Hoy, muchos pueblos de Asia y Mesopotamia celebran Newroz (Año Nuevo kurdo para los kurdos y persa para los iraníes, que se celebra el 21 de marzo o el día del equinoccio de primavera). Pero para los kurdos y kurdas de hoy, Newroz es sobre todo un símbolo del fuego de la resistencia a pesar de décadas de prohibiciones y persecuciones. Los periodistas Lucas Chapman y Ali Ali recuerdan las celebraciones de Newroz en Rojava, donde la gente solía esconderse para celebrarlo desafiando las prohibiciones impuestas por el régimen Baaz.
De las celebraciones secretas al orgullo cultural: cómo ha cambiado Newroz en el norte de Siria
El 21 de marzo, los kurdos y las kurdas del noreste de Siria celebran su fiesta más preciada: Newroz. Aunque popularmente se conoce como el Año Nuevo kurdo, Newroz también se celebra en los países balcánicos, en muchos países asiáticos y por los iraníes en todo el mundo.
En las regiones kurdas del norte de Siria, sin embargo, es el mayor acontecimiento del año. Las calles se llenan de carteles en árabe y kurdo que rezan "¡Feliz Newroz!". La gente cuelga pancartas verdes, rojas y doradas -colores que simbolizan la identidad kurda- de sus balcones. Las peluquerías están llenas de jóvenes afeitándose y cortándose el pelo, y las mujeres acuden en masa a las sastrerías para comprar sus vestidos tradicionales kurdos. En todas las calles se preparan piras de madera para el fuego de Newroz.
Para muchos kurdos y kurdas sirios, celebrar Newroz así es un sueño imposible hecho realidad. En los días previos a la creación de una zona autónoma en el norte de Siria, la fiesta se enfrentaba a la opresión del Estado.
Durante el Newroz de 1986, varios kurdos y kurdas murieron y resultaron heridos en enfrentamientos con las autoridades sirias. En 1995, decenas de kurdos y kurdas fueron detenidos en el norte del país. En 2004, tras un partido de fútbol celebrado el 12 de marzo en Qamishlo que se convirtió en una oleada de disturbios y protestas contra el Estado, cientos fueron detenidos y al menos 20 murieron. Las celebraciones de Newroz de 2008 en Qamishlo estuvieron marcadas por centenares de detenciones, cinco heridos y tres muertos. Dos años después, al menos dos personas murieron y 50 resultaron heridas cuando la policía siria atacó las celebraciones de Newroz en la ciudad de Raqqa.
La supresión de la identidad kurda tiene una historia que va mucho más allá de la festividad de Newroz. En 1962, un censo estatal privó de la ciudadanía a más de 100.000 kurdos y kurdas. Muchos de estos kurdos nacidos en Siria -ahora apátridas en su propio país- se encontraron sin derecho a votar, poseer propiedades, casarse legalmente o asistir a la escuela más allá de cierta edad. Los padres que dieron a sus hijos nombres kurdos descubrieron más tarde que sus certificados de nacimiento se habían cambiado de kurdo a árabe. Las expresiones de identidad kurda estaban tan limitadas que incluso la enseñanza del alfabeto kurdo tenía que hacerse en secreto.
En medio de esta opresión, Newroz se ha convertido en un símbolo de resistencia entre los kurdos y las kurdas.
"Había muchas otras celebraciones que eran normales para nosotros. Pero cuando era Newroz, nos emocionábamos más que por ninguna otra", declaró la periodista kurda siria Shinda Akrem al Instituto Kurdo para la Paz, recordando la época en que su ciudad, Qamishlo, estaba bajo control del régimen sirio.
"Ya de niños sabíamos que éramos diferentes. En la escuela, todo estaba prohibido. No se nos permitía hablar kurdo. Nos decían: ‘No habléis en kurdo, las paredes tienen oídos’. Pero todas estas cosas prohibidas nos hacían amar aún más Newroz".
Akrem describió cómo en la víspera de Newroz se prolongaba la jornada escolar para evitar que los niños y las niñas encendieran la hoguera de Newroz. Los profesores registraban a los alumnos y alumnas para asegurarse de que no llevaban pulseras tejidas en verde, rojo y oro. Para evitar problemas con los niños y niñas que faltaban a la escuela, el régimen sirio designó el 21 de marzo como Día de la Madre.
"En las escuelas ni siquiera nos dejaban decir la palabra ‘Newroz’. Teníamos que llamarlo Día de la Madre. Si decías la palabra ‘Newroz’, te daban una paliza", dijo.
Todas las niñas y niños kurdos conocen de memoria el origen de Newroz. La mitología kurda explica que, hace mucho tiempo, un rey tirano llamado Dehak oprimió a su pueblo durante mil años. Era tan malo que nunca llegaba la primavera. El rey exigía sacrificios humanos para alimentar a las serpientes que crecían sobre sus hombros. El héroe mítico Kawa el herrero, que había perdido a seis de sus hijos por la codicia del rey, organizó un ejército de jóvenes supervivientes y mató a Kawa con su martillo de herrero. Como señal de victoria, prendió fuego en las montañas.
Para los kurdos y las kurdas, el fuego de Newroz representa la llama original de Kawa y nunca debe extinguirse. Akrem recuerda los esfuerzos de los kurdos de Siria por mantener viva la llama.
"El régimen intentó varias veces extinguir nuestro fuego. Dispararon sus armas al aire a nuestro alrededor. Sus soldados llevaban escudos antidisturbios y nos dispararon gases lacrimógenos. Me ardían los ojos y tenía que enjuagarme la cara con agua", dijo sobre Newroz en Qamishlo en 2000.
"A pesar de todos sus esfuerzos, no pudieron apagar el fuego, así que trajeron una excavadora para levantarlo físicamente y llevárselo. Una mujer llamada Terfa estaba allí; tenía un bebé que aún estaba mamando. Sacó al niño de su pecho y lo colocó en el suelo, entre el fuego de Newroz y la excavadora y el ejército de soldados. 'Mi hijo es el sacrificio del fuego de Newroz. Que muera mi hijo, pero el fuego de Newroz nunca se extinguirá', dijo. La excavadora retrocedió y la gente atacó inmediatamente a las fuerzas del régimen con palos y piedras".
La represión de Newroz por parte del régimen sirio no se limitó a métodos no violentos. Las fuerzas de seguridad del Estado utilizaron todos los medios posibles para reprimir la celebración de la festividad, como vigilancia, oleadas de detenciones e incluso arrestos y torturas.
"Fui detenido por las fuerzas de seguridad más de siete veces entre 1994 y 2011", declaró Mohammad Hassan, profesor kurdo que había intervenido a menudo en actos de Newroz.
"Me golpearon. Utilizaron el lenguaje más grosero que ni siquiera puedo repetir, insultando todo, desde mi etnia hasta a mi madre y a mi padre", dijo. "Prefería que me pegaran, porque al menos, mientras me pegaban, me ahorraba su lenguaje soez".
Hassan describió cómo le obligaban a permanecer de pie en pequeños aseos durante horas con otros cuatro o cinco hombres, y a veces le llevaban a un almacén para golpearle e interrogarle. A pesar de su insistencia en que Newroz era una fiesta étnica que celebraba la cultura y el folclore kurdos, las fuerzas de inteligencia del régimen le acusaron de separatista y le exigieron que diera los nombres de los organizadores de las fiestas.
"Al cabo de uno o dos días, sólo me liberaron cuando intervinieron hombres locales con contactos y sobornaron al régimen", dijo.
Cuando el régimen no reprimía las celebraciones de Newroz, ponía a los sirios unos contra otros.
"El régimen ponía a las tribus árabes locales en nuestra contra. Teníamos buenas relaciones con los árabes. Vivíamos juntos desde hacía siglos; nos casábamos con ellos, eran nuestros vecinos, nuestros padrinos, como nuestros hermanos. Algunos de ellos venían a encender el fuego de Newroz con nosotros y nosotras. Pero el régimen nos enfrentó entre nosotros", afirma Akrem.
Jamil Mohammad Hassan, de un pueblo cercano a Qamishlo, describió cómo resultó herido en un atentado durante Newroz en 2005.
"Cuando regresábamos de nuestras celebraciones, un coche bloqueó la carretera delante de nosotros. Nos arrojaron piedras y agua. Me golpearon con palos y me apuñalaron en el pecho. Las fuerzas del régimen se quedaron mirando", relató. "Me llevaron al hospital y estuve allí una semana. El Estado no nos ayudó en absoluto. Cuando salí del hospital, llevé mi caso a los tribunales, pero nunca llegó a nada".
Tras la retirada casi total de las fuerzas del régimen de las zonas kurdas de Siria en 2011 y 2012, los kurdos y las kurdas de Siria vieron cómo se hacía realidad el Newroz con el que solo podían fantasear. Ya no tenían que exhibir banderas sirias ni fotos de Bashar Assad en sus celebraciones. Los agentes del régimen, silenciosos, con gafas de sol y vestidos de paisano, ya no se movían entre la multitud de juerguistas. Cada año, decenas de miles de personas se reúnen en todas las ciudades del norte de Siria para tocar música, bailar y expresar su identidad kurda.
"Recuerdo que en 2012, yo y un grupo de amigos caminábamos por la calle, ondeando orgullosos nuestras banderas kurdas, y los soldados del régimen nos miraban fijamente. No podían hacer nada. Solo podían mirar", dijo Akrem.
"Hoy, árabes, siriacos y todos los grupos étnicos vienen con sus trajes tradicionales y lo celebran con nosotros y nosotras. Porque Newroz es el Año Nuevo kurdo, pero no es sólo para los kurdos. Es un día en el que el mundo entero celebra la victoria de la luz sobre la oscuridad y la tiranía".
La versión inglesa puede leerse en el sitio web del Instituto Kurdo para la Paz: https://www.kurdishpeace.org/research/society-and-culture/from-secret-celebration-to-cultural-pride-how-newroz-changed-in-northern-syria/
Artículo publicado en Kurdistan au féminin y traducido por Rojava Azadî Madrid.