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La desafiante postura de Ahoo Daryaei: la lucha del Movimiento Mujer, Vida, Libertad

En un poderoso acto de desafío, Ahoo Daryaei, una joven estudiante iraní del Departamento de Ciencia e Investigación, de la Universidad Islámica de Azad, en Teherán, se enfrentó a las fuerzas represivas del régimen de una manera inolvidable.

Acosada por la policía moral de la universidad por su supuesto “hiyab inapropiado”, decidió no someterse. En cambio, convirtió su cuerpo en un símbolo de protesta, se quitó la ropa en desafío y marchó por el campus. Su coraje dice mucho, no solo de su propia lucha, sino del movimiento más amplio que se desarrolla en Irán: la Revolución “Mujer, Vida, Libertad” (Jin, Jiyan, Azadi).

Su postura se produce frente a una represión brutal, en la que las autoridades intentan constantemente controlar los cuerpos de las mujeres y, más aún, sus voces y su autonomía. Ahora, las fuerzas estatales están tratando de silenciarla alegando que sufre inestabilidad mental, una táctica habitual utilizada por el régimen iraní para deslegitimar la disidencia. La historia de Ahoo se hace eco de las experiencias de innumerables mujeres que han sido etiquetadas como “inestables” o “enfermas mentales” por desafiar a la autoridad. Y, sin embargo, su coraje ha encendido un fuego de solidaridad, impulsando los principios de Mujer, Vida, Libertad, un movimiento que ha llegado a definir la lucha por la justicia en Irán.

El contexto: una lucha contra la opresión

El movimiento Mujer, Vida, Libertad se originó con el lema kurdo “Jin, Jiyan, Azadi” y ganó atención mundial después de la trágica muerte de Jina Mahsa Amini, en 2022. Amini, una joven kurda, fue arrestada por la policía moral de Irán por supuestamente usar su hijab “de manera inapropiada”. Posteriormente, murió bajo custodia en circunstancias sospechosas. Su muerte se convirtió en un punto de conflicto que inspiró una ola de protestas en todo Irán, en la que las mujeres quemaron sus hijabs y se cortaron el pelo en desafío a un régimen que les niega sistemáticamente sus derechos y autonomía.

Desde entonces, el movimiento ha echado raíces en todo Irán, uniendo a personas de todas las etnias, religiones y grupos socioeconómicos. No se trata solo de una lucha por los derechos de las mujeres, sino de una lucha más amplia por los derechos humanos y la libertad. La revolución no se trata solo de la autonomía corporal de las mujeres, sino del derecho a la vida, la seguridad y la autoexpresión de todos los iraníes. En esencia, Mujer, Vida, Libertad desafía a un sistema autoritario que reprime a todas aquellas que exigen un cambio.

El acto de desafío de Ahoo Daryaei

En este contexto, las acciones de Ahoo Daryaei son a la vez simbólicas y revolucionarias. Según los relatos de testigos presenciales, después de ser abordada por la policía moral de la universidad y un miembro de Basij (fuerza paramilitar de voluntarios), se quitó atrevidamente los pantalones y se los arrojó a los oficiales en señal de protesta. No se trata de un acto de inestabilidad mental, sino de un acto de reivindicación de su cuerpo y su dignidad frente a un régimen que pretende controlar todos los aspectos de la existencia de las mujeres.

Su postura ha tocado una fibra sensible en todo Irán. Las redes sociales y los medios de comunicación internacionales se han visto inundados de llamamientos para que se comparta su historia, utilizando su nombre –Ahoo Daryaei, que significa “ciervo del mar”– para honrar su resistencia y valentía. Pero la respuesta del régimen ha sido previsible. En un intento de desacreditarla, han afirmado públicamente que sufre una enfermedad mental, intentando etiquetarla como mentalmente inestable y recluirla a la fuerza en un centro psiquiátrico. Esta medida forma parte de la gastada estrategia del régimen de socavar a las manifestantes presentándolas como irracionales o perturbadas para desviar la atención de las legítimas demandas del movimiento.

La política del silenciamiento: patologizar la protesta

El intento de patologizar a Ahoo Daryaei refleja un patrón más amplio de represión en Irán. Históricamente, las autoridades iraníes han utilizado tácticas similares para reprimir la disidencia y disminuir las voces de quienes se oponen a su gobierno. Masih Alinejad, una periodista y activista iraní que no oculta su franqueza, ha experimentado estas tácticas de primera mano. Cuando lanzó la campaña “Mi libertad sigilosa” en 2014 para desafiar la ley del hijab obligatorio, el régimen afirmó que había sufrido una crisis mental y difundió acusaciones falsas para desacreditarla a los ojos tanto de los iraníes como de la comunidad internacional.

Al etiquetar la disidencia como enfermedad mental, el régimen busca aislar a las personas y disuadir a otros de seguir su ejemplo. Pero al hacerlo, también revela su miedo a estos actos de desafío. Cada mujer que se alza, cada manifestante que desafía a estas estructuras opresivas, es una amenaza implícita a su control. El acto de Ahoo de quitarse la ropa despojó simbólicamente al régimen de su poder sobre su cuerpo y sus decisiones, desafiando la autoridad del Estado de una manera que resuena en todo Irán.

La revolución Mujer, Vida, Libertad: un movimiento que perdura

La historia de Ahoo y la solidaridad que ha inspirado demuestran la resiliencia del movimiento Mujer, Vida, Libertad. Las mujeres de Irán se niegan a ser silenciadas a pesar de enfrentarse a consecuencias inimaginables. Desde las calles de Teherán hasta los campus universitarios, las mujeres iraníes contraatacan con un espíritu inquebrantable. Están utilizando todas las herramientas a su disposición (sus voces, sus cuerpos, su arte) para protestar contra un régimen que las ha oprimido durante décadas.

Las protestas actuales en Irán, en las que estudiantes y profesores de universidades de todo el país han anunciado sentadas y un boicot a las clases, muestran la profundidad de este movimiento. La lucha ya no se limita al hijab; se trata del derecho a vivir libremente, con seguridad y dignidad. Cada acto de desafío, por pequeño que sea, socava el control del Estado y muestra al mundo que la sociedad iraní está viva, con resistencia y coraje.

Por qué importa la historia de Ahoo Daryaei

El coraje de Ahoo Daryaei encarna el espíritu de Mujer, Vida, Libertad. Su postura contra la policía moral le ha dado al movimiento otra cara, otra historia y otro símbolo de desafío. Pero también subraya el peligro que enfrentan quienes se resisten. Como activistas y aliados, tanto en Irán como en todo el mundo, es imperativo que ampliemos su historia, nos neguemos a aceptar la narrativa del régimen y exijamos su liberación inmediata.

La lucha de las mujeres iraníes por la libertad resuena en todo el mundo, ya que plantea cuestiones universales de autonomía corporal, libertad de expresión e igualdad de género. La valentía de Ahoo es una inspiración para todos los que buscan justicia y desafía al mundo a reconocer los derechos fundamentales y la dignidad de las mujeres en todas partes.

Ahora más que nunca, Ahoo Daryaei necesita el apoyo de la comunidad internacional. A medida que los reclamos de justicia se hacen más fuertes, debemos exigir su liberación del hospital psiquiátrico donde ha sido detenida a la fuerza y ​​garantizar su seguridad. Que su nombre –Ahoo Daryaei, Ciervo del Mar– resuene a través de las fronteras y los medios de comunicación.

Mientras recordamos su acto de desafío, sigamos compartiendo su historia y dejemos que su coraje inspire una determinación colectiva para luchar por la libertad y la igualdad. Este movimiento -Mujer, Vida, Libertad- es un recordatorio de que cada persona tiene el poder de elegir el coraje en lugar del miedo, y que esta elección es un acto vital y liberador. Al apoyar a Ahoo Daryaei, honramos su coraje y reafirmamos nuestro apoyo a la lucha en curso por la justicia en Irán.

El mundo está observando y el clamor por las mujeres, la vida y la libertad no será silenciado.

FUENTE: Zagros Andaryari / Medya News / Traducción y edición: Kurdistán América Latina