Antonio Negri: “Öcalan es un preso que se está volviendo mítico”
En su día, y tras leer a Öcalan, Toni Negri escribió: “Realmente me encantaría expresar directamente a Öcalan mi respeto por él y el honor que supone presentar sus escritos".
En su día, y tras leer a Öcalan, Toni Negri escribió: “Realmente me encantaría expresar directamente a Öcalan mi respeto por él y el honor que supone presentar sus escritos".
El filósofo y teórico político italiano Antonio (Toni) Negri falleció ayer en París a la edad de 90 años.
Amigo del pueblo kurdo y ávido lector de los libros de Abdullah Öcalan, Antonio Negri definió al líder kurdo como un "Antonio Gramsci para su propio país. Un ejemplo para todos".
Como homenaje a Negri publicamos el texto que escribió tras leer el Manifiesto por una civilización democrática: la era de los dioses enmascarados y los reyes disfrazados.
En el mensaje que adjuntó al enviar el texto, Negri escribió: "Realmente me encantaría expresar directamente a Öcalan mi respeto por él y el honor que supone presentar sus escritos":
Es extraordinario leer este libro de Öcalan, un hombre encarcelado pero todavía capaz de desarrollar un pensamiento que destruye toda cerrazón, un líder político que, en condiciones imposibles, sigue produciendo y renovando una enseñanza ética y civil para su pueblo. Un Antonio Gramsci para su propio país. Un ejemplo para todos.
En este libro, Öcalan aborda los orígenes de la civilización y el dualismo (clase y civilización) que ha caracterizado nuestra vida civil desde el principio de la historia: por un lado, el Estado y, por otro, la comunidad. Lo que nos descubre en términos antropológicos y etnológicos, de la historia de las lenguas indoarias y de las estructuras sociales del Creciente Fértil y, posteriormente, del desarrollo de la sociedad civilizada, es en realidad una gran metáfora, un paradigma que anticipa las figuras de la sociedad capitalista. En estas páginas nos dice: "Investigué primero cómo se preparó el terreno para el surgimiento de la ‘modernidad capitalista’ y mostré cuán falsa es la pretensión del capitalismo de presentarse como un sistema final definitivo" Dicho de otro modo: cuán falsa es la pretensión de que el capitalismo representa el "fin de la historia". Este cuento de hadas imperial, difundido tras el final de la Guerra Fría, representaba la esperanza capitalista de un statu quo estable y permanente, en el que la hegemonía de las élites capitalistas fuera definitiva y su acumulación de riqueza estuviera finalmente garantizada. Öcalan se burla de esta esperanza y muestra cómo no sólo es falsa en sí misma, sino perjudicial para todo régimen de verdad, para toda posibilidad honesta de decir la verdad. Esta última consiste en formar parte de la transformación de la historia y de las luchas que la determinan: sólo así puede captarse la verdad en su relatividad y afirmarse en su absolutez. Pero esto no basta. Aquí también estudia, y es la tesis principal de este volumen, "la lucha (que puede remontarse al menos a hace cinco mil años) entre la civilización-Estado y la civilización democrática, esta última constituida por las comunidades agrícolas y aldeanas anteriores al Estado. Todas las relaciones ideológicas, militares, políticas y económicas, todos los conflictos y luchas, tienen lugar bajo estos dos sistemas principales de civilización". Ahora bien, "el sistema de la sociedad estatista, construido sobre la base de la formación entrelazada de clases, ciudades y Estados, se ha multiplicado hasta la fase financiera, última fase del capitalismo, que se basa principalmente en la explotación y la opresión de las comunidades agrícolas y aldeanas y, más tarde, de los trabajadores urbanos. La pervivencia de la civilización estatista durante cinco mil años a pesar de la civilización democrática es esencialmente posible gracias a su hegemonía ideológica. Los sistemas basados en la coerción y la tiranía sólo pueden triunfar si tienen hegemonía ideológica. Por lo tanto, el principal conflicto tiene lugar no sólo en el plano de la división de clases, sino también en el plano de la civilización".
De estos supuestos se deriva la reconversión programática que Öcalan ha imprimido al movimiento kurdo de liberación nacional desde la década de 1990, transformándolo en un proyecto de "autonomía democrática". Öcalan afirma que los tres males de la civilización contemporánea son los Estados-nación, el capitalismo y el patriarcado, y que todos juntos constituyen lo que él denomina la "modernidad capitalista". El objetivo de la "autonomía democrática", en cambio, es recrear una sociedad política y moral que ha sido destruida por la modernidad capitalista. Lo ocurrido en Rojava, en la Siria kurda, nos da una idea de lo que puede ser la autonomía democrática descolonizada y una medida del poder de esa idea.
Observemos bien esta premisa: es una declaración de guerra teórica contra "el nacionalismo primitivo que aspira a un Estado-nación". Observemos el poder revolucionario de esta afirmación, tanto en el mundo de las ideas como en la esfera de la política. Observémosla en una época en la que izquierda y derecha tienden a confundirse en ideologías soberanistas, nacionalistas y reaccionarias. Pero Öcalan insiste: su rechazo de la soberanía nacionalista también se dirige específicamente contra cualquier movimiento de izquierda tradicional que se adhiera a estos conceptos y, por tanto, "a las estúpidas ideologías en las que se basa el sistema capitalista occidental". La posición de Öcalan nos recuerda las luchas que los movimientos autónomos de la segunda mitad del siglo pasado sostuvieron contra aquellas posiciones "tercermundistas" que, sobre todo en los movimientos anticoloniales en nombre de la unidad nacional, olvidaban toda connotación de clase, ¡entregándose así a ser neutralizados y manipulados por el mando capitalista! Esta guerra teórica se desarrolla pues con gran coherencia, identificando en el pueblo kurdo, esta "nación que no es una nación", un verdadero ejemplo de motor de lucha contra la "modernidad capitalista", es decir, contra el capital y toda concepción soberana de la nación. "La gran mayoría (de este pueblo) que aspira a una vida en libertad, encontrará sus propias vanguardias para realizar este deseo. Esta mayoría tiene tanto la fuerza para dejar atrás el modo de vida medieval como la fuerza para huir del ideal de Estado-nación ofrecido por el sistema y considerado una potencia por la modernidad capitalista, un sistema que no ha proporcionado a ningún otro pueblo la posibilidad de vivir en libertad. Dadas las peculiaridades históricas, geográficas y hereditarias del Kurdistán y de los kurdos, el confederalismo democrático es la forma política más adecuada. Esta forma de administración ofrece también la mejor oportunidad de alcanzar los ideales de igualdad y libertad. Es sobre este modelo de comunidad, en la forma política de la "confederación democrática", sobre el que pueden reconstruirse el Kurdistán y Oriente Medio.
No basta con admirar el formidable "último esfuerzo" de la percepción de un Geist de la historia performativa de una comunidad, de una confederación democrática, que este hombre, líder indiscutible de una comunidad de pueblos libres, dispersos por todo el mundo, ha sido capaz de imprimir a una lucha de liberación nacional, transformándola en una figura completamente nueva y poderosa del internacionalismo proletario. Otros líderes de procesos de liberación nacional y proyectos de descolonización, como Aimé Césaire y Leopold Senghor, ya se habían negado a aceptar la doxa de que la autodeterminación requiere un Estado soberano. Pero estos autores y líderes no han cumplido su promesa. La fuerza de Öcalan y su pueblo para avanzar hacia la "confederación democrática", sin embargo, ha tenido éxito hasta la fecha.
Öcalan defiende el derecho a la utopía y atestigua que todo revolucionario puede hacerlo. No nos dejemos conmover, sin embargo, por esta opción ilustrada. La utopía de Öcalan, como pronto descubrimos, es extremadamente concreta: ¡se encarna en las luchas y el orden de las zonas liberadas por las milicias kurdas! Una verdadera utopía, eso es lo que defiende Öcalan, una joya preciosa que se opone firmemente al renacimiento, tan común hoy en día, de los nacional-fascismos. La utopía de la confederación democrática de los pueblos encarna un proceso real que ganará todas las batallas.
Öcalan es un preso que se está volviendo mítico, como fue el caso de Mandela en el siglo XX, así es su caso en el XXI. Expresa una serie de conceptos que en el siglo XXI se están convirtiendo cada vez más en los cimientos de la construcción política de un nuevo mundo.
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