La política de acoso sistémico del AKP

El gobierno del AKP está siguiendo una política de acoso sistemático contra la gente que reclama verdad y justicia.

Osman Şenyaşar, cuyo hermano y dos sobrinos fueron asesinados por los familiares del diputado del AKP en Urfa, Halil Yıldız, fue detenido en Estambul justo antes de las elecciones del 24 de junio.

Osman Şenyaşar abandonó el país por motivos de trabajo, y fue detenido nuevamente cuando regresó a Turquía en el aeropuerto Sabiha Gökçen de Estambul.

Hacı Esvet Şenyaşar y Adil y Celal Şenyaşar fueron asesinados el 14 de junio en Urfa por familiares del diputado del AKP, Halil Yıldız.

Hay un patrón que puede verse reproducido en los años de mandato del AKP y que está dirigido contra los familiares de la gente que ha sufrido, en muchos casos pagando con la muerte, la política de represión del gobierno de Erdogan en sus propias carnes.

Hay un patrón de acoso sistematizado destinado a desalentar y reprimir a los familiares de quienes ya han pagado un alto precio en manos del partido del AKP en el poder.

Después de ordenar la masacre de Roboski el 28 de diciembre de 2011, el gobierno del AKP hizo todo lo posible para asegurar que la masacre fuera encubierta y que los familiares de los 34 civiles muertos no recibieran justicia.

La represión de los miembros de las familias de las víctimas empezó inmediatamente después de la masacre. Después de un medio intento de comprar a los familiares, el gobierno vio que no obtenía resultados y empezó, lenta pero constantemente, a acosar a varios familiares de las víctimas.

Quedaría lejos de la verdad decir que casi todos los miembros de las familias de las víctimas fueron en algún punto puestos bajo custodia policial. Algunos fueron detenidos y encarcelados, y algunos de ellos siguen en prisión, como es el caso del diputado del HDP por Sirnak, Ferhat Encu.

Del mismo modo, los familiares de las personas desaparecidas en Turquía, hombres, mujeres, estudiantes, políticos kurdos, sindicalistas, defensores de los derechos humanos que desaparecieron en manos de la policía o el JITEM (las siglas en turco de Organización de Inteligencia y Antiterrorismo de la Gendarmería, una unidad especial creada en los años ochenta para hacer frente a la insurgencia kurda con métodos de guerra sucia), han sido constante y repetidamente acosados, encarcelados, puestos bajo custodia policial o golpeados por sus continuas demandas de verdad y justicia.

Hemos podido ver esto recientemente, hace alrededor de 10 semanas, cuando la policía atacó con increíble brutalidad a las Madres de los Sábados en una acción celebrada en Estambul.

Pero este acoso y esta represión han sido llevados a cabo durante años. Ha golpeado primero a una familia, luego a otra… muchas veces las noticias pasan desapercibidas.

La última detención contra Osman Şenyaşar muestra que el patrón se está repitiendo.

Sin embargo, lo que está claro es que ninguna represión podrá detener la búsqueda y la demanda de verdad y justicia de los kurdos y de todas las personas que, en Turquía, se les ha negado el derecho más básico: el derecho a la vida, el derecho a existir.