Comandante Çiyager: la historia de una madre

Saliha Türkan, madre del legendario comandante de la resistencia de Sur, Çiyager, dijo: "Cuando vienen y me preguntan: '¿Es el comandante Çiyager tu hijo?’, yo respondo: ‘No, yo soy su madre’.

Resistencia de Sur

Saliha Türkan, madre del legendario comandante de la resistencia de Sur, Cihat Türkan (alias Çiyager), cuyas famosas palabras "pase lo que pase, el final será espectacular" aún resuenan en los oídos del pueblo kurdo, recordó la infancia y la vida de Cihat. La madre Saliha dijo: "Con el brillo de sus ojos azules se convirtió en un faro de esperanza para Sur y en un símbolo de paz". La madre de Cihat declaró que, mientras viva, siempre apoyará la causa de su hijo.

Cihat nació en 1982 en el pueblo de Kedile (Yolüstü), en la ciudad de Hasankeyf en Batman. Ya en su infancia fue testigo de las violentas agresiones del Estado. A consecuencia del terror del Estado turco, su familia no pudo permanecer más en su pueblo y se vio obligada a emigrar en 1984 al distrito Seyhan de la metrópoli de Adana. En Adana, Cihat fue matriculado en la escuela primaria. Pero también en la escuela tuvo que enfrentarse a humillaciones debido a su identidad kurda. Las experiencias vividas durante su infancia llevaron a Cihat a las filas de la lucha por la libertad. Después de matricularse en la universidad participó en las actividades de la juventud revolucionaria, y pasó los años venideros dentro de la lucha hasta convertirse en el famoso comandante de la resistencia en Sur, que ha pasado a la historia.

Ya de niño era evidente en qué revolucionario se convertiría Çiyager.

Salih Türkan describió a su hijo Çiyager como una persona muy amable de niño e intolerante ante cualquier tipo de injusticia: "Ya de niño era evidente en qué revolucionario se convertiría Çiyager". Türkan afirmó que Çiyager nunca permitía que se cometieran injusticias contra ninguno de sus amigos, ni en la escuela ni en ningún otro lugar: "Un día se enfureció mucho. Le pregunté qué había pasado, por qué se había enfadado tanto, y me contestó: 'Me he esforzado tanto para hacer los deberes, no los he copiado en absoluto, pero el profesor me ha acusado de haberlos copiado y por eso me ha quitado puntos. Todo mi duro trabajo se ha ido al traste'".

Nunca aceptó que le impusieran injusticias a él ni a los demás.

La madre de Çiyager continuó: "Después de que me dijera esto fuimos juntos a su colegio y hablamos con el director. Mostré mi reacción y pregunté: '¿Por qué le han reducido los puntos a mi hijo?'. Tras una larga discusión, el director dijo que cogerían a mi hijo y lo someterían a un examen en solitario y evaluarían de nuevo su rendimiento". Çiyager repitió la prueba y obtuvo un total de 100 puntos que era el máximo. Después de este incidente el director se disculpó con mi hijo. Mi Çiyager era de este tipo: nunca aceptó que le impusieran injusticias a él ni a los demás".

Trabajando desde la infancia

Ya en su infancia, Çiyager se puso a trabajar al volver de la escuela para ayudar económicamente a su familia. Primero empezó a ayudar en el taller de calzado de su tío, y más tarde trabajó también para un comerciante de nabos. Buscaba sin descanso lo nuevo y siempre estaba en pos de una actividad. Aunque se las apañaba cada día con trabajos duros, sus notas escolares seguían siendo sobresalientes. Superó el examen de la Universidad Dicle en la asignatura de Matemáticas con gran bravura.

Años universitarios

Çiyager estudió en la Universidad Dicle. Su madre recordaba aquellos años diciendo: "Como no iba a trabajar mientras estudiaba en la universidad, le enviábamos regularmente algo de dinero para que pudiera salir adelante. Un día, hablando con su padre, le pidió que le enviara más dinero. A la pregunta de su padre de cuál era el motivo, respondió que uno de sus amigos de la universidad de Şırnak se encontraba en una situación económica muy mala y quería ayudarle".

Mi hijo solía decir que el conocimiento es tan valioso como que no se puede ponderar con dinero.

"Era inmensamente brillante y hábil. Muchas personas le aconsejaron que diera clases de matemáticas, pero Çiyager rechazaba las sugerencias de todos porque no se dejaba convertir en esclavo del dinero. Mi hijo solía decir que el conocimiento es tan valioso como que no se puede ponderar con dinero".

Las filas de la libertad

Çiyager conoció la capital kurda, Amed, cuando tenía 20 años, participando en actividades durante los años universitarios. En 2005 decidió que había llegado el momento de unirse a las filas de la lucha por la libertad. Los lazos que durante años le unieron a su familia se rompieron por completo. Sólo a través de uno de sus amigos supo su familia que se había ido, y después de algún tiempo se resignaron a su elección. La madre, Saliha Türkan, dijo que durante años intentaron saber si seguía vivo: "Siempre seguíamos las noticias con la esperanza de vislumbrar al menos una foto suya. Después de que nuestro hijo se uniera a la lucha, la agresión del Estado contra nosotros, su familia, aumentó enormemente. A veces allanaban nuestra casa, a veces paraban a nuestros hijos en alguna esquina de la calle y les hacían preguntas."

La resistencia de Sur

Çiyager estaba ahora integrado en la resistencia histórica de la ciudad de Sur. Al oír esto, su familia, que estaba decidida a marcharse a Europa debido a las crecientes presiones del Estado sobre ellos, desistió inmediatamente de su decisión. Pero cuando las noticias sobre la presencia de Çiyager en Sur llegaron también a oídos del Estado turco, éste empezó a agredir aún más a la familia. Y por mucho que su madre luchara con la idea de marcharse, al final no tuvieron más remedio que hacerlo.

La madre Türkan dijo: "Pensé que cuando dejáramos atrás a nuestro hijo le pasaría algo". Mientras estaban en el exilio recibieron la noticia de que se había levantado el toque de queda impuesto durante meses en Sur. Inmediatamente sintió que su hijo había caído mártir y lo compartió con su marido. Uno puede preguntarse si es posible presentir la muerte de un hijo, pero la madre Türkan persiste en su intuición sobre la pérdida de su hijo y sólo esperó al anuncio oficial. Era sólo cuestión de tiempo que la familia recibiera la noticia del martirio de Çiyager. Tras oírla, regresaron a su casa.

Intentamos ser dignos de nuestro hijo.

La madre Saliha Türkan continuó: "Mi hijo Çiyager eligió esta causa y el desplazamiento forzoso de nuestro pueblo jugó aquí un papel decisivo. Siempre nos decía: 'Venid a conoceros a vosotros mismos y no os convirtáis nunca en esclavos del sistema'. Intentamos ser dignos de nuestro hijo. Como cualquier madre también mi corazón arde de dolor por mi hijo, pero nunca me entregué a las quejas. Él eligió una vida honorable contra toda deshonra. Ojalá todos los kurdos pudieran tener esto en cuenta y dedicarse a su propia causa. Mi hijo nunca se doblegó ante ningún tipo de asimilación, agresión y asalto. Con sus brillantes ojos azules se convirtió en un símbolo de paz y esperanza. Con esos ojos azules quiso iluminar Sur. Se agarró a los hombros de su camarada y cumplió con su deber hacia su pueblo".

Mientras viva defenderé su causa.

Saliha Türkan agregó: "Cuando la gente viene a preguntarme: '¿Era el comandante Çiyager tu hijo?', yo siempre respondo: 'No, yo soy su madre'. Ojalá hubiera podido traer a este mundo a cientos de niños como Çiyager. Del mismo modo, todos los camaradas de Çiyager son mis hijos. Intentaré convertirme en una madre para todos ellos. Mientras viva defenderé su causa. Y el pueblo kurdo nunca olvidará a Çiyager y a sus camaradas, ni la resistencia de Sur. Por este pueblo han luchado 103 días contra un arsenal de tanques y cohetes del Estado turco".