Emancipando a la humanidad de los actos inhumanos de los humanos

Las agresiones sexuales y la violación de mujeres y niñas en la guerra Rusia-Ucrania: nueva prueba para corroborar la vieja máxima de que “no hay guerra limpia”.

En el cuadragésimo día de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, los crecientes informes de bajas militares mutuas, pérdidas de civiles ucranianos, inmigración masiva, destrucción de asentamientos urbanos completos -como Mariupol, Bucha, Irpin y Hostomel- ahora se extienden más para cubrir horribles crímenes de guerra, con asesinatos deliberados y la tortura de civiles, las agresiones sexuales y la violación de mujeres y niñas: nueva prueba para corroborar la vieja máxima de que “no hay guerra limpia”.

Cegado por las ilusiones liberales

La invasión rusa parece haber llegado en un momento en que el público europeo -y mundial- estaba cegado por las ilusiones neoliberales de que con la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia enterrados, el “comunismo” derrotado y Alemania reunificada, las causas profundas de la guerra desaparecerían, y la paz y la prosperidad reinarían para siempre.

Sin embargo, esta forma de pensar eurocéntrica desmiente una omisión histórica, como lo recuerda el manifiesto de “Potero al Popolo”, quien organizó un foro internacional “¡Por ​​un movimiento europeo contra la guerra!” el 3 de abril, en Roma: “Fue en Europa donde se desarrollaron algunas de las masacres más atroces de los últimos treinta años, cuando la ex Yugoslavia fue desgarrada por el resurgimiento del nacionalismo, fomentado por las potencias occidentales y por una OTAN que lideró una ‘guerra humanitaria’”. Podemos añadir que también fue en Europa donde estallaron las dos guerras mundiales anteriores, y donde nacieron el racismo, el nazismo y el fascismo, así como el comunismo, el socialismo, el feminismo y el humanismo

La verdadera base de la paz democrática

Lo que se está desarrollando ante nuestros ojos es una guerra librada en suelo ucraniano entre la OTAN y Rusia, esta última justificando sus propósitos bélicos al reescribir la historia rusa y soviética para reclamar partes del territorio ucraniano y rechazar su derecho a la autodeterminación.

Tal como lo declara el Manifiesto de la “Coalición de Socialistas Contra la Guerra” (rusa), la de Vladimir Putin “es una guerra injusta de conquista. (…) Con su agresión, Putin anuló todos los crímenes de los nacionalistas ucranianos, todas las intrigas de los halcones estadounidenses y de la OTAN. Putin les dio tales argumentos que es casi seguro que nuevos misiles y bases militares aparecerán a lo largo del perímetro de nuestras fronteras”.

Durante esta guerra en Ucrania, escuchamos muchos repudios en todo el mundo de las afirmaciones rusas que niegan el derecho de Ucrania a la autodeterminación, y con razón; pero escuchamos muy poco sobre el derecho a la secesión de Donetsk y Luhansk. Escuchamos muchas palabras sobre “el derecho a la libertad de optar por la membresía en la OTAN” de Ucrania como una “nación soberana”, pero escuchamos muy pocas críticas a esta burla de la libertad que se reduce a un oxímoron: “Libertad para unirse a la dominación mundial”.

Como lo comprueba la historia, el “programa de paz” de los internacionalistas debería, sin ninguna reserva, condonar el reconocimiento de la libre determinación simultáneamente con el repudio a las anexiones. Es decir, los internacionalistas de cada nación deben exigir el derecho de secesión de las naciones oprimidas por sus gobiernos. Además, los internacionalistas deberían explicar sin cesar que las potencias imperialistas y la burguesía imperialista no pueden garantizar una paz democrática.

A menos que sea detenida de inmediato por una acción internacional decidida por la “paz”, la guerra en curso en Ucrania, dada la locura y el egoísmo de los líderes de las partes contendientes, presagia incluso la utilización de “armas nucleares” en el conflicto y, por lo tanto, amenaza la existencia misma del planeta tal como lo conocemos. Es urgente la acción inmediata de una tercera fuerza, es decir, la voluntad y determinación colectiva de los pueblos, para evitar que “sus” líderes sigan derramando sangre y devastando la vida de los sobrevivientes.

Por lo tanto, debemos volver a nuestros roles apropiados. No podemos reivindicar el papel admirablemente desempeñado por los internacionalistas rusos: luchar contra el “chauvinismo gran ruso” de Putin. Nos corresponde asumir el papel de crítico acérrimo al agresivo pacto militar de la OTAN, de la contribución a esta guerra de dominación de nuestros “propios” gobiernos utilizando los recursos de los pueblos y de la hipócrita justificación de esta guerra injusta.

Es inspirador escuchar y ver que nuestras demandas e impulsos se hacen eco de iniciativas de toda Europa que desafían el “pensamiento binario” que abruma a los principales medios de comunicación europeos, donde todo debe verse como blanco o negro. Al foro de fin de semana convocado por Potere al Popolo en Roma, le seguirá la “Conferencia Europea por la Paz”, convocada por Podemos en Madrid, el 22 de abril.

Citemos la declaración de Potere al Popolo: “¡Por un movimiento europeo contra la guerra!”: “Cualquiera que se atreva a intentar contextualizar, a recordarnos la complejidad de la situación, señalando, por ejemplo, el efecto desestabilizador de la expansión progresiva de la OTAN hacia el este, es acusado de ser un aliado de Putin. (…) Sin embargo, a pesar de la presión de los medios, todavía hay una fuerte oposición a la guerra en Europa. (…) Ha habido manifestaciones en varias ciudades europeas, en algunos casos a las que asistieron cientos de miles de personas. Sin embargo, necesitamos construir un movimiento pan-europeo contra la guerra que vaya más allá de las manifestaciones individuales y pueda evitar que nuestros gobiernos nos involucren en lo que podría convertirse en una tercera guerra mundial. Necesitamos hablar en contra de los gobiernos orwellianos que nos dicen que ‘la guerra es paz’”.

La hipocresía de Ankara en la guerra en curso

Turquía es uno de esos gobiernos “orwellianos”, una “distopía andante”, el mejor ejemplo de la hipocresía imperialista, tanto por sus propias prácticas como por la capacidad de la OTAN de tragarse las vulneraciones de los derechos que Ankara comete contra sus propios ciudadanos kurdos y de los kurdos de Rojava e Irak (Sinjar), que demandan su autodeterminación.

País miembro de la OTAN con el ejército más grande y un complejo militar-industrial superado solo por el de Estados Unidos dentro de la Alianza Atlántica, Turquía ya ocupó y finalmente despobló las provincias kurdas de Afrin, Serêkaniye y Gire Spî, en Rojava, para negar el autogobierno a los kurdos de Siria. Está continuamente bombardeando Sinjar para negar el autogobierno a la población kurda yezidí de Irak, y en el territorio turco niega perpetuamente el derecho de los kurdos a la autodeterminación y mantiene las provincias kurdas bajo el dominio colonial con una coerción despiadada.

Con sus ambiciones expansionistas en las últimas dos décadas, Turquía se ha convertido en una gran amenaza para la paz en el Mediterráneo, el Cáucaso y Oriente Medio, construyendo alianzas con partes en conflicto en Libia, en el conflicto Azerbaiyán-Armenia, y en la guerra civil somalí, además de respaldar un cambio de régimen forzoso desde afuera en Siria, así como organizar, armar y albergar elementos de Al Qaeda y Daesh en Turquía y Siria contra los kurdos y el régimen sirio. También es responsable de crear un ejército de yihadistas para sus propios fines.

Pero el mismo Erdogan, mientras se une a la guerra del lado de Ucrania y le proporciona drones, también desempeña descaradamente el papel de “constructor de paz en solitario”, mientras denuncia a la Federación Rusa y vota para expulsarla del Consejo de Europa. Al mismo tiempo, se abstiene de unirse al bloqueo financiero occidental contra Moscú y, por lo tanto, mantiene el complejo militar-industrial en marcha, el gasoducto ruso en funcionamiento y las exportaciones de trigo ucraniano, mientras se prepara para nuevas guerras contra los kurdos con un consenso renovado de las partes contendientes por su supuesto papel mediador, ¡y repugnantemente aclamado y elogiado por todos!

Para un cese categórico de la guerra, hacemos un llamado a los pueblos de Turquía para que se unan a la campaña por el retiro de Ankara de la OTAN y de los pactos y tratados militares existentes y futuros similares para la dominación regional y global; se debe instar a Ankara para que detenga las ventas y compras de armas a y desde Ucrania y Rusia, a que retire sus fuerzas militares de Siria, Irak y Chipre, a que una sus fuerzas para la reconstrucción de la República de Turquía sobre la base de la unidad voluntaria de los pueblos en reconocimiento de la autodeterminación de cualquier entidad constituyente, desde las provincias kurdas hasta el pueblo más pequeño.

Hacemos un llamado a Ankara para que detenga sus preparativos militares para incursiones en el sur (del país) para aplastar los reclamos kurdos de autogobierno en las cuatro partes del Kurdistán.

Naciones Unidas no pueden detener la guerra en curso y la creciente amenaza de una guerra nuclear, ya que el mismo conflicto surge de la competencia por la dominación y el reparto del mundo entre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU: Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Rusia, China  y Estados Unidos.

Las condiciones están maduras y es urgente la necesidad de que los pueblos de Europa, Estados Unidos y Rusia establezcan un movimiento internacional por la paz para resistir la guerra de sus propios gobiernos; por reunir a los movimientos políticos y sociales, líderes de opinión pública y gobiernos que se distancian de las potencias beligerantes -partes de la guerra- en todo el mundo. Las fuerzas de izquierda e internacionalistas de Europa y el norte de África, las democracias emergentes de América Latina dirigidas por gobiernos progresistas y antifascistas, como Perú, Bolivia, Chile y Honduras, pueden desempeñar un papel de liderazgo en tal empresa global.

A menos que construyamos con éxito un frente internacional de pueblos por la paz para detener la guerra y proteger al mundo de la destrucción por las actividades inhumanas de los seres humanos; podemos terminar con la extinción, y en ese caso incluso el regreso a la “barbarie” puede parecer un escenario color de rosa. Podemos emanciparnos de los horrores de la guerra solo a través de la emancipación de la humanidad del capitalismo.

FUENTE: Ertuğrul Kürkçü / Medya News / Traducción y edición: Kurdistán América Latina