Medio Oriente ha experimentado profundas transformaciones durante la última década, con agitaciones políticas que sacudieron las estructuras estatales y reconfiguraron las alianzas y las inquietudes regionales. Entre los problemas más urgentes que han surgido se encuentra la cuestión kurda, ahora un elemento central en las ecuaciones de seguridad y soberanía regionales, especialmente para la República de Turquía.
De la chispa de Bouazizi al caos regional
La ola de levantamientos desatada por la autoinmolación de Mohamed Bouazizi en Túnez se extendió por Libia, Yemen, Egipto, Sudán, Siria y Gaza. En muchos casos, lo que comenzó como revueltas se convirtió en sangrientos conflictos, dejando profundas consecuencias políticas, militares y económicas. Ningún país vecino se vio afectado, y mucho menos Turquía.
Turquía no se mantuvo como un observador pasivo. Más bien, buscó activamente capitalizar la agitación regional afirmando su influencia mediante una nueva forma de neootomanismo. Sin embargo, estas ambiciones chocaron frontalmente con el “Nuevo Proyecto para Medio Oriente” de la coalición internacional, que suponía un desafío directo a la visión regional de Ankara.
Los temores turcos ante el ascenso de los kurdos
A medida que se desarrollaban los acontecimientos, la cuestión kurda adquirió una nueva complejidad. El reconocimiento federal por parte de Irak de la región de Bashur como entidad semiautónoma y el surgimiento del modelo de autogobierno de Rojava, en el noreste de Siria, hicieron saltar las alarmas en Ankara.
Estos acontecimientos intensificaron los temores turcos de un Estado kurdo unificado que se extendiera por Irak, Siria, Turquía y posiblemente Irán, un escenario que durante mucho tiempo el poder estatal turco consideró una amenaza existencial.
Ante estas realidades cambiantes, algunos elementos del Estado profundo turco abrieron discretos canales de diálogo con el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK). Cada vez era más evidente que un reconocimiento limitado de los derechos kurdos podría ser una vía más viable que arriesgarse a una eventual secesión.
Ankara presentó propuestas que incluyen el reconocimiento cultural de la identidad kurda y un sistema de gobierno provincial descentralizado que otorgaría a las zonas de mayoría kurda una medida de autonomía sin poner en peligro la unidad territorial turca.
Condiciones de paz kurdas: de la participación a la autodeterminación
El PKK, si bien no rechaza de plano las negociaciones, estableció condiciones clave para abandonar la lucha armada. Estas incluyen:
-La liberación de todos los presos políticos, especialmente de Abdullah Öcalan y Selahattin Demirtaş.
-El reconocimiento constitucional del pueblo kurdo y del kurdo como lengua oficial en las regiones kurdas.
-La institucionalización de la descentralización administrativa.
-La disolución del PKK y la formación de un partido político civil que represente democráticamente a los kurdos.
-El cese inmediato y total de las operaciones militares contra Rojava.
Un mapa kurdo transfronterizo de facto
Hoy en día se podría decir que están surgiendo los contornos de un “Gran Kurdistán”, aunque con formas no tradicionales. Un kurdo puede ahora, en teoría, viajar desde Qamishlo, en Siria, hasta Duhok en Irak vía Semalka e Ibrahim Khalil, y luego a Turquía por Nusaybin, eludiendo en la práctica las fronteras oficiales.
Esta realidad permite una forma de continuidad geográfica, política y cultural kurda. Si bien aún no es un Estado soberano en el sentido clásico, el sueño de la unidad kurda se está materializando parcialmente. Irán sigue siendo el último bastión del control centralizado sobre su población kurda.
El proceso de paz kurdo-turco representa un momento decisivo en la historia de la región. Si se sustenta en garantías internacionales y reformas constitucionales, podría marcar el comienzo de una era de estabilidad, no solo para Turquía, sino para todo Medio Oriente.
Sin embargo, la continua negación de los derechos kurdos o la indiferencia ante las cambiantes dinámicas regionales solo profundizarán y prolongarán el conflicto. La decisión ahora recae en los líderes turcos: ¿se adaptarán a la corriente internacional y a los llamamientos nacionales a la paz, o se aferrarán a una postura de confrontación que se ha vuelto más costosa que nunca?
FUENTE: Younes Behram / Medya News / Traducción y edición: Kurdistán América Latina