Aysel Tuğluk: Memoria y resistencia

La política encarcelada Aysel Tuğluk es una de las mujeres kurdas que resisten a la opresión estatal y a las normas y roles de género que les impone el sistema patriarcal en todos los ámbitos de la vida.

“El movimiento de las mujeres kurdas es un movimiento que sólo puede entenderse e interpretarse a través de su resistencia. Cuando se trata de la resistencia de las mujeres, los espacios en los que tiene lugar su resistencia, especialmente las cárceles, son de gran importancia. Porque las mujeres kurdas que han estado recluidas en las cárceles, en casa de sus maridos, en casa de sus padres, han luchado para salir de estos espacios. Al liberar estos espacios, han salido de las casas a las calles, a las plazas y a las montañas para luchar”, escribe Sara Aktaş en una columna sobre la política kurda Aysel Tuğluk en Yeni Özgür Politika.

El artículo continúa: “Las mujeres kurdas están haciendo un gran trabajo de resistencia conta las normas y los roles de género que les impone el sistema patriarcal y la opresión del gobierno. Y lo hacen no sólo en el ámbito de la lucha política, sino en todos los ámbitos de la vida.

Aysel Tuğluk es una de esas mujeres. Después de que sus abogados anunciaran que estaba luchando contra la pérdida de memoria, el Consejo de Mujeres del Partido Democrático de los Pueblos (HDP) declaró que ampliaría la campaña ‘Justicia para las mujeres’ a todas las presas gravemente enfermas y a las mujeres retenidas como rehenes políticos en las cárceles turcas. En particular, se exigirá ‘Justicia para Aysel Tuğluk’, ya que la historia de Aysel resume en gran medida el tipo de persecución a la que se enfrentan todos los kurdos y especialmente las mujeres kurdas.

Entonces, ¿quién es Aysel? Aysel reció en Elazığ pero es natural de Dersim, y como todas las personas de la región, lleva las huellas de la masacre de Dersim en lo más profundo de su memoria y experimentó el primer gran trauma de su vida a consecuencia de ello.

En su juventud, conoció el fascismo y la persecución del Estado turco. Esperó a su hermano encarcelado a las puertas del centro de tortura donde estaba recluido. Por si estas experiencias traumáticas no fueran suficientes, su hermano fue asesinado en prisión, lo que le causó otro grave trauma. Como persona que ha vivido tantos incidentes, no tuvo más remedio que convertirse en opositora, izquierdista y rebelde, según ella misma dijo.

Debido a la constante presión sobre su familia, se trasladó a Estambul. Se licenció en Derecho y se convirtió en abogada, pero siguió siendo testigo de la violencia. Consideró que era su deber ocuparse de los casos de los revolucionarios que fueron encarcelados y sometidos a graves formas de tortura en la década de 1990. Participó en las actividades de la Fundación de Estudios Sociales y Jurídicos (TOHAV) y de la Asociación de Derechos Humanos (IHD). Durante el mismo periodo, fundó la Asociación de Mujeres Patrióticas y participó en la lucha por la libertad de las mujeres. Cuando Abdullah Öcalan fue detenido en el marco de una conspiración internacional, formó parte de su equipo jurídico y co-fundó el bufete Asrin.

En la década de 2000, Aysel Tuğluk emergió como una importante figura política, participando activamente en la política y llegando a ser co-presidenta del Partido de la Sociedad Democrática (DTP) y posteriormente del Congreso de la Sociedad Democrática (DTK). Fue diputada durante dos legislaturas y fue detenida en 2016 cuando era co-presidenta del Partido Democático de los Pueblos (HDP). La persecución a la que se enfrentó no ha cesado ni siquiera con su detención.

Como es de sobra conocido, el gobierno turco, que pretende imponer su control a través de políticas misóginas, polarizadoras, militaristas y mortíferas, ha intentado persuadir a Aysel para que ceda a través de las más crueles torturas. La ceremonia fúnebre de su madre, Hatun Tuğluk, no pudo celebrarse en paz. El cuerpo tuvo que ser exhumado debido a los ataques físicos a su tumba. Esto se convirtió en otro grave trauma en la vida de Aysel.

Por lo tanto, el hecho de que Aysel Tuğluk sufra pérdida de memoria no puede valorarse independientemente de la política de tortura, al igual que ocurre con todos los demás presos y presas de las cárceles turcas que siguen resistiendo a pesar de sus innumerables problemas de salud.

Aunque los graves problemas de salud de Aysel Tuğluk han provocado la indignación de la opinión pública, las autoridades turcas siguen jugando a los tres monos, porque Aysel es kurda y aleví, y porque en el libro de otra rehén política, Gültan Kışanak, titulado El color púrpura en la política kurda, Aysel dijo las siguientes palabras al explicar su lucha: ‘Debemos seguir luchando cada vez que fallamos, con la alegría de jugar un juego. Podemos fracasar más veces, ¿y qué? Debemos intentarlo y fracasar una y otra vez para ser mejores. Se trata de abrazar la vida’.

Sí, Aysel es una mujer que nunca ha dejado de luchar, a pesar de todos los fracasos que ha sufrido. Es una mujer que ha dedicado su vida a la lucha por la libertad. Exigir justicia para Aysel Tuğluk significa, por tanto, defender la lucha de las mujeres por la libertad. Significa defender la política democrática y oponerse a la política de muerte del gobierno.

Así que alcemos la voz una vez más por todos los presos y presas, en nombre de Aysel. Termino este artículo con otra cita de ella: ‘Seguiremos existiendo por nuestro trabajo, por nuestra identidad y por nuestra libertad. Como mujeres, no tenemos más remedio que luchar contra la mentalidad sexista. Tenemos que tener confianza en nosotras mismas. No hay nada que la inteligencia emocional y analítica de las mujeres no pueda lograr’”.