La lucha de Halise Aksoy no puede silenciarse con la cárcel
Una madre kurda está detenida hace nueve meses por el solo hecho de pedir justicia por su hijo asesinado por el Estado turco.
Una madre kurda está detenida hace nueve meses por el solo hecho de pedir justicia por su hijo asesinado por el Estado turco.
Halise Aksoy está en prisión hace nueve meses. Su delito, según el Estado turco, es que su hijo, Agit Ipek, decidiera sumarse a las guerrillas del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK). El castigo para esta madre kurda de Bakur (Kurdistán turco) comenzó mucho antes: en abril de 2020, la justicia de la ciudad de Diyarbakir (Amed, en kurdo) le comunicó que los restos de su hijo -abatido por las fuerzas militares turcas el 23 de mayo de 2017 en la provincia de Dersim- ya podían ser entregados. Después de tres años, el Poder Judicial turco decidió que los huesos de Agit (conocido en las guerrillas por el nombre de Kemal Berxwedan) sean entregados por correo a su familia. Y así sucedió.
Una imagen indignó al pueblo kurdo de Turquía: Halise está sentada, la mirada perdida en el suelo, sosteniendo una caja envuelta en una bolsa de plástico. Adentro de esa caja, su hijo Agit. Pero la indignación no pasó de las fronteras impuestas a Kurdistán.
En abril de 2023, Halise fue detenida en el marco de un megaoperativo policial contra dirigentes, militantes y activistas kurdos. Pese a sus problemas de salud, la madre kurda continúa entre rejas. Por si fuera poco, en el juicio en su contra se la acusa de pertenecer a una “organización terrorista” y “ayudar a terroristas”. En Turquía, estas figuras legales -de una fragilidad que no resiste teoría penal alguna-, es utilizada sistemáticamente por el gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan para perseguir y reprimir opositores, sobre todo vinculados al movimiento político kurdo. En la causa judicial contra Halise se aplicó algo que en la Turquía actual es moneda corriente: el Estado presentó un “testigo clave”, una herramienta que, según medios kurdos, sirvió para armar “acusaciones contra unas 800 personas perseguidas por el régimen” turco.
Imagen: Halime Aksoy, madre del guerrillero Agit Ipek / ANF
Condenada por luchar
Desde que recibió los restos de su hijo, Halise nunca pudo tener paz, y mucho menos obtener justicia.
A finales de junio de 2020, la madre kurda junto a su familia presentó una denuncia en la Fiscalía General de Dersim para que se investigue lo sucedido con su hijo. Desde la fiscalia se negaron a darle curso a la denuncia, pese a estar respaldada la Asociación de Derechos Humanos (IHD), el Colegio de Abogados de Amed, la Fundación de Derechos Humanos de Turquía y la Asociación de Abogados por la Libertad. Estos organismos denunciaron a las autoridades de la fiscalía de Dersim por abuso de poder.
En diciembre del mismo año, la policía turca allanó la casa de Halise, ubicada en el barrio de Bağlar, en Amed. Medios de prensa kurdo informaron que el operativo fue justificado porque la mujer había recibido la visita de dirigentes del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), la principal organización política kurda en Turquía.
Durante el operativo, los policías rompieron la puerta de la casa y Halise -junto a otras cuatro personas que estaban con ella- fue puesta boca abajo sobre el piso. Todas fueron golpeadas por los uniformados. El operativo duró cinco horas. Halise y sus invitadas fueron trasladadas a una sede policial, donde las interrogaron durante cuatro horas para luego liberarlas.
A principios de marzo de 2022, el Estado turco lanzó una serie de allanamientos en casas de representantes del movimiento político kurdo. El hogar de Halise otra vez fue allanado, pero en ese momento no se encontraba en el lugar. Posteriormente, la hija de la mujer denunció que su casa fue saqueada por la policía, que se llevó libros y una carta que un preso político le envió a Halise. En el mismo operativo, varios representantes del movimiento político kurdo fueron arrestados.
Imagen: ANF
Dos meses después, la casa de Halise fue, otra vez, blanco de un allanamiento policial. Como la mujer no estaba presente, los uniformados preguntaron a sus vecinos dónde se encontraba. Con la impunidad que los caracteriza, los policías preguntaron si era verdad que los restos de Ipek habían sido enviados por correo. Todo esto pese a que hay registros fotográficos en la que se la ve a Halise con lo que queda de su hijo en sus manos.
En abril 2023, dos semanas antes de que se llevara a cabo la primera vuelta electoral de las presidenciales del 14 de mayo, la policía encabezó allanamientos en 21 provincias del país. Los uniformados detuvieron a un total de 143 personas, entre las que se encontraban periodistas, políticos, abogados, dirigentes sindicales y artistas. Entre las detenidas estuvo Halise, que fue enviada a prisión hasta nuestros días.
Ilegalidades por doquier
Halise forma parte de una larga tradición de lucha de las mujeres kurdas, en especial de las madres de militantes y guerrilleros asesinados y desaparecidos por el Estado turco. Desde hace décadas, muchas mujeres convergen en Madres por la Paz o las Madres de los Sábados, quienes reclaman a los sucesivos gobiernos que se haga justicia por los desaparecidos y asesinados por el Estado. Ellas también son perseguidas y encarceladas. Pero hasta ahora, el Estado profundo turco nunca las pudo silenciar.
Frente al juicio que enfrenta Halise, su abogada, Zeynep Karayilan, denunció las múltiples irregularidades del proceso contra su defendida. En declaraciones a la agencia de noticias ANF, Karayilan reveló que hubo “serias contradicciones” en las declaraciones del “testigo clave”. “El tribunal no sólo ignoró estas contradicciones, sino que se negó a poner en libertad a mi cliente alegando que había otro testigo secreto además del testigo clave y que debía ser oído. Por supuesto, esta decisión de mantenerla en la cárcel no tiene base legal”, criticó la abogada.
Karayilan alertó que desde el inicio del juicio, “Halise Aksoy ha sido tratada como un enemigo” y que el Código de Procedimiento Penal que rige en el país “fue desechado de facto”. La abogada explicó “hay tres declaraciones de testigos en el expediente, y las tres son irrelevantes. Ninguna de las declaraciones apoya a la otra. Además, la acusación también incluía la situación de su hijo, cuyos huesos fueron enviados por correo. Esto demuestra, por sí solo, que el proceso contra Halise Aksoy es improcedente”.
Imagen: ANF
Karayilan alertó que la madre kurda “lleva nueve meses detenida y es una enferma crónica de diabetes e hipertensión. También padece otras muchas enfermedades. Ha sido hospitalizada varias veces durante su detención. Antes de su detención fue sometida a varias operaciones oculares y también tiene un trastorno estomacal. En nuestra última conversación dijo que sus síntomas habían aumentado”.
En junio del año pasado, la periodista Beritan Canözer, de la agencia de noticias JinNews,fue puesta en libertad luego de tres meses encarcelada, acusada también de pertenecer a una organización terrorista. Cuando salió de prisión, Beritan declaró: “El periodismo no es un delito. Seguiremos con la pluma en la mano. Seguiremos defendiendo en nuestras noticias a nuestros amigos y amigas que siguen en prisión. Todos ellos están ahora en prisión ilegalmente”. La periodista agregó: “Quiero mencionar especialmente a Halise Aksoy, a quien, a pesar de sus muchos problemas de salud e independientemente de su edad, se mantiene en prisión”.
Por más rejas que se levanten frente a los ojos de Halise Aksoy, su mirada y todo su cuerpo seguirán volando en libertad, con el recuerdo de su hijo Agit protegido en los puños cerrados de una madre kurda que solo merece la libertad.
*Por Leandro para La tinta / Imagen de portada: ANF.