Bedran Öztürk: "La cuestión kurda ya no es sólo un asunto interno de Turquía"

El diputado kurdo integra el bloque legislativo del Partido por la Igualdad y la Democracia en el Parlamento turco y aquí analiza las posibilidades de un nuevo diálogo de paz entre el Estado turco y el movimiento político kurdo.

ENTREVISTA

Bedran Öztürk es diputado del Parlamento turco por el Partido de la Igualdad y la Democracia de los Pueblos (Partido DEM), la principal organización legal prokurda y tercera fuerza electoral del país. Portavoz de la Comisión de Relaciones Internacional del Partido DEM, Öztürk con Tiempo sobre la actualidad en Turquía y las posibilidades de que se retome el proceso de paz entre el Estado, el movimiento político kurdo y las guerrillas del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK). El diputado también habló de la situación de Abdullah Öcalan, fundador del PKK y líder del movimiento kurdo, encarcelado desde 1999 en la isla-prisión de Imrali, en el Mar de Mármara.

“La cuestión kurda lleva cien años sin resolverse y ha provocado crisis económicas, políticas y sociales en Turquía —dijo Öztürk—. Al no abordarse, estas crisis se han profundizado y las políticas basadas en represión y violencia han fracasado. En lugar de resolver el problema, el Estado ha empleado todas las formas de represión contra los kurdos”.

Durante los últimos cuatro años, Öcalan estuvo bajo un régimen de aislamiento e incomunicación hasta finales del año pasado, cuando su sobrino y diputado del Partido DEM, Ömer Öcalan, pudo visitarlo. Luego hubo otras dos visitas de diputados y diputadas kurdas a Imrali. En esas reuniones, Öcalan se manifestó dispuesto a participar en las discusiones con el Estado turco para resolver la cuestión kurda.

Se trata de un problema no menor, principalmente porque en el sudeste de Turquía viven al menos veinte millones de kurdos y kurdas, que desde la fundación de la República turca, en 1923, junto con otras minorías fueron negados y perseguidos por los gobiernos de turno. En las últimas dos décadas, el presidente Recep Tayyip Erdogan desplegó una fuerte política represiva contra los kurdos no solo de Turquía sino también con quienes habitan el norte de Siria y el norte de Irak. El único momento de tensa paz fue entre 2013 y 2015, cuando su gobierno, Öcalan, el partido político kurdo y las fuerzas insurgentes entablaron diálogos de paz que el propio Erdogan cortó abruptamente.

 

“En la década de 1990, se quemaron aldeas, se cometieron miles de asesinatos, que siguen sin resolverse, y millones de kurdos se vieron obligados a emigrar. Bajo el gobierno del partido de gobierno AKP hubo intentos de resolverlo, pero finalmente fracasaron y el gobierno volvió a aplicar políticas de opresión y violencia —detalló Öztürk—. Con el llamado ‘Plan Colapso’, la política kurda fue atacada, miles de políticos kurdos fueron arrestados, instituciones culturales y lingüísticas fueron clausuradas y, con el nombramiento de síndicos estatales, la voluntad del pueblo kurdo fue ignorada. Como resultado de estas políticas, el AKP ahora enfrenta múltiples crisis. Pero los kurdos que emigraron a las áreas metropolitanas de Turquía han ganado mayor influencia política, los prisioneros han demostrado resistencia contra la represión y nuestro pueblo ha apoyado a nuestro partido, haciendo que los planes del AKP sean ineficaces”.

—¿Qué importancia tiene Öcalan en un posible proceso de paz en Turquía?

—El paradigma de “nación democrática” de Öcalan ha inspirado el establecimiento de un modelo de autogobierno igualitario, ecológico y liderado por mujeres en Rojava (Kurdistán sirio). Esta revolución se ha convertido en una fuente de inspiración para las luchas mundiales de las mujeres y un faro de esperanza para los pueblos oprimidos. El proceso de paz de entre 2013 y 2015 demostró cuán influyentes son las ideas de Öcalan en la sociedad y cómo sus llamados a la paz resonaron ampliamente. A pesar de haber estado recluido en un severo aislamiento durante 26 años, él ha desarrollado continuamente ideas para una solución y ha transformado la prisión de Imrali en un espacio tanto para la lucha como para la negociación. El Estado reconoce su importancia, por lo que ha recurrido a él. Öcalan es sin duda una figura clave en cualquier proceso de paz.

—¿Se puede confiar en el gobierno turco en esta nueva posibilidad de diálogo?

—En primer lugar, confiamos en nosotros mismos y en nuestra lucha de décadas. La determinación de nuestro pueblo y la fuerza de nuestro movimiento han creado las condiciones para esta nueva apertura hacia una solución. Öcalan siempre ha valorado estos esfuerzos y ha asumido la responsabilidad de avanzar en la paz. Su discurso en el Newroz (año nuevo kurdo) de 2013, en el que pedía la paz, encontró un amplio apoyo en la sociedad. Sin embargo, cuando el AKP no logró asegurar una mayoría parlamentaria en las elecciones de 2015, puso fin al proceso de paz y volcó la mesa de negociaciones. Para lograr una solución duradera de la cuestión kurda es necesario el compromiso no sólo del gobierno, sino también de la sociedad y de todos los actores políticos. Las iniciativas de diálogo son importantes, pero deben ser transparentes, fiables y capaces de generar una confianza duradera entre las partes.

—¿No es contradictorio que el gobierno turco hable de un proceso de paz mientras bombardea Rojava y ocupa ilegalmente varias zonas de esa región?

—Sólo se habla de una solución pero esto aún no ha evolucionado hacia un verdadero proceso de paz. Para que se materialice, los ataques deben cesar, el aislamiento de Öcalan debe levantarse y deben crearse las condiciones necesarias para las negociaciones. Sin embargo, el gobierno habla de una solución mientras que, al mismo tiempo, nombra administradores estatales en nuestros municipios, asesina a periodistas kurdos mediante ataques aéreos en la región, bombardea civiles en la presa de Tishrin (en el norte sirio) e intenta borrar el estatus kurdo en Rojava. Este enfoque contradictorio corre el riesgo de erosionar la confianza pública en la posibilidad de un verdadero proceso de paz. El pueblo kurdo siempre ha apoyado la paz, pero también ha continuado su lucha contra estos ataques. Si el gobierno es sincero en cuanto a la solución, debe poner fin de inmediato a estos ataques.

—¿Cómo podría repercutir un proceso de paz en Rojava y en Siria?

—El gobierno aplica políticas antikurdas en Siria al apoyar a grupos yihadistas para impedir la autonomía kurda e intentar desmantelar la revolución de Rojava. Las potencias hegemónicas ahora se centran en asegurar sus intereses en la región al tiempo que protegen a Israel. Existe la posibilidad de que estos conflictos se extiendan a Irak y luego a Irán. En vista de los acontecimientos actuales en Medio Oriente, la cuestión kurda ya no es sólo un asunto interno, por eso el Estado se ha visto obligado a buscar una solución mediante el diálogo con Öcalan en Imrali. Por este motivo, se autorizó a los representantes del partido DEM a visitarlo. Los ataques de Turquía a Rojava no están motivados por preocupaciones de seguridad, sino por la ansiedad ante la posibilidad de una autonomía kurda. Este enfoque no resuelve el problema, sino que lo profundiza. Un proceso de paz genuino debe ser sincero, inclusivo y coherente.

—¿Hay gobiernos y países que puedan participar como garantes del proceso de paz?

—Para una paz sostenible, Turquía debe abordar el proceso en un marco de principios democráticos. Las Naciones Unidas, el Consejo de Europa y varios países europeos han promovido anteriormente iniciativas de diálogo. Sin embargo, el éxito depende de la voluntad de las partes involucradas y de garantizar que las luchas de poder regionales no obstruyan el proceso.

—Si el proceso de paz avanza, ¿cómo será la participación de las guerrillas kurdas?

—El partido al que se dirige el llamamiento (PKK) ha expresado públicamente su posición sobre el proceso. Pero los pasos hacia la paz no avanzan basándose únicamente en el planteamiento de una de las partes: requieren un marco acordado por todas las partes involucradas. Por lo tanto, el curso de acción dependerá del acuerdo mutuo alcanzado entre las partes. El PKK ha expresado anteriormente su apoyo a la paz, tanto a través de sus declaraciones como de sus acciones. Estas experiencias pueden servir como referencia para ver cómo puede avanzar el actual proceso de diálogo. A medida que el marco se aclare en las próximas etapas, se podrán hacer evaluaciones más concretas sobre la participación del PKK.

Fuente: Leandro Albani para Tiempo Argentino