La juventud y los medios digitales de la modernidad capitalista (Parte II)
A continuación publicamos la segunda y última parte del ensayo sobre medios digitales, tecnología y modernidad capitalista.
A continuación publicamos la segunda y última parte del ensayo sobre medios digitales, tecnología y modernidad capitalista.
A continuación publicamos la segunda y última parte del ensayo sobre medios digitales, tecnología y modernidad capitalista. Para leer la primera parte, click aquí.
El fenómeno de los influencer, un nuevo producto del capitalismo
La civilización se construyó bajo la idea de adorar a las celebridades. Desde el origen de la jerarquía, la mentalidad de una imagen a ser adorada y apreciada se hizo común dentro de la civilización. Algunas veces líderes políticos, otras veces líderes religiosos, hasta llegar a la realidad donde la imagen personal se convierte en figura pública y el interés del público es conocer los más mínimos detalles de la vida de esa persona, en la cual no existe privacidad. Es importante señalar que Occidente tiene una visión muy crítica de la valoración de personalidades históricas que desempeñaron un papel en el desarrollo de una sociedad, mientras que, de forma hipócrita, rinden culto a la imagen de personalidades vacías, famosas sólo por su extravagancia material y su poder de “influencia”. El tema del culto a las personalidades merece un texto por sí mismo, ya que implica diversos temas, desde la creencia y la religión hasta la explotación capitalista, por lo que me ceñiré únicamente al tema propuesto.
Como resultado de la normalización y el uso masivo de los medios digitales, surgen constantemente nuevas celebridades y personalidades, al mismo tiempo que caen en el olvido personalidades que han sido muy veneradas recientemente. Son muchos los ejemplos que podría citar sobre personas surgidas de la nada y con contenidos vacíos, que sólo reproducen la mentalidad normativa y estandarizada de la modernidad capitalista y patriarcal, y que alcanzaron una fama inusitada y hoy lucran millones de dólares anuales con la producción repetitiva de un contenido mecanizado, virtual y teatral. Es importante destacar cómo en estos medios se ha disparado el contenido sexual y se ha generado un consumo exacerbado de pornografía, que también pasa por un proceso de “reestructuración” adecuado al momento, como las plataformas de venta de materiales “exclusivos”, las que se distancian de la industria pornográfica y se presentan como facilitadoras para “profesionales”. Al final, se trata de la misma mentalidad patriarcal, consumista y explotadora reproduciéndose de una manera y generando beneficios, de nuevo, para una minoría exclusiva, al mismo tiempo que influye masivamente en la mentalidad juvenil (ya que estos son el público objetivo y los mayores consumidores).
La degeneración y la futilidad han alcanzado niveles absurdos en los que, en nombre de la libertad individual y la libertad de expresión, los productores de contenidos virtuales -los llamados influencers– acosan a la gente en la calle, crean falsos experimentos sociales, crean escenarios y una falsa realidad a cambio de visitas y atención, lo que a su vez genera dinero. Una vez más, la realidad virtual se aleja de la realidad que se vive en la sociedad e ignora el sistema de opresión y explotación que nos asola a diario. Es precisamente con este conocimiento y método que la modernidad capitalista se reproduce, y es a partir del desarrollo de los algoritmos de cada plataforma que esto es capaz.
Inteligencia artificial, algoritmos, publicidad y adicción
Cada plataforma desarrolla su propio algoritmo con el objetivo de diferentes formas de mantener al usuario el mayor tiempo posible en sus feeds, y convertir esta interacción en beneficios para las grandes empresas y corporaciones. Sea cual sea la plataforma y su método de funcionamiento, una cosa es cierta: todas tienen el mismo objetivo final y crean burbujas sociales y de contenido, adecuadas a la búsqueda e interés de cada usuario. Se trata de un consumo estilizado para cada individuo, diseñado específicamente para mantener la atención de la persona, cayendo en un ciclo de consumo de contenidos similares hasta el punto de hacerle perder la noción del tiempo -y como se suele decir, del tiempo y del dinero.
No es de extrañar que el método que ha demostrado ser más efectivo sea el de hacerse viral con vídeos cortos (cortos, reels, tiktok), el de participar en un reto online con bailes coreografiados… hasta el punto de que las canciones pop que se producen hoy en día ya tienen en cuenta la reacción que tendrán en estos entornos y están pensadas en su ritmo, letra y coreografía, precisamente con el foco puesto en estas redes. Por ello, es notable un claro retroceso en la producción de un estilo de música que ha sido objeto de serias críticas durante mucho tiempo.
La idea tradicional de publicidad no se aplica cuando hablamos del consumo “voluntario” de cada individuo, según los usuarios de estos medios. Para ellos, la propaganda es la difusión de material teatral y con un enfoque claro y objetivo para disuadir a sus oyentes. Resulta que la hipersexualización, la futilidad, el consumo de drogas, los métodos para hacerse viral son, en sí mismos, formas de propaganda de una mentalidad que afecta inconscientemente a todos sus oyentes y les lleva a un estado de trance, en el que el uso excesivo de los medios de comunicación se asocia a problemas de salud mental como la depresión, los trastornos del sueño y los trastornos alimentarios entre los jóvenes. Estudios estadounidenses demuestran que el 75% de los adolescentes que ven fotos en las redes sociales de otros jóvenes fumando marihuana o bebiendo alcohol se animan a experimentar de la misma manera. Mientras tanto, alrededor del 27% de los niños que pasan tres o más horas al día en las redes sociales muestran síntomas de problemas de salud mental. Los niños que están deprimidos o sufren ansiedad (dos problemas que a menudo se ven agravados por el uso de las redes sociales) pueden intentar consumir alcohol u otras drogas para animarse.
Aislamiento social, alejamiento de la naturaleza humana y otras consecuencias
Además de lo ya señalado, también es importante destacar que uno de los mayores perjuicios causados por los medios digitales es el aislamiento social creado por ellos. Aunque se utilice el término “redes sociales”, debido a la idea de socializar en línea, el verdadero contacto humano está cada vez menos presente en la sociedad. Es habitual encontrar, en cualquier noche, lugares de socialización por la ciudad donde grupos de amigos están sentados juntos, pero cada uno en su mundo personal y virtual, consumiendo lo que le apetece. Existe una clara y visible desconexión entre los usuarios y su entorno, que tiene consecuencias reales y graves para la sociedad.
El ser humano es un ser social, por mucho que el liberalismo se empeñe en arraigar y adoctrinar la idea de que la avaricia, el ego y la codicia son características naturales de nuestra especie, cuando sabemos que por naturaleza somos seres comunitarios, seres que evolucionamos y nos hemos desarrollado especialmente a través de la capacidad de colaborar, compartir y convivir. Fue la mentalidad civilizatoria y capitalista la que desarrolló una realidad que predica los valores opuestos a estos y coloca al individuo como centro de la sociedad y del mundo; mientras observamos los avances tecnológicos y sus consecuencias, notamos también la aceptación de tal narrativa y la creencia en ella. Estamos viendo y viviendo en una nueva generación, donde los padres crean perfiles para sus hijos recién nacidos, los niños de cinco años ya tienen sus propios teléfonos y se les anima a usarlos para no molestar a sus padres, la tasa de suicidios entre niñas de 10 a 15 años aumenta de forma alarmante y, más que nunca, se producen contenidos nihilistas, depresivos y existencialistas difundidos en masa para esta nueva generación que no conoce el mundo más allá de su burbuja virtual. El escenario perfecto para el consumo desenfrenado y ciego al que tanto aspira la modernidad capitalista.
Además, las fuerzas que han venido señalando esta virtual degeneración e inutilidad son también componentes de este sistema. Al igual que en el capitalismo en crisis las fuerzas fascistas asumen un papel más activo y engañan a las masas con sus discursos, podemos ver que el mismo fenómeno se produce en los medios digitales, donde grupos fascistas, ultraconservadores y misóginos critican la realidad virtual pero utilizan los mismos mecanismos virtuales para llevar a cabo sus anuncios, forjados en una mentalidad homogénea, normativa, patriarcal y tradicionalista. Por ejemplo, con la idea del “hombre sigma” o “rechaza la modernidad, abraza el tradicionalismo”. Incluso si se basan en una crítica válida del papel y la función de los medios digitales, estos grupos no están dispuestos a buscar una solución para la sociedad y esta crisis; sólo hacen lo que siempre han hecho: difundir el odio y utilizar la propaganda para ganar fuerza y organizarse.
¿Alternativa?
Realmente, aún como conclusión de esta reflexión, me resulta difícil plantear una alternativa que sea viable y realista. Desgraciadamente, mientras los medios digitales sigan sirviendo a la modernidad capitalista (así como al positivismo, al legalismo, a la ciencia, etc.), será difícil encontrar una alternativa viable para el conjunto de la sociedad, en la que sea posible escapar de tales males.
Lo que nos corresponde es la tarea de reflexionar sobre el tema, mostrando la verdadera cara de estos medios y sus objetivos, los peligros que imponen a la sociedad y organizando a la juventud. Desde el trabajo básico, estando presentes y activos en la vida de estos jóvenes, reduciendo este consumo. Promover que salgan de esas redes, que utilicen su tiempo de otra manera, que se organicen. Es lo que podemos hacer por ahora, pero la educación y la promoción de políticas sanas es esencial para cualquier organización y movimiento que quiera construir un mundo nuevo. ¿O creemos que los compañeros kurdos y zapatistas están perdiendo el tiempo con Tik-Tok e Instagram?
FUENTE: Cemîl Cûdî / Nûce Ciwan / Traducción y edición: Kurdistán América Latina