La semana pasada, el funeral cancelado de Berkin Elvan en el centro Okmeydanı Cemevi trajo a la mente la pregunta de por qué durante las protestas de Gezi fueron asesinados seis jóvenes, o si se entiende de manera más amplia por qué siete de los ocho jóvenes asesinados eran alevíes. En realidad, la pregunta no es nueva; meses antes, en un programa de televisión uno de los periodistas pro-gobierno, Nagehan Alçı, había insinuado que las protestas de Gezi se trataron en realidad de un “levantamiento aleví”. De acuerdo con la lógica de estas insinuaciones, todos los asesinados (en realidad, de acuerdo con una declaración que hizo la misma policía) y el 78% de los arrestados eran alevíes; incluso si no se habla de todos, una gran mayoría eran alevíes. Por lo tanto, las protestas de Gezi fueron parte de un levantamiento aleví.
Sin duda, no son lejanamente inocentes los intentos del gobierno y sus aliados de relacionar las protestas de Gezi con los alevíes, y conlleva la intención de incitar en su contra. A pesar de esto, más allá de un asunto de números y porcentajes, es necesario que se reflexione a profundidad sobre el hecho de que en las protestas de Gezi los jóvenes violentados por la policía y la mayoría de los detenidos fuesen alevíes.
Las tres protestas de Gezi
Primero que nada, ¿de qué se trató Gezi? Gezi fue una acción de protesta urbana que se desarrolló de manera espontánea y que reunió a diferentes sectores socio-culturales. Hay tres factores básicos que movilizaron a los manifestantes de Gezi: las políticas neoliberales que ignoran los derechos ambientales y de urbanización; el incremento de las presiones por parte de un gobierno religioso (pro Islam) hacia el estilo de vida secular y sus políticas de conservadurismo; y las expresiones de desprecio y odio hacia los sectores que quedan fuera de la élite de Erdogan y su autocracia.
En el escenario de la identidad política, el factor de estas tres protestas logró reunir a diversos sectores de la sociedad en el movimiento de Gezi, desde secularistas hasta ambientalistas, oponentes a centrales hidroeléctricas, miembros de la comunidad LGBT, alevíes, anti-capitalistas musulmanes, socialistas, liberales, kurdos, armenios y obreros preparados de clases medias que viven en los suburbios.
Sin duda, en una primera etapa del movimiento de Gezi los objetivos fueron el gobierno del AKP y sus políticas gubernamentales que hemos enunciado arriba. No obstante, mirando de cerca, podemos apreciar que el movimiento de Gezi, más allá de ser radical, cuando menos tuvo un potencial radical. Este radicalismo de Gezi, que conecta profundamente estos tres puntos de protesta que mencionamos arriba, y que se basa en una impresionante posibilidad de pluralismo en su estructura, está relacionado con el rechazo y la crítica que trajo consigo la noción de Estado impuesta a la fuerza, que comenzó con el gobierno del AKP y que se basa en un pensamiento de absolutismo de los gobernantes sobre la sociedad. O sea que lo que convirtió a Gezi en lo que es, fue la rebelión en contra del poder político actual y la concepción de Estado paternalista que otorga el derecho y la autorización de gobernar, intervenir y opinar en aspectos que van desde la forma de vida de la gente hasta sus creencias, identidades y capacidades. Por esta razón, el levantamiento de Gezi fue una experiencia diferente y nueva que no puede ser asimilada por la política de Turquía.
Por lo tanto, el hecho de que hayan participado personas de identidad aleví, incluso si esta participación en verdad fuese omitida en la declaración de la policía, no hace de Gezi un levantamiento aleví. Los alevíes no tuvieron lugar en Gezi como organización, así como tampoco fueron un factor de insurgencia de la resistencia de Gezi. La mayoría se lanzaron a las calles con sus identidades kurdas, socialistas, ataturquistas, seculares, demócratas, sindicalistas, defensores de derechos urbanos, ambientalistas, y para nada identificados como alevíes. O sea que el pluralismo que se aprecia en Gezi estuvo también presente con el mismo matiz en los participantes alevíes. Los periodistas y los allegados al gobierno, más allá de promocionar el suceso de Gezi como un levantamiento aleví con sus métodos tradicionales de aglutinar todo en una política sectaria, no hicieron sino tratar de esconder el potencial radical del pluralismo de Gezi. Así como la mayoría sunita logró con éxito la satanización de la relación que formó la derecha entre la minoría aleví y la ola de movimientos de izquierda que surgió en las décadas de 1960 y 1970, hoy también el AKP trata de hacer del levantamiento de Gezi un asunto aleví de una manera más cínica y descarada.
De Okmeydanı a Lice
En este sentido, ¿cómo se debe comprender que la mayoría de las víctimas de Gezi fuesen alevíes? Hasta donde podemos apreciar, los que se acercan a comprender el suceso de Gezi, sin prejuicios y con empatía, interpretan como evidente el gran apoyo que dio la identidad religiosa aleví de los asesinados a las protestas. Sin embargo, en perjuicio de los cercanos al gobierno, esta situación no es el indicio de un complot de sectas, sino que se asume como el final esperado de la intensa persecución que han vivido los alevíes en comparación con otros sectores de la sociedad. Esto, aunque no sea falso, es un análisis incompleto. Incompleto porque parte de la suposición superficial de que “nadie tiene escrita la palabra aleví en la frente”. Por lo tanto, no apunta directamente que la violencia y la opresión de la policía fuesen premeditadas.
Para dar a entender mejor lo que se quiere decir, será útil mirar de cerca el perfil social y político de las víctimas, más allá de su identidad religiosa, y especialmente los lugares donde han sido asesinados. Dos de estos cinco jóvenes y un niño, Abdullah Cömert y Ahmet Atakan, en Armutlu -uno de los más famosos dos barrios alevíes de Hatay-; Mehmet Ayvalıtaş, en el barrio Ümraniye Mayıs, conocido por su identidad de izquierda aleví; y Berkin Elvan, en Okmeydanı, también un barrio aleví de izquierda, fueron golpeados y asesinados. Los otros dos también fueron asesinados: Ali Ismail Korkmaz en Eskişehir, y Ethem Sarısülük en Güvenpark, en Ankara. Esto, antes que nada, nos muestra que además de los asesinados en barrios como Kadıköy, Beşiktaş y Taksim, donde se originaron las intensas protestas que se concentraron en el parque de Gezi, también fueron asesinados aquellos que protestaron por Gezi en las marchas de otras ciudades o en barrios alevíes de izquierda en Estambul. En este mismo sentido, el panorama no cambia cuando añadimos dos casos más que, aunque no hayan sido asesinados durante las protestas de Gezi, se reconocen también como víctimas de Gezi a Hasan Ferit Gedik, que, según las declaraciones, fue asesinado en el barrio aleví de izquierda Gülsuyu, en Estambul, por un miembro de un cartel de drogas con el apoyo de un miembro de la policía; y a Ferit Gedik, quien perdió la vida cuando la gendarmería abrió fuego en Lice.
En Gezi, los que perdieron la vida y protestaban en contra de la violencia ejercida por parte de la policía, no sólo fue a causa de sus identidades religiosas o culturales, sino que provenían de sectores aplastados por sus identidades socio-políticas. Los barrios citados arriba, Mayıs Mahallesi y Okmeydanı, junto con el barrio de Ankara, Tuzluçayır, donde vivió Ethem Sarısülük; los barrios de Estambul, Armutlu y Gülsuyu, donde vivió y fue asesinado Ferit Gedik, además de identificarse como alevíes de izquierda, son barrios que resisten de manera organizada frente a la amenaza latente de la transformación urbana. Al mismo tiempo, estos lugares son el centro de las organizaciones de izquierda que estuvieron al frente en Gezi. Se trata de jóvenes que tuvieron un lugar importante en estas organizaciones que hicieron frente a la transformación urbana. Es por esta razón que los barrios anteriormente mencionados, no sólo en Gezi, sino que desde antes de Gezi, han sido escenarios de constantes protestas y víctimas de la intervención de la policía. Aunque la opinión pública no esté enterada, debido a la poca difusión periodística, durante años en estos lugares las personas tratan de salvar su vida bajo un toque de queda no oficial. Al interior de las fuerzas policíacas los conocen bien a ellos, y ellos a los policías.
La discriminación de la violencia
Durante el suceso de Gezi, mientras que no hubo registro de muertes en barrios como Taksim, Beşiktaş y Kadıköy, donde las protestas fueron más largas e intensas, no se explica como una coincidencia ni factor de suerte que cuatro personas en barrios de Estambul y Hatay, identificados como alevíes de izquierda (cinco, tomando en cuenta a Hasan Ferit), y dos jóvenes más fuera de Estambul, hayan perdido la vida por la violencia policíaca y que los asesinados, más allá de ser alevíes, compartieran identidades socio-políticas parecidas. Esta situación demuestra que, de acuerdo con el objetivo, puede cambiar el nivel de violencia que ejerce el aparato de gobierno, y que de acuerdo con el lugar y la hora las intervenciones pueden ser más organizadas o despiadadas. Sin lugar a dudas, el nivel de violencia está relacionado con la identidad y la visibilidad. Por lo tanto, el hecho de que la policía haya disminuido relativamente la violencia ejercida en los alrededores de Taksim después de que la prensa internacional registró el lugar al tercer día de protestas masivas en Gezi, y que, por el contrario, la violencia aumentó en ciudades cercanas a Estambul y en Ankara, pone en evidencia que el gobierno está acostumbrado a realizar este tipo de ajustes. No cabe duda de que la labor sistemática que involucró a miles de personas heridas durante los sucesos de Gezi, nos presentará un panorama más amplio si se relaciona con este tipo discriminación estructural en la violencia ejercida por la policía.
FUENTE: Ayfer Karakaya-Stump / Traducción: Uri Moreno / Informe Oriente Medio