El Estado turco y sus mercenarios están atacando el norte y el este de Siria de todas las maneras posibles. Están utilizando el agua como arma contra el pueblo cortando continuamente el agua procedente de la estación de agua de Alouk, dejando a miles de personas sin agua en Hesekê.
En su declaración del 22 de agosto, la Asamblea del Cantón de Hesekê criticó el silencio de las organizaciones internacionales de derechos humanos sobre las violaciones del Estado turco y advirtió de la gravedad de la situación.
Evîn Cuma, miembro de la Junta de la Asociación de Derechos Humanos de la Región de Cizre, declaró a ANHA que existe un problema con el agua potable de la Estación de Agua de Alouk desde que el Estado turco ocupó Serêkaniyê en 2019, y añadió: "Más de un millón de personas ven negado su derecho a acceder al agua potable. Esto pone en riesgo la vida de los habitantes de la región".
Evîn Cuma añadió: "De acuerdo con el derecho internacional para proteger a los civiles de la guerra, esta situación se considera un crimen de guerra."
Señalando que las enfermedades han aumentado por todo el territorio, especialmente en los campos de refugiados, debido a la escasez de agua, Evîn Cuma señaló: "Los campamentos de Hol, Serêkaniyê y Washûkanî se encuentran en estas regiones. La escasez de agua potable supone un peligro tanto para los refugiados como para la población en general. Comprar agua es también una situación de riesgo porque esta agua no es apta para el consumo como agua potable".
Cuma llamó la atención sobre la disminución de las horas de electricidad y de agua suministradas desde la presa del Éufrates, y añadió: "Las horas de suministro eléctrico son limitadas. La mayor parte de la electricidad disponible se reserva para la estación de Alouk. Pero a pesar de ello, se corta más de la mitad de la cantidad acordada".
Según el acuerdo entre el Estado turco y el gobierno de Damasco, deben entregarse a Siria 500 metros cúbicos de agua por segundo. Pero desde hace más de un año, esta tasa se ha reducido a 200 metros cúbicos.
Dijo Cuma: "El problema del agua del Éufrates lleva años entre Siria, Irak y Turquía. El acuerdo no se respeta y la tasa de agua disminuye. Más de 7 millones de personas viven del agua del Éufrates. Asimismo, la agricultura, la electricidad y las estaciones de agua también se benefician del agua del Éufrates. Todo esto se ha detenido ahora".
Cuma hizo un llamamiento al Comité Internacional de la Cruz Roja, a la ONU y a las potencias garantes de la región, para que presionen al Estado turco para que deje de utilizar el agua como arma de guerra contra el pueblo.