. Quien ocupa queriendo dominar se configura imponiéndose como un invasor violento de las comunidades y de la naturaleza. La fuerza de la resistencia guerrillera no radica en la dominación, sino en el conocimiento y en la defensa de la tierra. Como parte de esa tierra y de la naturaleza, las guerrillas están motivadas con una fuerza extraordinaria hacia la defensa de la vida.
La fuerza psicológica de motivación para la defensa de la existencia radica en la lucha por la justicia y la libertad. Estos valores están en manos de la guerrilla. Los que invaden violentamente, los que cometen crímenes de lesa humanidad, saben que están cometiendo una injusticia y sufren psicológicamente un sentimiento de culpa en medio del ataque indiscriminado, encaminado a la destrucción y la muerte. El invasor ataca para eliminar y dividir, mientras que la guerrilla para defender la vida y pensar en la construcción comunal de su territorio. Esa es la mayor ventaja de la resistencia y siempre lo ha sido.
Si pensamos en la Guerra de Vietnam, por ejemplo, podemos ver cómo Estados Unidos, a pesar de tener a su disposición todas las armas y tecnologías más avanzadas, perdió contra la resistencia guerrillera vietnamita. No debemos olvidar que la tecnología y las armas, por muy desarrolladas que estén, no pueden ser pensadas como separadas del uso que de ellas hace el ser humano y de la psicología con la que se utilizan. Si una persona está cometiendo un crimen de lesa humanidad, atacando a inocentes, el arma que utiliza tendrá una inversión psicológica incapacitante. Es diferente para los guerrilleros, que no tienen necesidad de atacar, pero ven necesario defender la libertad y la existencia en la tierra. El arma mayor en manos de la guerrilla es la profunda convicción en la libertad de la tierra y del ser humano en su diversidad.
—¿Se puede derrotar a Turquía en el plano militar, pero también en el ideológico?
—La ideología detrás de los ataques de Turquía es la asimilación de todas las diferencias. Erdogan inicia relaciones indiscriminadas con cualquier tipo de gobierno dictatorial, donde se genera opresión hegemónica: crea un vínculo con ese gobierno, como, por ejemplo, lo hace ahora con Vladimir Putin, pero también con otros dictadores en Medio Oriente. Todas las poblaciones saben que Turquía está financiando a ISIS (Estado Islámico) y conocen los efectos que ha generado el control yihadista de los territorios. Saben que el Estado turco no acepta religiones distintas a la musulmana y quiere que todos profesen el sunnismo (corriente dentro del Islam).
Imagen: Zonas de Bashur atacadas u ocupadas por Turquía.
Las comunidades en Turquía, en Siria, en Irak, en Shengal (región iraquí de mayoría yezidí) saben que Turquía, en su etnocentrismo racista, no acepta lenguas, religiones y pueblos diversos. Mientras que, donde se ubica el Movimiento de Liberación Kurdo, las comunidades árabe, armenia, asiria, yezidí, conviven en libertad, en diversidad y en democracia radical. Esta es la base de la vida de los pueblos autoorganizados, con relaciones recíprocas que no ven la hegemonía y el lucro como base de su existencia. Las comunidades autoorganizadas no quieren que ningún Estado les diga cómo vivir. En base a su voluntad, deciden vivir libremente y esta voluntad de libertad de las comunidades es la mayor ventaja frente a la guerra impuesta. Esta voluntad es cada día es más grande, no tiene frontera. La defensa de una vida libre de los pueblos con el paradigma del PKK, el confederalismo democrático, no tiene que ver solo con el sur del Kurdistán, sino con la resistencia que se está llevando a cabo en Bakur (Kurdistán turco), con la alternativa que se está construyendo en Rojava (Kurdistán sirio) y con todas las voces que se han alzado estos últimos días desde Europa contra la guerra.
Frente a políticas estatales hegemónicas y sucias alianzas interestatales, el PKK ha construido una alternativa social y popular no con los Estados, sino con los pueblos y las comunidades. Así que, frente a la dominación de la mentalidad de guerra estatal, la construcción de alternativas populares desde las comunidades representa, sin duda, la mayor ventaja.
*Por Leandro Albani para La tinta / Foto de portada: A/D.