Olivos de Zirgan abandonados debido a la invasión turca

La gente de las aldeas de la región de Zirgan, del norte de Siria, vive de la agricultura y de la producción de aceitunas. Pero desde la ocupación de Turquía, se ha llevado a las únicas personas que se ganan la vida.

Varios cientos de miles de personas han tenido que abandonar sus hogares desde el comienzo de la guerra de agresión turca contra el norte de Siria el 9 de octubre. Las imágenes del saqueo de los grupos yihadistas respaldados por Turquía, a las casas y apartamentos que han quedado atrás, han estado circulando durante semanas en los medios. La mayoría de las personas tuvieron que abandonar sus hogares y tomar todas sus pertenencias, lo más rápido posible para salvar sus vidas.

La ciudad de Zirgan (Abu Rassan) en el este de Serêkaniyê (Ras al-Ain) se encuentra en las inmediaciones del territorio ocupado por Turquía. Muchas personas ya han abandonado la ciudad y los pueblos de los alrededores. Temen que el ejército turco y sus socios islamistas puedan atacar luego sus áreas de asentamiento. Ya están expuestos a continuos ataques desde los territorios ocupados.

Solo unas pocas personas viven en el pueblo de Rabiat, cerca de Zirgan. La mayoría de ellos también han huido. Idris Hüseyin, que todavía está en el pueblo, describe la situación a ANF: "Nosotros y nuestros vecinos todavía vivimos aquí en el pueblo. Sin embargo, también somos bombardeados al igual que los pueblos de Til Werd y Ereb Xan. También hay ataques aéreos. A menudo no nos damos cuenta del bombardeo hasta que nos alcanzan los misiles. Luego, el polvo se agita por todas partes. Pero no queremos abandonar la tierra de nuestros antepasados. Muchos ya han huido. Se han ido dejando atrás su tierra y sus posesiones".

Hüseyin nos dice que los olivares de Zirgan han sido abandonados. Estos bosques son el regalo de sus antepasados ​​para ellos, pero ahora, debido a los ataques, ni siquiera las aceitunas se pueden cosechar de los árboles. Debido a que vio la condición de la población desplazada en Hesekê con sus propios ojos, con numerosas personas alojadas en edificios vacíos, escuelas y en las calles, no quiere abandonar su pueblo.

"Aquí tuvimos una buena vida. Teníamos buenas relaciones con nuestros vecinos árabes. También había cristianos y armenios entre ellos", dice Hüseyin y señala que las bandas de Turquía confiscaron la tierra de cristianos y armenios en los territorios ocupados.

Hüseyin no sabe cómo continuará la vida en el pueblo. Porque sin la posibilidad de la agricultura y la cosecha de aceitunas no habrá ingresos. Hace un llamado al público internacional para que finalmente tome una posición decisiva contra la guerra de Turquía, para que la gente de la región pueda retomar una vida normal.