Michael Wilk, médico de urgencias y fisioterapeuta en Wiesbaden, Alemania, ha regresado a la Federación Democrática del Norte y el Este de Siria y ha visitado la Clínica Coronaria de la Media Luna Roja kurda (Heyva Sor a Kurd) cerca de Hesekê. La clínica cuenta con 85 camas y actualmente tiene 36 enfermos graves. Lo que falta por completo, según Wilk, son mascarillas FFP2, vacunas y opciones de terapia intensiva. También hay escasez de PCR. Según la Autoridad Sanitaria de la Administración Autónoma, hasta la fecha se han detectado más de 13.000 infecciones por coronavirus en el Norte y el Este de Siria, y 437 personas han muerto.
Michael Wilk apoya a la organización de la Media Luna Roja kurda desde 2014 y elogia la labor de Heyva Sor definiéndola como “excelente e indispensable”. En cuanto a sus observaciones actuales en el nordeste de Siria, Wilk ha señalado:
“Como objeto de odio propagandístico del régimen turco de Erdogan, la región mayoritariamente kurda, pero también multiétnica, es objeto de ataques e invasiones por parte del ejército turco desde hace años. La vida en Rojava se ve afectada por la guerra, los desplazamientos y las infraestructuras, en parte aún destruidas. Junto a la población ancestral viven miles y miles de personas que llegaron huyendo desde otras partes de Siria. La situación de la población, especialmente de los niños y los jóvenes, es extremadamente difícil en vista de estas condiciones, y la reconstrucción de las escuelas y universidades requiere de un gran compromiso y creatividad”.
Una verdadera tarea de Sísifo
“Ahora además se suma el coronavirus a la vida cotidiana de las personas. La pandemia, con el actual aumento extremo de las tasas de infección, está obligando a que se tomen duras medidas con duras consecuencias. Las principales ciudades de Qamishlo y Hesekê están en estricto confinamiento. Las tiendas, las oficinas y los negocios están cerrados, sólo se puede acceder a alimentos y a otros productos de primera necesidad, y las calles de las principales ciudades están inquietantemente vacías. El resurgimiento de la epidemia no sólo se debe a las diversas celebraciones y festividades de marzo; también se sospecha que el mutante británico pueda haber sido importado desde Irak.
El Centro de Emergencia de Covid-19 de la Media Luna Roja kurda está dotado de personal las 24 horas del día, y los equipos trabajan a toda velocidad para procesar las llamadas. En caso de patología clara, se hacen PCR, y si se confirma la Covid-19, se hace una cuarentena domiciliaria para los síntomas menos graves. Se dispone además de atención hospitalaria y se han instalado camas con tanques de oxígeno, unas 500 en total, en varios puntos. Una verdadera tarea de Sísifo. Se está intentando contrarrestar la flagrante falta de equipos y suministros médicos mediante el entusiasmo y la improvisación. Sin embargo, faltan ventiladores adecuados y personal especializado. Aquí todavía no se ha vacunado a nadie”.
La distribución de vacunas refleja las relaciones de poder
Sobre la perspectiva de las vacunas en Rojava, Wilk explica: “Hasta ahora, cerca de dos tercios de las vacunas del mundo se han entregado sólo en seis países. Se necesitan vacunas urgentemente, no se dispone de pruebas rápidas, incluso escasean las mascarillas FFP, y los colegas trabajan sin la protección de la vacuna con pacientes altamente infecciosos. También existe la amenaza de una escasez de PCR.
Es desolador. El uso y la distribución de la vacuna reflejan también las relaciones de poder, de privilegio y de dominación a nivel mundial. Está previsto que un primer envío de la OMS llegue a Siria en mayo, parte del cual se utilizará en las zonas autónomas del nordeste de Siria. Se espera que el envío sea suficiente para sólo el dos por ciento de la población, para proteger de Covid a las personas especialmente vulnerables”.