Un terremoto de magnitud 5,9 sacudió la frontera entre el norte de Kurdistán (Turquía) y el este de Kurdistán (Irán) el 23 de febrero. La mayor destrucción ocurrió en el lado turco de la frontera, en el barrio rural de Özpınar (Elbis) en el distrito de Bakale, en Van. Nueve personas murieron allí, y casi todas las casas y establos se desplomaron.
Según las cifras del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), 630 edificios se han derrumbado y cientos más ya no son habitables. Frente a esto, las personas se ven obligadas a permanecer en tiendas de campaña en temperaturas bajo cero.
Las fuerzas de seguridad detuvieron la entrega de ayuda a las aldeas afectadas en Başkale, proporcionada por las autoridades locales del HDP. Aunque el gobierno del AKP afirma estar ayudando a las víctimas del terremoto, no hay señales de esto en el terreno. Los aldeanos exigen inmediata ayuda y se quejan de que solo se han distribuido carpas de verano, que no satisfacen las necesidades básicas. La comida se distribuye una vez al día, según cuenta el aldeano Fatih Acar. Su esposa e hijos han abandonado el pueblo y han encontrado refugio en Van.
Según el miembro del HDP, Muazzez Orhan, todas las entregas de ayuda han sido detenidas por el AKP.