La esperanza en tiempos de desesperanza

El pasado 22 de abril, la Universidad de Rojava (ubicada en la ciudad de Qamishlo, en el norte de Siria) invitó John Holloway para dar la segunda conferencia de la lectura anual de libertad en el Instituto de Postgrado en Ciencias Sociales.

Holloway brindó una lectura titulada “Hope in Hopeless Times” (“Esperanza en tiempos de desesperanza”).

La Universidad de Rojava (Zanîngeha Rojava) es la segunda universidad que fue fundada como una institución autónoma durante la guerra y resistencia en 2016. La primera era la Universidad de Afrin, que se había fundado en 2015 y funcionó hasta la invasión turca del cantón en 2018.

La Universidad de Rojava cuenta con ocho departamentos en tres campus, ofrece una educación alternativa, gratuita y democrática a todos los jóvenes del norte y el este de Siria, muchos de los cuales antes no tenían derecho a estudiar en una universidad en Siria. Hoy en día la universidad tiene más de dos mil estudiantes en diferentes grados y brinda una educación en la lengua materna para los kurdos, aunque las fuentes suelen estar en árabe o en inglés. En la universidad dedicada al pluralismo de la nación democrática, la igualdad de género y la justicia ecológica y social en una tierra rodeada de amenazas de guerra y “ocupación”, los jóvenes no solo dedican a estudiar: desde el primer año empiezan ser parte de proyectos populares de la autonomía democrática.

El 12 de octubre de 2020, se estableció el Instituto de Postgrado en Ciencias Sociales. Las fuentes intelectuales y reflexivas del movimiento kurdo bajo del concepto de la Jineoloji (Ciencia de la mujer y la vida) critican el positivismo de las ciencias sociales convencionales y ven, fundamental, la necesidad de romper con la división sujeto-objeto en las investigaciones sociales. Por ello, uno de los objetivos del Instituto es que los habitantes de Rojava realicen sus propias investigaciones sobre sus procesos y prácticas de transformación social y revolucionaria. Como parte del Instituto dan mucha importancia a las voces del mundo anarquista, radical, marxista, feminista y a movimientos sociales. De hecho, el Instituto se creó en memoria de David Graeber, quien era el pensador anarquista más importante de los últimos años, que falleció el 2 de septiembre de 2020. Fue antropólogo, escritor, intelectual y teórico libre con una fuerte resonancia en la ciencia y la filosofía. Graeber, conocido por sus ideas anarquistas y posiciones democráticas, apoyó los movimientos de liberación del mundo, particularmente la revolución de Rojava en el norte y el este de Siria.

Durante su discurso de bienvenida, el co-presidente de la Universidad de Rojava, Abd al-Ilah al-Mustafa, refiriéndose al título de la lectura de Holloway, definió a la Universidad como esperanza en tiempos de desesperanza.

Luego Holloway brindó una lectura enfocada en el poder de nuestra riqueza para cambiar el mundo. Holloway dijo, refiriéndose a la sexta parte del comunicado zapatista de octubre de 2020, firmado por el Subcomandante Moisés en el que anunciaron su viaje a los cinco continentes por la vida, que hay que hablar a partir de la danza, no del sufrimiento. A partir de nuestra riqueza, no de nuestra pobreza. Y definió la riqueza como el movimiento absoluto del devenir: “Un movimiento constante de empujar más allá de lo existente, un empujar contra la determinación ajena de nuestras vidas, hacia la autodeterminación colectiva. La riqueza como una fuerza que ya existe en contra y más allá del capitalismo, una fuerza de esperanza, un ‘Todavía No’ que ya existe en el presente como rechazo, como rebeldía”.

La Lectura Anual de Libertad habla de tres enemigos/problemas presentes en Rojava, como sucede en todas las revoluciones o procesos de transformación: dinero, Estado e identidad. Según Holloway, estos tres elementos de dominación son enemigos de la riqueza, de la esperanza, de la libertad, de la humanidad, de nuestras vidas y de la autodeterminación. Es decir, también son enemigos de la revolución de Rojava.

Holloway mencionó que el dinero se encuentra en el centro de una constelación de formas sociales. “El dinero es la penetración de las relaciones sociales capitalistas en nuestra vida cotidiana: es el dinero que da forma a lo que hacemos cada día, da forma a nuestra educación, nuestra salud, nuestras ambiciones, nuestros sufrimientos, nuestras desesperanzas, nuestros conflictos, y es el dinero que reproducimos todos los días como una forma de relacionarnos con otras personas”.

El Estado, la creación de un Estado propio o el objetivo de tomar el poder, es un enemigo que las luchas que nacen de las raíces de la liberación nacional llevan como contradicción central en sus venas. Como bien dice Holloway, “el Estado es una forma de organización social separada de la sociedad, la cual está totalmente integrada al gobierno del dinero, simplemente por el hecho de que depende de promover la acumulación de capital para proporcionar la base material de su propia existencia. Es por eso por lo que no hay forma de que la regla del dinero pueda romperse a través del Estado”.

Para romper el poder del dinero necesitamos una forma diferente de organizar nuestras sociedades, una basada en la integración de los asuntos sociales en la sociedad misma, alguna forma de organización basada en comunas. Las comunas de Rojava aún no han roto con el dinero, no es fácil pero practican una realidad social de solidaridad y convivencia que va contra el dinero.

Holloway definió la identidad como un enemigo y también como parte de la constelación de la regla del dinero. Según la definición de Holloway, la identidad es una lógica de contención, de definición, de clara distinción. Es la creación del otro contra nosotros o nosotros contra otro. Sin embargo, nuestras vidas son parte de un flujo de vida, de interacción con otras personas y, de hecho, con otras formas de vida. El reconocimiento mutuo es el reconocimiento de este flujo, del “Nosotros-que-es-yo” y del “Yo-que-somos-nosotros”. Pero la regla del dinero rompe este flujo del reconocimiento: nos define como individuos separados, nos impone roles, pone máscaras de carácter en nuestros rostros.

Para romper la regla del dinero y crear una emancipación social debemos ir en la dirección opuesta, entender nuestras luchas como anti-identitarias, en el sentido de empujar hacia adentro y más allá de la identidad. Porque, según Holloway, la identidad “nos pone etiquetas: él es judío, ella es kurda, esa persona es una mujer, ellos son homosexuales, él es negro. Este es el lenguaje del racismo, del nacionalismo, del sexismo, pero también del habla cotidiana. El peligro es que, frente al ataque identificatorio, reproduzcamos la misma lógica identitaria: sí, somos kurdos contra turcos, somos irlandeses contra ingleses, somos mujeres contra hombres, indígenas contra blancos. El problema de esto es que estamos reproduciendo la misma lógica, y entonces no hay salida, en el mejor de los casos sustituimos una discriminación por otra. La identidad no debe confundirse con la riqueza. Ciertamente podemos hablar de la riqueza de ser kurdo o mujer o gay, con toda la experiencia, la imaginación y la tradición de lucha que esos términos implican, pero la identidad es un cierre, una exclusión, y la riqueza es una apertura, un devenir, un desbordamiento”.

Como consideró Holloway en la Lectura Anual de Libertad, cualquier lucha que quiere contribuir a la emancipación humana debe desbordarse, debe ir en contra y más allá de sus propias tendencias identitarias. Y según entiendo, para Holloway ir más allá de la identidad es romper con el dinero, con el capital.

FUENTE: Azize Aslan / Comunizar