La lucha por la democracia debe librarse correctamente

La lucha democrática debe unir a toda Siria y evitar que HTS utilice la religión para imponer un régimen sectario.

TRANSICIÓN EN SIRIA

Quienes han llegado al poder en Siria bajo Hay’at Tahrir al-Sham (HTS) no han logrado generar confianza ni en la opinión pública nacional ni internacional. Su historial ya era profundamente problemático. Intentaron presentarse como renovados, recortándose las barbas y poniéndose trajes. Pero en la práctica, sus acciones jamás han coincidido con sus palabras. Excluyeron deliberadamente a todas las fuerzas organizadas en Siria de todo el proceso político. En su llamada constitución transicional, incluyeron una figura presidencial con poderes excesivos. En su forma actual, está claro que se encaminan hacia el establecimiento de un régimen incluso peor que el del Baaz. Mientras que los baazistas construyeron un sistema opresivo basado en el nacionalismo árabe, HTS está añadiendo el fanatismo religioso a esa fórmula, construyendo un régimen aún más despótico y autoritario.

En un momento en que buscaban legitimidad, HTS llevó a cabo una brutal masacre contra la población alauita. En su estado actual, no controla plenamente Siria y carece de un sólido respaldo interno. Pero cabe preguntarse: si una mentalidad capaz de semejante masacre gana más poder, ¿qué más sería capaz de hacer? HTS tiene un trasfondo basado en métodos primitivos: decapitar personas y sembrar el terror en la sociedad para fortalecerse y expandir su influencia. Si alguna vez llegara a controlar completamente Siria, negaría el derecho a la vida a cualquiera que no se adapte a su ideología.

La mentalidad y la estructura de HTS no son ningún misterio. Por eso mismo no han sido aceptados a nivel internacional como esperaban. Estados Unidos (EE.UU.), las Naciones Unidas (ONU) y los países europeos no han retirado a HTS de sus listas de organizaciones terroristas. De hecho, al mantener las sanciones impuestas al régimen del Baaz, han dejado claro que seguirán vigilando al grupo y observando sus acciones. A pesar de estar bajo el escrutinio internacional y operar en un contexto de colapso económico severo en el país, HTS no dudó en llevar a cabo una masacre contra la población alauita. Además, las prácticas de gobierno que ha demostrado hasta ahora han excluido sistemáticamente cualquier noción de democracia.

Siria es un país rico en cultura, etnicidad y diversidad religiosa. Sin embargo, el gobierno excesivamente centralizado y represivo del régimen baazista es lo que llevó al país a su situación actual. Lo que Siria necesita no son nuevos déspotas ni sistemas autoritarios, sino una estructura democrática que abrace a todo su pueblo. Solo una Siria democrática puede acoger verdaderamente todas las creencias, culturas y diferencias. Pero HTS ha actuado en completa oposición a esta visión. Nombró el llamado gobierno transicional según sus propios intereses, dictó el contenido de la constitución transicional y definió unilateralmente el "congreso" y su composición. En ese proceso, no consultó ni a las autoadministraciones que gobiernan amplias zonas de Siria, ni a la comunidad drusa, ni a los intelectuales o grupos laicos. En muchos casos, ni siquiera se les informó.

HTS incluso ha adoptado y reinstaurado el nombre del país definido por el régimen del Baaz, insistiendo en llamarlo "República Árabe Siria" en lugar de "República Democrática Siria". Como puede verse, tanto su mentalidad como los métodos que emplean son completamente incompatibles con la democracia. Afirman abiertamente que la redacción de la constitución y la celebración de elecciones tomará de cuatro a cinco años, pero esto es una táctica deliberada. En realidad, un año basta para redactar una constitución y dos años son suficientes para organizar elecciones. Al carecer de una verdadera base popular, su objetivo es utilizar el poder estatal para organizarse y consolidar su dominio. Su plan es establecer primero el control, debilitar a la oposición y solo entonces avanzar hacia unas elecciones.

Existen graves malentendidos en los debates que se llevan a cabo dentro de los círculos democráticos y en la esfera pública internacional. Lo que realmente se necesita es corregir esas concepciones erróneas, exigir democracia para toda Siria y luchar activamente por ella. A menudo se dice: “Hay que proteger a los alauitas, drusos, cristianos y otras minorías en Siria, y se debe oponer persecución contra ellos”. Concienciar sobre estas cuestiones no está mal. Si HTS gana más poder, sin duda aplastará a estas minorías. Su mentalidad está perfectamente orientada a la represión. Operan con una sed de poder desmedida y una mentalidad autoritaria. Sin embargo, centrarse únicamente en este aspecto del problema es un error. A fin de cuentas, refuerza el discurso de HTS y le da la oportunidad de avanzar en su agenda.

¿Son solo las minorías y los seguidores de distintas religiones quienes desean democracia en Siria? ¿La población siria en general acepta realmente la mentalidad y el modelo de gobierno de HTS? La respuesta es no. Una gran parte del pueblo sirio, especialmente los árabes sunitas, no debe ser abandonada a HTS. Existe un amplio sector de la población en este país que, de una forma u otra, ha abrazado una vida secular. Por ejemplo, ¿qué porcentaje de la población de Damasco acepta realmente la cosmovisión y el estilo de vida que HTS pretende imponer?

¿Acaso los alauitas, kurdos, turcomanos, drusos y comunidades cristianas necesitan democracia, pero los sunitas no? Si se deja de lado a los sunitas, se pone en serio riesgo la posibilidad de construir una democracia sana e inclusiva. Así como es erróneo etiquetar a todo el régimen del Baaz como "alauita", también lo es asociar a todos los sunitas con HTS, entregárselos o considerarlos parte de ese grupo. Ese enfoque y esa perspectiva están profundamente equivocados.

Las demandas democráticas y la lucha por la libertad deben abarcar a toda Siria. Las autoadministraciones, los grupos democráticos y los intelectuales deben unir fuerzas y compartir sus experiencias. No se debe permitir que HTS promueva el sectarismo o utilice la religión como herramienta de poder. Sin etiquetar a las personas por secta o etnia, toda Siria debe unirse bajo el paraguas de la democracia. Cuando todas las comunidades y grupos religiosos se acepten mutuamente y logren convivir en paz, todos en Siria estarán a salvo. Si Siria ha de ser un hogar compartido por todos sus pueblos, entonces no se debe ceder el escenario público a quienes decapitan en nombre del poder.