El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, dio la señal para renovar el régimen de ocupación de Haití, debilitado y agrietado ante una sucesión de tropiezos, llamando al despliegue de una fuerza armada internacional sobre ese país, con el argumento de salvar la crisis humanitaria existente. Las organizaciones populares haitianas respondieron en una carta pública que todas las misiones militares sólo han traído muerte, destrucción y corrupción a ese país, sosteniendo que sólo el pueblo haitiano puede, hoy como ayer, construir una sociedad justa y democrática.
La historia de Haití tiene como dos vidas paralelas. Son los esclavos quienes se liberan en 1804 de la dominación imperial esclavista francesa. Ante ello Francia y EEUU encabezarán el intento de ahogar una y otra vez esa experiencia de libertad. Bloqueos ante todo gobierno independiente e invasiones para imponer gobiernos títeres, se repetirán una y otra vez. Así como los sectores populares sostendrán aquella experiencia de liberación una y otra vez.
El último de estos ciclos se inició con la ocupación militar de Haití en 2004, bajo la cobertura de la ONU que votó enviar una misión militar, la MINUSTAH, (dirigida tras bambalinas por el “Core Group” formado por los embajadores de EE.UU., Francia, España, Brasil, Alemania, Canadá, la UE, así como los representantes de la ONU y de la OEA) integrada por tropas de EEUU, Canadá y España, pero también de países latinoamericanos, incluso con gobiernos progresistas como el Brasil de Lula, la Argentina de Kirchner y el Uruguay de Tabaré Vázquez. El balance de esa misión fue similar al de las anteriores intervenciones militares en estos dos siglos: 1) represión sobre el movimiento popular independiente y sostén para una institucionalidad neocolonial, donde sólo podían emerger fuerzas políticas de la clase dominante haitiana asociada a los EEUU; y 2) carta blanca para todo tipo de abusos de aquellos militares, que derivó en centenares de violaciones impunes a mujeres, corrupción y también en un brote de cólera por el vertido de esos militares de materia fecal al agua pública.
Sin embargo, las organizaciones populares supieron resistir la represión y rearmarse, hasta el punto en que hoy se encuentran con la iniciativa en la actual rebelión popular. El llamado y el sostén a un estado de movilización y deliberación permanente, desde el 11 de septiembre pasado hasta el día de hoy y en aumento, es realizado por una coordinación de 42 organizaciones populares. Este espacio sacó una carta al secretario general de la ONU donde afirman que “ha llegado el momento de que las relaciones entre Haití y el sistema de las Naciones Unidas se definan sobre nuevas bases, dados los resultados negativos y desastrosos de las Misiones de la ONU desplegadas en Haití desde la década de 1990”. Y aseguran “que el pueblo, esta vez, sólo dejará la calle con la instauración de un gobierno de transición elegido por los haitianos con una hoja de ruta, un programa global que vaya en dirección a la satisfacción de sus legítimas pretensiones. Esto pasa necesariamente por la renuncia de Ariel Henry, a quien usted y los demás actores de la comunidad internacional antihaitiana se proponen apoyar a toda costa en la criminal labor de desestabilización de nuestro país, que él realiza a su entera satisfacción”.
El hecho de que la movilización popular siga creciendo muestra la deslegitimación de la institucionalidad neocolonial, pese a los cuantiosos recursos que esta recibió en estas dos décadas. Contra el autoritarismo, la corrupción, las bandas armadas, el hambre, la amenaza de epidemias y la precariedad, la citada coordinación de organizaciones populares se muestra confiada en que con una democracia efectiva Haití puede levantarse por sí mismo. En todo caso rechazan que la crisis humanitaria generada por la intervención imperialista y su gobierno asociado, ahora sea resuelta con una nueva invasión militar de ese mismo imperialismo.
En este escenario, las últimas noticias son de profundas dudas en los sectores dominantes. La mayoría de los senadores haitianos (más allá de que el Senado fue clausurado) se pronunciaron estos días contra el pedido del presidente de facto, Ariel Henry, de una intervención militar extranjera. El gobierno de EEUU duda en qué momento y de qué manera intervenir militarmente (recordemos que hace apenas un año se fue con una derrota estrepitosa de Afganistán). De todas maneras en la actual situación mundial es poco probable que EEUU pueda sortear el veto de Rusia o China en el consejo de seguridad de la ONU, en caso de proponer una nueva intervención militar. Por otra parte, las bandas armadas muestran signos de autonomizarse de sus fuentes imperiales de financiamiento, aunque a su vez intentan renegociar su asociación con el régimen, exigiendo amnistía para sus crímenes, cargos en el estado, etc.
Pero al mismo tiempo la rebelión cuenta con muy pocos apoyos internacionales, y una insurrección popular triunfante se vería probablemente tan aislada como en anteriores triunfos populares pasados en estos dos siglos.
La sombra de un empate catastrófico se cierne entonces sobre Haití. Habrá que ver si las fuerzas populares logran desatar, de alguna forma, lo que el gran periodista deportivo argentino, Dante Panzeri, evocó como “la dinámica de lo impensado”.
El texto completo de la Carta abierta de las organizaciones haitianas, traducido al castellano, está disponible aquí:
El texto completo de la Carta de apoyo de organizaciones latinoamericanas, caribeñas y del mundo, está disponible aquí: