Arriesgar la vida para salvar otras

Hesekê hace tiempo que se liberó del terror del ISIS, pero las minas y las trampas explosivas de los yihadistas siguen acechando por todas partes en el cantón del noreste de Siria. Tres mujeres quieren cambiar esto.

Mûna Beşîr Xelîl, Yasmîn Silêman y Mîdiya Eslan Deqorî son tres mujeres kurdas del noreste de Siria. Cada una de ellas tiene una historia de vida diferente, pero un destino común las une: La guerra y el terror asolan partes de Siria desde hace diez años. El conflicto ha producido una catástrofe humanitaria indescriptible, una tragedia casi inimaginable de la que Mûna, Yasmîn y Mîdiya también fueron testigos desde el principio. Hoy, estas tres mujeres no sólo comparten recuerdos del pasado, sino un objetivo común: deshacerse de los peligros explosivos de los yihadistas del autoproclamado ISIS, las minas y los explosivos manipulados. Su objetivo: arriesgar la vida para salvar otras.

ITF en Rojava durante dos meses

El ITF ( Sistema de Mejora de la Seguridad Humana, antes llamado Fondo Fiduciario Internacional de Desminado y Asistencia a las Víctimas de las Minas) se creó hace 23 años por iniciativa del gobierno esloveno. El ITF debía encargarse de la retirada de minas en el territorio de la antigua Yugoslavia, especialmente en Bosnia y Herzegovina, según lo acordado en el Acuerdo de Paz de Dayton. Hasta la fecha, los especialistas de la ITF también se han desplegado en Afganistán, Albania, Israel, Gaza, Kirguistán, Colombia, Libia, Ucrania y varios países de África Occidental. En el proceso, se han limpiado cientos de millones de kilómetros cuadrados de tierras contaminadas de trampas mortales. Durante los últimos dos meses, un equipo de la organización de la sociedad civil ha estado en la región autónoma del norte y el este de Siria. Su trabajo se centra en la zona de Hesekê. Mûna, Yasmîn y Mîdiya también trabajan allí. Necah Meîş, de la agencia de noticias para mujeres NuJINHA, las acompañó.

Mûna en busca de minas

Contaminación sistemática por parte del ISIS

Mûna Beşîr Xelîl sólo tiene 22 años. Han pasado dos años desde que esta madre de dos hijos empezó a trabajar como desminadora. Antes de eso, pasó por una fase de formación intensiva. Cuando se le pregunta por qué decidió aceptar este peligroso trabajo, Mûna señala: "El ISIS minó sistemáticamente lugares durante su retirada para impedir que los desplazados se reasentaran. Muchas personas perdieron la vida a causa de esto, especialmente los niños. Los supervivientes siguen teniendo muchas cicatrices actualmente. No quiero que muera más gente".

Las dragaminas de Hesekê

La compañera de Mûna de la misma edad, Yasmîn Silêman, perdió un hermano en la lucha contra el ISIS en 2015. Desde hace tres años, participa en varios proyectos de desminado dentro de las estructuras de autogobierno. "Ciertamente, es peligroso eliminar los peligrosos legados del ISIS. Pero, en última instancia, lo que está en juego es el futuro seguro de todos nosotros", afirma. Yasmîn se alegra de formar parte del equipo. "Lo que más me gusta es el hecho de que trabajamos en un entorno libre de discriminación y sexismo, y la igualdad de género no se pasa por alto".

Yasmîn Silêman

Lugares donde los niños crecen felices

En la zona donde trabaja, un niño pisó una mina hace tiempo y perdió las dos piernas. "Por eso nuestro trabajo es especialmente importante. Imagínense que limpiáramos esta tierra de minas y la entregáramos a sus propietarios. La tierra podría volver a cultivarse de forma óptima y dar a la gente un medio de vida. O podría convertirse en una escuela, un lugar para educar a los niños que son felices. ¿No merece la pena?", pregunta Yasmîn.

Hasta hace poco, Mîdiya Eslan Deqorî vivía en Til Temir, una ciudad predominantemente cristiana en el valle llano del Xabûr (Khabur). Perdió a su marido en la invasión yihadista turca en octubre de 2019. Entonces se trasladó a Hesekê con sus dos hijos. "No sólo quiero soñar con un futuro en el que haya paz y tranquilidad y mis hijos puedan crecer sin preocupaciones. Quiero forjarlo yo misma", dice Mîdiya. Es consciente del riesgo que conlleva su trabajo, y añade: "Pero me he acostumbrado al peligro potencial. Sólo hago mi trabajo para prestar un servicio a los pueblos de mi tierra. Al fin y al cabo, no sólo estamos retirando los restos del ISIS, sino creando hábitats nuevos y seguros. Eso es lo que importa".