La muerte de un joven mapuche provoca disturbios en Chile

Frente a este panorama amenazador, los mapuches (gente de la tierra, en su idioma) han organizado a ambos lados de la frontera una resistencia basada en su peculiar organización comunitaria y su reafirmación como pueblo indígena originario

La muerte del joven mapuche Camilo Catrillanca, de 24 años, el pasado 13 de noviembre, durante una operación del equipo especial de la gendarmería chilena, Jungla, dio lugar a versiones contradictorias por parte de las autoridades.

Mientras el Gobernador de la Araucanía respaldó la versión de los carabineros y sostuvo que el joven tenía "antecedentes de acciones criminales", el Ministro del Interior y el Presidente en Funciones, Andrés Chadwick, declaró en el Congreso que se había abierto una investigación. Al mismo tiempo, varias fuentes y familiares de la víctima negaron que Camilo tuviera antecedentes penales.

Numerosos testimonios contradecían la versión policial, que afirmaba la implicación de Catrillanca en un asalto a una escuela cercana de donde robaron tres vehículos, lo que llevó a una operación de las patrullas del grupo especial de policía Jungla, perteneciente a los Carabineros.

Jaime Huenchullán aseguró, por ejemplo, que había visto a Catrillanca "cinco minutos antes, de su muerte, rodeado de sus animales. Estaba en el campo". Otros testigos confirmaron que conducía un tractor a su casa, acompañado por un menor, y que se dio la vuelta cuando vio la operación de la policía. Una historia que coincide con la autopsia preliminar que certificó su muerte como resultado de un disparo único y preciso en el cuello.

También se supo que durante la intervención del grupo policial, otras cuatro personas resultaron heridas por balas, y fueron detenidas, al igual que el menor de 15 años que acompañaba a Catrillanca en el tractor.

Primeras responsabilidades y crisis de una política estatal contra los mapuches.

Las comunidades mapuche han sufrido ataques similares durante décadas sin que sus autores sufrieran consecuencia alguna. Sin embargo, en este caso, la fuerte respuesta social y política ha asegurado que el caso no se va a cerrar.

Así, un general y un coronel de los Carabineros tuvieron que renunciar, mientras que cuatro miembros del grupo "Selva" fueron dados de baja del cuerpo, al ser miembros de la patrulla que disparó. El alcalde de la araucanía también ha dimitido.

Al mismo tiempo, la policía judicial y la Fiscalía regional iniciaron una investigación criminal, y cabe señalar que la mencionada Fiscalía tiene una Unidad Especial de Derechos Humanos, como resultado de una decisión de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos tras un incidente similar en la región, la muerte de Alex Lemús en 2002

Simultáneamente, las repercusiones políticas se han hecho evidentes, por ejemplo, el diputado y portavoz del Frente Amplio, Gael Yeomans, declaró: "Ante esto, no puede haber posibilidad de relativizar, también buscaremos las responsabilidades políticas".

Sus palabras apuntaban directamente a la política del gobierno llamada "Plan Araucanía". Una política anunciada apenas unos meses antes, que aunque abre canales de diálogo con las comunidades indígenas, al mismo tiempo mantiene intacta la antigua práctica de la militarización intensa en esta región conflictiva del país.

Un buen ejemplo de esto es precisamente el grupo Selva, presentado hace unos meses por el gobierno como una herramienta especializada para combatir el "terrorismo" en el área.

Por su parte, José Alwin, Director del Observatorio Ciudadano y asesor del Instituto Nacional de Derechos Humanos, profundizando en el tema de la represión, declaró: "Ercilla, el municipio de la muerte de Camilo, es un espacio asediado. Estábamos esperando que esto suceda. Es una crónica de una muerte anunciada ”.

Mientras tanto, las protestas de las comunidades mapuche, que declararon varios días de movilización permanente, se encontraron con reacciones en la propia capital: el 15 de noviembre, más de cinco mil personas participaron en una manifestación, que fue duramente reprimida desde el principio por las fuerzas. De Carabineros, produciendo fuertes y violentos enfrentamientos durante horas en el corazón de Santiago de Chile, paralizando así la capital.

Entendiendo el conflicto mapuche

Los medios de comunicación han resaltado en este caso aspectos muy humanos, como el hecho de que Camilo Catrillanca era el padre de un niño pequeño y su pareja está embarazada de seis meses. Su abuelo y su padre son líderes comunitarios muy respetados entre los mapuches y el propio Camilo, desde muy joven, había sido un valioso activista y defensor de su comunidad Temucuicui y la cultura mapuche.

Los mapuches de hoy reclaman, así como a lo largo de su larga historia de resistencia, la defensa de sus territorios fértiles y sus numerosos recursos naturales. Durante siglos, su cultura ha mantenido un uso y explotación comunal y racional de la tierra, que sostiene la continuidad de su cultura: religión, idioma, tradiciones y organización comunitaria democrática a través de la elección de sus líderes.

Su economía actual se basa en la agricultura, el ganado y una rica tradición artesanal, mientras que sus comunidades están ubicadas tanto al sur del río Bio-Bio en Chile como en la pampa argentina, mientras que parte de su población también se encuentra en las capitales de esos paises

Según estimaciones aproximadas, la población actual se puede estimar en unas 900.000 personas en Chile y 150.000 en Argentina.

Cifras que son inexactas dado que este pueblo indígena, a pesar de su número, no tiene reconocimiento oficial en ninguno de los dos países. Asimismo, no tienen autonomía, reconocimiento territorial o étnico-cultural.

El despojo histórico y constante de sus tierras tradicionales y comunitarias, ha agregado en las últimas décadas nuevas amenazas como las políticas estatales de Chile y Argentina, que consisten en la apropiación de grandes terrenos en favor de una agricultura de exportación insaciable, controlada por terratenientes y grandes compañías y acompañadas por el daño ecológico consiguiente, la explotación intensiva de enormes recursos en las masas de agua y bosques de sus territorios y la voraz minería internacional moderna.

Frente a este panorama amenazador, los mapuches (gente de la tierra, en su idioma), ambos lados de la frontera, han organizado su resistencia en función de su organización comunitaria peculiar y su reafirmación como pueblos indígenas originales.

Los reclamos y la resistencia son difíciles de manejar por las élites políticas y económicas dominantes en estos dos grandes países del Cono Sur.