Dos personas murieron ayer sábado en una explosión en la ciudad de Afrin, en el noroeste de Siria. Las víctimas fueron un pastor de 35 años y un niño de ocho. La detonación se produjo en una zona de pastoreo en el distrito de Sherawa, no lejos del pueblo de Bênê, situado a unos 25 kilómetros al sureste de Afrin. También murieron unas veinte ovejas. Se sospecha que el detonante fue una mina terrestre.

No se sabe si el artefacto explosivo es un legado del ISIS o si la detonación fue provocada por un artefacto explosivo de las fuerzas de ocupación turcas. Según la información disponible, los nombres de las víctimas son Xelîl Behrî Hemade y Behrî Mihemed. Ambos serán enterrados hoy domingo.

El distrito de Sherawa, que no está totalmente ocupado por Turquía, limita con el cantón de Shehba y se encuentra en el sureste de la región de Afrin, que fue autónoma bajo el principio de cantón de Rojava hasta la ocupación turca en la primavera de 2018.

La artillería de las fuerzas invasoras yihadistas turcas golpea regularmente allí. La población se ve desgastada y obligada a huir por los ataques y las explosiones de artefactos explosivos colocados deliberadamente en zonas residenciales.

En otras regiones de la zona autónoma del Norte y el Este de Siria también se producen repetidamente detonaciones mortales de minas terrestres y artefactos explosivos improvisados. La muerte acecha a menudo, ya que el ISIS ha contaminado franjas enteras de terreno con armas explosivas. Ya se han limpiado vastas zonas, pero los esfuerzos de limpieza se ven obstaculizados por los continuos ataques de Turquía y sus milicias de ocupación.