El Grupo de Acción de Derechos Humanos kurdo en Sudáfrica (KHRAG) y el Congreso de Sindicatos de Sudáfrica (COSATU) han lanzado en Sudáfrica la campaña ‘El momento ha llegado: Libertad para Abdullah Öcalan’.
En su llamamiento, la mayor confederación sindical de Sudáfrica y el KHRAG subrayan que “las Naciones Unidas sentaron un precedente con su llamamiento a la liberación de Nelson Mandela, y además desempeñaron un papel crucial en la aprobación de las denominadas Reglas Nelson Mandela que establecen las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el trato de los reclusos. Estos precedentes sientan las bases del trato a los presos políticos, y también confirman que la liberación de líderes auténticos y creíbles es crucial en cualquier proceso de paz”.
El ‘objetivo clave’ de la campaña dice que el llamamiento tiene la finalidad de “promover una paz justa en Turquía y en la región. El régimen autoritario del Presidente Erdogan ha seguido en los últimos años una política interna y externa de expansionismo y agresiones que han afectado negativamente a los kurdos en Turquía y han socavado los esfuerzos de paz en Oriente Medio, el norte de África, el Cáucaso y Europa”.
El llamamiento reitera que “la liberación de Abdullah Öcalan, como representante legítimo del pueblo kurdo, es esencial para allanar el camino hacia la paz, en Turquía y en la región”.
También señala que las críticas internacionales a Turquía por su continuo abuso de los derechos humanos y sus políticas expansionistas han aumentado, y añade: “Somos muy conscientes de que la movilización de todos los amantes de la libertad en todo el mundo contra el régimen del apartheid condujo a la liberación de Nelson Mandela y a la formación de un Estado democrático en Sudáfrica. Del mismo modo, creemos que la liberación de Abdullah Öcalan podría crear las condiciones necesarias para una resolución pacífica de los conflictos en Turquía y la región de Oriente Medio”.
Esta campaña está dirigida a las Naciones Unidas, de las que Turquía también es miembro. “Creemos que una campaña de solidaridad internacional coordinada puede crear el impulso necesario para que las Naciones Unidas actúen”.
A continuación, publicamos la carta que los promotores de esta campaña han enviado al Secretario General de la ONU, António Guterres, y que puede ser utilizada como ejemplo para que los activistas se la hagan llegar también a través de esta dirección:
Mr António Guterres
Secretary-General United Nations, UN Headquarters, S-3800, New York, NY 10017. USA. E-mail: [email protected]
Carta abierta de la campaña internacional
El momento ha llegado: libertad para Abdullah Öcalan hacia una paz justa en Turquía
Querido Sr. Secretario General:
Las Naciones Unidas se establecieron para mantener la paz y la seguridad, y para desarrollar relaciones amistosas entre las naciones. Creemos que el desprecio de los derechos humanos fundamentales, tal como se definen en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y los tratados internacionales conexos, es una fuente importante de los conflictos armados en curso, que requieren de la participación de las Naciones Unidas para su solución. Encomiamos su compromiso para resolver los conflictos violentos mediante el diálogo y las negociaciones y su apoyo a la consolidación de la paz en diversos países afectados por conflictos armados. Así pues, nos dirigimos a usted con gran esperanza y expectativas en que nos ayude a resolver uno de los conflictos de mayor duración del mundo con graves violaciones concomitantes de los derechos humanos.
La República de Turquía, estado miembro de las Naciones Unidas, representa una amenaza fundamental para la paz y la estabilidad en el mundo actual. Bajo la presidencia de Recep Tayyip Erdogan, Turquía se ha convertido en una importante amenaza para el orden regional y mundial, llevando a cabo una política exterior agresiva conintervenciones militares directas en varias zonas de conflicto, violando así las normas y reglamentos jurídicos internacionales. La política expansionista de Turquía en Siria y en Irak y las intervenciones en Libia, el Mediterráneo oriental y el Cáucaso han causado o intensificado conflictos sangrientos que se suman a las crecientes violaciones de los derechos humanos, a la pérdida de vidas, a los desplazamiento y a la inestabilidad general.
Turquía ha mostrado poco respeto por el principio básico de la soberanía de los estados miembros de las Naciones Unidas y ha violado abierta y repetidamente la integridad territorial de sus vecinos y otros países. En marzo de 2018, Turquía ocupó la ciudad kurda de Afrin y las zonas circundantes en el Norte y el Este de Siria. Como la ONU no condenó la invasión turca como una ocupación y no tomó medidas, Turquía ha continuado su política de ocupación hasta el día de hoy. En 2019, Turquía ocupó las ciudades y las zonas circundantes de Ra's al-Ayn (Serêkaniyê) y Tal Abyad (Girê Sipî), también en situadas en el Norte y el Este de Siria. La Comisión Internacional Independiente de Investigación de las Naciones Unidas sobre la República Árabe Siria publicó el 14 de agosto de 2020 un informe de 25 páginas en el que presentaba las conclusiones de las investigaciones realizadas entre el 11 de enero y el 1 de julio de 2020. En el informe se documenta la forma en que el Ejército Nacional Sirio (ENS), respaldado por Turquía, puede haber cometido crímenes de guerra como toma de rehenes, tratos crueles e inhumanos, torturas y violaciones en Afrin y en sus alrededores.
La política interna y externa del Estado turco se caracteriza por la misoginia, la discriminación y la opresión, y el Estado y el ejército turco tienen un largo historial de violaciones sistemáticas y graves de los derechos humanos contra minorías religiosas en peligro, como los yazidíes, los cristianos y los alauitas, y contra los defensores de los derechos humanos y la oposición democrática, incluidos los de fe islámica. Estos son sólo algunos ejemplos de cómo Turquía, un estado miembro de las Naciones Unidas, ignora deliberadamente sus obligaciones internacionales. Sólo en el último año, numerosas organizaciones internacionales, entre ellas el Parlamento Europeo, el Consejo de Europa, la OTAN y la Liga Árabe, así como el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, celebraron reuniones especiales o emitieron informes en los que condenan acertadamente el retroceso de la democracia en Turquía y las violaciones de los derechos humanos.
Creemos que ha llegado el momento de instar a Turquía a que cumpla con sus obligaciones de conformidad con el derecho internacional humanitario y, en particular, a que se atenga a los tratados de las Naciones Unidas de los que es parte. El Gobierno turco ha declarado la ley marcial y, en consecuencia, ha derogado el derecho internacional con respecto a los kurdos en Turquía. Las Fuerzas Armadas turcas atacan constante y sistemáticamente las zonas kurdas del Norte y el Este de Siria y del norte de Irak con total impunidad, arriesgando la vida de civiles y construyendo y manteniendo bases y puestos avanzados militares en esas regiones. Esto es una flagrante violación del principio de la soberanía nacional, que las Naciones Unidas tratan de defender.
Desde su fundación, Turquía ha aplicado una política dura e intransigente de negación oficial de la existencia del pueblo kurdo, de su identidad y de su cultura distintivas, a pesar de ser la mayor nación no turca dentro de las fronteras modernas de Turquía. Esta campaña de negación y persecución ha incluido ejecuciones extrajudiciales, secuestros, la destrucción de miles de aldeas y otras violaciones de los derechos humanos. Como consecuencia directa de esta política, estalló un conflicto armado entre las fuerzas armadas turcas y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) que ya suma casi cuatro décadas. Este conflicto ha sido caracterizado como un conflicto armado no internacional por muchas organizaciones especializadas y expertos internacionales, incluido el más alto tribunal de Bélgica. Ha habido varias iniciativas nacionales e internacionales para resolver este conflicto armado de manera pacífica, y todas han sido acogidas y apoyadas por el líder del PKK, el Sr. Abdullah Öcalan, que fundó el PKK en 1978 y que ahora lleva más de 20 años en prisión en régimen de confinamiento solitario. El Sr. Öcalan, aceptado por millones de kurdos como representante legítimo del pueblo kurdo y líder de su resistencia contra la opresión del Estado turco, desempeñó un papel fundamental en las conversaciones sobre una solución pacífica de 2013 a 2015 con el Gobierno turco. Es el interlocutor necesario e indiscutible para alcanzar una paz honorable y efectiva. La liberación del líder del pueblo kurdo, el Sr. Abdullah Öcalan, es vital para solucionar la cuestión kurda.
Para una solución pacífica de la cuestión kurda y, en términos más generales, para proteger los derechos humanos y garantizar la aplicación del derecho humanitario y el derecho internacional, las Naciones Unidas deben colaborar con el Sr. Öcalan y, como primer paso, abordar el aislamiento y las condiciones inhumanas que soporta en prisión y comprometerse con su liberación inmediata.
A pesar de las políticas intransigentes del gobierno turco y sus acciones agresivas contra los que defienden el diálogo y promueven las iniciativas de paz, el pueblo kurdo sigue exigiendo una solución pacífica y democrática a la cuestión kurda. En todo el país, el pueblo kurdo es castigado con la ley marcial, y el líder del pueblo kurdo, el Sr. Abdullah Öcalan, que ha mostrado repetidamente su interés en trabajar por la paz y la justicia en Turquía, se enfrenta a un aislamiento y a un confinamiento solitario continuados. Además, la aplicación de la estrategia de Abdullah Öcalan de una sociedad democrática en igualdad de género y la coexistencia de las distintas sociedades étnicas y religiosas por los kurdos ha dado lugar a una nueva esperanza de paz.
El Comité para la Prevención de la Tortura (CPT) del Consejo de Europa confirmó en su informe de agosto de 2020 nuestras afirmaciones sobre las condiciones inhumanas de la prisión cerrada de alta seguridad tipo F de Imrali en la que se encuentra el Sr. Öcalan desde 1999. En cuanto a las condiciones en Imrali, cabe reseñar que se impuso una prohibición total de los contactos con el mundo exterior (incluida la correspondencia) a todos los reclusos, lo que dio lugar a un tipo de encarcelamiento incomunicado. El CPT declaró que “este estado de las cosas no es aceptable y contraviene claramente diversas normas internacionales de derechos humanos”. El CPT consideró que la Ley de Ejecución de Sentencias y Medidas de Seguridad de Turquía es fundamentalmente defectuosa y que debía revisarse no sólo en la prisión de Imrali, sino en todo el sistema penitenciario de Turquía en su conjunto. Todas las solicitudes de los abogados y casi todas las solicitudes de los familiares para visitar al Sr. Öcalan han sido denegadas desde octubre de 2014. Esto representa una clara violación de los derechos humanos básicos. Recordamos el informe del Relator Especial de la ONU Juan Méndez a la Asamblea General de la ONU en octubre de 2011, donde declaró que la reclusión en confinamiento solitario “puede equivaler a tortura o tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes cuando se utiliza como castigo” y pidió a todos los países que prohibieran esta práctica, excepto en circunstancias muy excepcionales, en las que debería utilizarse durante el menor tiempo posible. El CPT instó una vez más a las autoridades turcas a que llevaran a cabo una revisión completa del régimen de detención aplicado a los presos condenados a cadena perpetua con agravantes en las cárceles turcas, a la luz de los preceptos establecidos de los párrafos 82 al 84 del informe sobre la visita de 2013, ya que el actual régimen de detención en Turquía es contrario a las Reglas mínimas de las Naciones Unidas para el trato de los reclusos (Reglas Nelson Mandela).
Querido Sr. Secretario General,
En aras de la paz y la estabilidad en Turquía y en la región, le solicitamos que ponga en marcha el Comité contra la Tortura de la OACDH para que investigue y aborde de inmediato las condiciones en en la que se encuentra el Sr. Abdullah Öcalan en prisión en el marco de la Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, que fue firmada y ratificada por Turquía en 1998. También le pedimos que use toda su autoridad como Secretario General de la ONU para comprometerse con la liberación inmediata del líder del pueblo kurdo, el Sr. Abdullah Öcalan. En esta coyuntura crítica, instamos a la Asamblea General de las Naciones Unidas a que ponga en marcha una iniciativa con urgencia para facilitar las conversaciones de paz y exhortamos a Turquía a que respete sus obligaciones en virtud del derecho internacional.
Sinceramente,
Mahmoud Patel
Presidente
KHRAG
Email: [email protected]