Una carta abierta de las universidades del norte y el este de Siria condena los ataques turcos

Una carta abierta de académicos y personal de las universidades del norte y este de Siria condena los bombardeos del Estado turco sobre la región.

El Centro de Coordinación de las Universidades del Norte y el Este de Siria (Universidad de Rojava, Universidad de Kobane, Universidad de Al-Sharq) escribió una carta abierta a los académicos y a la comunidad académica internacional para condenar los continuos bombardeos de la región llevados a cabo por el Estado turco.

La carta decía: "Redactamos esta carta como educadores y personal de las universidades del noreste de Siria, comúnmente conocido como Rojava, actuando en nombre del Centro de Coordinación de Universidades del Norte y Este de Siria. Nos encontramos en una situación en la que, al igual que muchas otras regiones de Oriente Medio y del mundo, sufrimos ataques incesantes en múltiples frentes. El Estado turco somete continuamente a nuestra sociedad y nuestros medios de subsistencia a asaltos diarios utilizando una amplia gama de armamento. Al mismo tiempo, estamos profundamente entristecidos y preocupados por la actual campaña israelí de violencia colonial en Gaza y la pérdida de miles de vidas en Palestina y también en los ataques de Hamás contra Israel.

Expresamos nuestra solidaridad con todos los afectados por esta guerra, especialmente con los colegas y estudiantes de las escuelas y universidades de Gaza cuyos campus han sido destruidos por los ataques aéreos israelíes. Nos unimos a la comunidad internacional para pedir un alto el fuego inmediato y el levantamiento del bloqueo de Gaza".

La carta añadía: "En estos momentos de dolor y tristeza y ante estas terribles circunstancias, queremos expresar nuestros pensamientos y sentimientos a través de este mensaje.

Reconocemos que nuestro sufrimiento no se limita únicamente a nuestra región, ya que numerosas partes del mundo se enfrentan a graves desafíos provocados por la dinámica mundial del poder y el capital. A medida que nos acercamos al final del primer cuarto del siglo XXI, nuestro mundo se enfrenta a importantes conflictos. Por un lado, asistimos a rápidos avances en ciencia y tecnología, mientras que, por otro, seguimos experimentando guerras, genocidios y actos de terror a una escala que recuerda a una 'Tercera Guerra Mundial'. Además, persisten graves problemas sociales, atentados contra la dignidad de la mujer, crímenes contra los niños, contaminación medioambiental, hambre, aumento de la temperatura global y muchos otros problemas.

Esto nos lleva a preguntarnos: ¿por qué el desarrollo de la ciencia y la tecnología no ha conducido al progreso de la democracia, la igualdad, la ecología, la paz y los derechos humanos? Al contrario, ¿por qué se han agravado los problemas en estos ámbitos? ¿Cuál es el propósito del avance científico y a quién pretende beneficiar?".

La carta proseguía "Si los problemas sociales se intensifican paralelamente al progreso científico, es imperativo que los científicos, educadores e investigadores se planteen estas preguntas y reconozcan sus responsabilidades. Las instituciones, universidades, academias, centros de investigación y similares son escenarios en los que deben examinarse a fondo tales cuestiones, conflictos y desafíos. A lo largo de la historia, la ética siempre ha sido una faceta importante de la ciencia y la filosofía. Por desgracia, el mundo académico y las universidades actuales parecen estar experimentando un profundo lapso en términos de responsabilidad. Parece que la empatía y la ética humanas nunca han sido tan frágiles. ¿Cómo es posible que, a pesar de las atrocidades sociales, culturales, morales y físicas generalizadas que ocurren en todo el mundo, los académicos y las universidades muestren tanta debilidad a la hora de afirmar su voluntad y su postura? La inacción o el débil compromiso frente a asesinos en masa, colonialistas, asimilacionistas, invasores, fascistas, sexistas, corporaciones codiciosas y nacionalistas supone una grave amenaza para nuestro mundo, nuestro medio ambiente, nuestra sociedad y nuestros medios de vida. Además, la indiferencia ante las agresiones contra la dignidad y la autonomía de las mujeres es igualmente peligrosa. No hay que olvidar que la falta de compromiso o un compromiso débil implican complicidad y asociación.
Lamentablemente, los científicos y las universidades contemporáneas son cómplices en gran medida. Esta es una realidad innegable que justifica una posición más explícita, interpretativa y esclarecedora".

La carta decía: "La historia atestigua que cuando la filosofía, la ciencia y el conocimiento cumplen con sus obligaciones éticas, abogan por un cambio radical; alivian el sufrimiento de la sociedad y fortalecen la democracia, la igualdad y la libertad. La historia de la humanidad demuestra que la filosofía y los conceptos de justicia, libertad y democracia han evolucionado cuando las autoridades y sus consecuencias se debilitaban. Esta es una verdad fundamental. Nuestro objetivo no es reiterar estos hechos, sino llamar la atención sobre el peligro inminente al que nos enfrentamos. Como académicos y universitarios con sede en el noreste de Siria, que están viviendo las consecuencias de estos hechos, deseamos sinceramente cultivar y fomentar una mayor sensibilidad y conciencia. Afirmamos firmemente que lo verdaderamente importante no es lamentarse cuando el dolor nos golpea personalmente. Nos volvemos globales, sociales y éticos cuando lloramos y alzamos nuestras voces en solidaridad con el sufrimiento de la gente en todo el mundo. El dolor no tiene por qué limitarse a nuestros hogares, nuestras tierras o nuestros países. Si hoy no empatizamos con los demás y permanecemos inactivos, puede que mañana no quede nadie para ayudarnos.

Las personas compasivas reconocen que el pueblo de Siria y Rojava ha librado una resistencia histórica contra el terror de Daesh y la ocupación del Estado turco durante muchos años. Hemos pagado un alto precio por nuestra postura y seguimos haciéndolo. Tras ocupar partes de nuestro territorio, el Estado turco nos impone un régimen de miedo, amenazas y masacres diarias mediante el uso de drones, aviones de combate y bombardeos. Más recientemente, el 05.10.2023, el Estado turco atacó flagrantemente nuestra infraestructura social. Ante los ojos del mundo, destruyeron sistemáticamente instalaciones y recursos críticos, como hospitales, escuelas, academias, depósitos de almacenamiento de grano, centrales eléctricas, centros de distribución de agua, instalaciones petrolíferas, etc., de los que dependen millones de personas.

El dolor y el sufrimiento no conocen geografía. No hay distinción entre el dolor que soportan los niños, las mujeres y las comunidades kurdas, palestinas e israelíes. Su sufrimiento es una carga compartida, y el derecho a la vida es sagrado para todos. La clave es que cada uno de nosotros se una contra los regímenes y sistemas opresivos y violentos, independientemente del contexto. Nuestro objetivo no es perpetuar esta narrativa, sino llamar la atención sobre el peligro inminente al que nos enfrentamos. Como académicos y personal de las universidades del noreste de Siria, hemos tenido experiencia de primera mano de estas realidades, y estamos profundamente comprometidos con la concienciación y la acción.

Afirmamos firmemente que lo vital no es llorar cuando el dolor está en nuestros corazones. Cuando lloramos y alzamos la voz en solidaridad con el sufrimiento de todos los individuos del mundo, demostramos que somos globales, sociales y éticos. El dolor no tiene por qué limitarse a nuestros hogares, nuestra tierra o nuestro país. Si hoy no sentimos el dolor de los demás y adoptamos una postura, mañana, cuando nos enfrentemos a nuestras propias penurias, puede que no quede nadie para ayudarnos".

La carta proseguía: "En el entorno actual, seguimos sufriendo agresiones que nos obligan a mantenernos firmes ante la adversidad. En consecuencia, nuestras universidades han tenido que cerrar temporalmente por circunstancias ajenas a nuestra voluntad. No obstante, seguimos comprometidos con nuestro trabajo y nuestra lucha, sin permitir que la adversidad nos disuada de nuestra misión. Nuestro deseo y esperanza son fortalecer aún más nuestra determinación y compromiso como intelectuales, educadores y académicos. Creemos firmemente que los numerosos proyectos que hemos emprendido conjuntamente pueden servir de catalizador para prevenir atrocidades masivas, forjar un camino hacia la paz y poner fin a los oscuros escenarios a los que nos enfrentamos.

Un compromiso sostenido y una lucha renovada por la paz y la justicia social ofrecen el único camino para superar la angustia, la violencia y los ataques que sufrimos actualmente. En conclusión, sostenemos que no hay fuerza más poderosa que el poder de la unidad entre sociedades diversas que luchan por los valores democráticos. Cuando los corazones, las mentes y la fuerza de las comunidades se unen, pueden hacer realidad el mundo que imaginan. El tiempo es esencial y, si no actuamos hoy, puede que sea demasiado tarde. Con la esperanza de un mundo pacífico, libre y equitativo para todos".