Grupos de derechos humanos kurdos y azerbaiyanos han condenado enérgicamente una reciente manifestación organizada por el Estado en Urmia, en la que se escucharon consignas antikurdas, amenazas de violencia y muestras de sentimiento nacionalista extremista.
Instaron a las y los residentes, los grupos políticos y la sociedad civil de Urmia a ayudar a reducir las tensiones y resistir las provocaciones de la República Islámica de Irán y las facciones extremistas.
El texto completo de la declaración firmada por la Asociación para la Defensa de los Presos Políticos Azerbaiyanos en Irán (ADAPP), la Asociación de Derechos Humanos del Kurdistán, la Red de Derechos Humanos del Kurdistán (KHRN) y la Organización de Derechos Humanos Kurdpa dice lo siguiente:
"El 18 de marzo, las y los kurdos de Urmía (Orumiyeh) celebraron el Newroz en la ciudad. Decenas de miles de personas celebraron la ocasión encendiendo hogueras, bailando y celebrando la llegada del nuevo año.
Unos días después, el 22 de marzo, miles de civiles turcos azerbaiyanos de Urmía participaron en una manifestación organizada por el Estado para conmemorar el aniversario del martirio del primer imám chiita. Sin embargo, el evento se vio eclipsado por consignas de nacionalistas extremos.
Durante la manifestación, que se celebró en presencia de funcionarios gubernamentales y con el apoyo de fuerzas policiales, un número significativo de participantes corearon “Heydar, Heydar” (un canto religioso comúnmente asociado con el Islam chiita), mientras sostenían pancartas que contenían mensajes explícitos antikurdos y discursos de odio.
Algunos manifestantes, que declararon abiertamente su lealtad al Líder Supremo de Irán, amenazaron con masacrar a civiles kurdos. Otros portaban imágenes de Gholamreza Hassani, exlíder de la oración del viernes y representante del Líder Supremo en Urmía, conocido por su postura antikurda y por promover el asesinato de kurdos.
Como organizaciones de derechos humanos tanto del Kurdistán como de Azerbaiyán, condenamos enérgicamente cualquier forma de discurso de odio, incitación a la violencia o discriminación, como la ocurrida en Urmía el 22 de marzo. Creemos firmemente en la coexistencia pacífica entre todas las comunidades y defendemos los derechos fundamentales de todas las personas, incluido el derecho a celebrar reuniones políticas, y eventos culturales y sociales.
Rechazamos categóricamente cualquier acción que ponga en peligro la seguridad y la paz de cualquier grupo de civiles o que promueva o amenace con violencia hacia otros. Urmía, como ciudad multiétnica y multicultural, pertenece a todos sus residentes, incluidos azerbaiyanos, kurdos, armenios, asirios y otras comunidades. Advertimos contra cualquier intento de la República Islámica de explotar las diferencias religiosas, lingüísticas o étnicas para alimentar la tensión, el conflicto y la división. En su lugar, enfatizamos la necesidad de defender la coexistencia pacífica, el respeto mutuo y la armonía social.
Sin duda, el pueblo de Urmía y la región en general no han olvidado la tragedia de la guerra de Naqadeh en la primavera de 1979, durante la cual murieron numerosos civiles kurdos y azerbaiyanos. En aquel entonces, la recién establecida República Islámica aprovechó al máximo el conflicto para movilizar fuerzas, profundizar las divisiones religiosas y étnicas y perpetuar la violencia. No debemos permitir que este régimen, cuya supervivencia depende de las crisis y la división, cree las condiciones para una tragedia aún mayor.
Como organizaciones de derechos humanos que representamos al Kurdistán y a Azerbaiyán, hacemos un llamamiento a todo el pueblo de Urmía, así como a los partidos políticos, los grupos de la sociedad civil, las asociaciones profesionales y las organizaciones culturales tanto del Kurdistán como de Azerbaiyán, para que hagan todo lo posible para reducir las tensiones en Urmía y adopten una postura firme contra las provocaciones de la República Islámica y la incitación de facciones violentas extremistas, independientemente de sus afiliaciones políticas o ideológicas.
No se debe permitir que Urmia se convierta en un campo de batalla para fuerzas religiosas y nacionalistas extremistas, un caldo de cultivo para la violencia contra los civiles o una plataforma para propagar el odio y la división”.